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Rocío, en el estreno de su nuevo docudramaTelecinco

La semana de la tele

Rocío Carrasco: después de «El Ser», a por «La Jauría»

381 días después de contar su verdad sobre Antonio David, la hija de Rocío Jurado protagoniza un nuevo docudrama en Telecinco, esta vez con la familia de su madre como objetivo de sus andanadas

381 días. No es que nosotros estuviésemos muy pendientes, no, no los hemos ido contando pacientemente con palotes como los presos en las películas. Fue Jorge Javier Vázquez (JJ) el encargado de echar la cuenta en vivo y en directo, justo antes de que el telón se volviese a abrir: 381 días han pasado desde el último episodio de Rocío: contar la verdad para seguir viva, donde la hija de Rocío Jurado y Pedro Carrasco abrió el corazón en carne viva, que escribiría Manuel Alejandro para sororidad de Irene Montero.

Aquella docuserie –en terminología de Telecinco– estaba centrada en «El Ser», el ex guardia civil más famoso de España. Fue un pepinazo en cuanto a audiencia, y ya sabemos que en en la cadena amiga cuando la masa quiere caldo se le sirve ipso facto otra taza o a las que hagan falta. Así que lo que «El Ser» tiene catalogado como el Eje del Mal (Mediaset + su primera ex) se sacó de la manga una segunda parte: se bautizó como En el nombre de Rocío y su estreno estaba previsto para el otoño del pasado año. Incluso se llegó a emitir una promo muy trabajada que devolvió a Rocío Carrasco a Chipiona tras años de ausencia.

Aquel movimiento se paró y no fue hasta el pasado enero cuando se retomó. Decimos esto porque parte del episodio emitido anoche en primer lugar se grabó el 27 enero de 2022, según reveló un rótulo.

Así que En el nombre de Rocío ha llegado finalmente 381 días después de que acabase Rocío: contar la verdad para seguir viva. Entremedias, tuvimos el entremés aquel que fue Montealto: regreso a la casa, el programa que reconstruyó en un estudio la que fue la casa de Rocío Jurado en sus últimos años, tras abrir los contenedores en los que se cobijaban sus objetos.

Una vez que «El Ser» ha sido abatido y su cuota audiovisual se limita a un canal de You Tube, Rocío Carrasco se marcó un nuevo objetivo. Esta vez se trataba de «reescribir la historia familiar», en palabras de JJ, en concreto de ajustar cuentas con los Mohedano, sus tíos Gloria y Amador.

Todo este espectáculo de airear las miserias familiares Rocío Carrasco lo calificó anoche como un «proceso de sanación». Son las cosas que se dicen en la tele para justificar ciertos programas que muchos podrían considerar indecorosos. Así que En el nombre de Rocío es un «proceso de sanación» en la misma medida que Gran Hermano era «un experimento sociológico» (Mercedes Milá dixit).

Rocío, sentada en un sofá que decoraba la casa de su madreTelecinco

El espectáculo empezó con una atmósfera a lo David Lynch. No le es ajena a los espectadores de Telecinco, puesto que fue esta la cadena que estrenó Twin Peaks en España. La escenografía evocaba la arquitectura de los contenedores llegados desde Montealto a base de unas maderas que olían a la Jurado. «¿Por qué huele a mi madre», se preguntó Rocío Carrasco mientras husmeaba entre el decorado y una voz en off, que parecía llegar del más allá o de su subconsciente, le hablaba. Presidiendo la escena, un sofá. Para completar el cuadro a lo Twin Peaks faltaban las cortinas rojas, un enano y La más grande cantando «es un gran necio, un estúpido engreído, egoísta y caprichoso, un payaso vanidoso, inconsciente y presumido, falso enano rencoroso que no tiene corazón».

Vestía Rocío un cinturón de su madre para sujetar un pantalón beige. Remataba el conjunto un escotado jersey blanco, y no es este detalle baladí, pues todos recordamos lo que dio de sí el fucsia de su primer docudrama, hasta el punto de que el movimiento que generó fue bautizado como la «marea fucsia». El blanco de la pureza fue esta vez su elección cromática. Otra novedad: la protagonista recurrió a menudo a la posición de loto para meditar en voz alta.

«Estoy un poco cansada de que hable todo el mundo en el nombre de Rocío [Jurado] y que lo que hablen no sea cierto», previno, antes de añadir que también alzaba la voz en nombre de su padre. Lo que hizo después fue corte y confección: le hizo un traje a los Mohedano.

Todo lo que dijo se puede resumir en una frase: «Mi madre sabía que si moría y no dejaba bien servida a 'La Jauría' me iban a comer. Y era lo que ella no quería, pero, al final, es algo que no ha podido evitar. Y son como son y quieren más».

El arriba firmante escuchó «jauría» y enseguida acudió al diccionario para intentar descifrar qué acepción era en la que estaba pensando Rocío cuando pronunció esa palabra. La primera es «conjunto de perros mandados por el mismo perrero que levantan la caza en una montería». Pero por el tono con el que lo dijo más que unos perros parecía estar pensando en aquella piara de salvajes jabalíes que unos italianos adiestraban para devorar al doctor Lecter en Hannibal (aquellos colmillos afilados como los pitones de un buen Victorino, aquella sed de sangre, aquella ansia de aniquilación...). Así que concluimos que ha de ser la segunda: «conjuntos de quienes persiguen con saña a una persona o a un grupo». ¡Estaríamos! Esta es sin duda la acepción correcta.

Alimentando al enemigo

Rocío es perfectamente consciente de que está alimentado el tamagotchi, de que es ella ahora la que va a dar de comer a «La Jauría». «Con esto –dijo en relación al docudrama–, ellas se aseguran meses de trabajo». Entre ellas figuran su hija, la ex de Amador Mohedano, la hija de Ortega Cano… También, claro, Amador, cuyo tour por los platós de la cadena damos ya por hecho.

La verdad es que si la Jurado levantase la cabeza comprobaría que, si excluimos de la cuenta a sus músicos, seguramente hay ahora más gente viviendo a su costa que cuando estaba viva.

¿Qué tendrán las tonadilleras que tanto juego dan? Porque Rocío Carrasco ha vuelto para ser la estrella de Telecinco, papel en el que toma el relevo de Anabel Pantoja, cuyas andanzas sexuales están siendo el solomillo de Supervivientes.

Además de en la Palapa, las temperaturas subieron en toda España salvo en Coruña. Esta semana, los calores y los sofocos causados por la ola de calor coparon más minutos en los telediarios que la imputación de Mónica Oltra. Qué bochorno.