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Fotograma de Elvis

Crítica de cine

'Elvis': el virtuosismo de un juguete roto que conquistó el olimpo del rock

Baz Luhrmann refleja la verdadera significación del mito y el carácter sacramental y eterno de su música

«Nunca me he creído a Elvis», «era un vendido a lo comercial», «fue un juguete en manos de su mánager», etc., etc., etc… Tópicos como este último era asumido nada menos que por Jerry Lee Lewis, lo que da cuenta de su importancia. Tampoco faltó lo contrario, como aquel alago de John Lennon, exagerado hasta lo ridículo, si no lo hubiera dicho el mismísimo Lennon: «Antes de Elvis no existía nada».

Uno de esos tópicos es el que sirve de base a esta película y del cual quiere ser una especie de exorcismo. Que Elvis fue un juguete en manos de su mánager, el Coronel Parker. Este es el nudo gordiano de la película, la relación del genio de Elvis con el ambicioso hombre de negocios que le colocó en lo más alto, para ingresar él –Parker– el 50 % de todas las ganancias de él. Como se dice en un momento de la película, dos niños solitarios y raros que quieren escalar la roca de la eternidad.

Vaya por delante: menudo peliculón. Tom Hanks (Col. Parker) y Austin Butler (Elvis) están excelsos, la música está a la altura de la importancia del film y el virtuosismo del montaje logra desentrañar la preñez de futuro y de eternidad que tenía cada instante seleccionado de la vida de Elvis. La música está, por necesidad, regrabada casi por completo, contando con artistas como la banda italiana Maneskin (If I can dream, uno de los momentos de máxima tensión y mejor logrados de la película), Eminem, o la cantante de country Kacey Musgraves.

No han pasado en balde las décadas y lo que era un impacto sin precedentes en los oídos de los jóvenes en los 50, requiere una nueva regrabación con la contundencia del sonido contemporáneo para explicarnos cómo debió ser la convulsión que provocó Elvis. El vestuario es para volverse loco y la fotografía nos mete de lleno en la América de los 50, de los 60 y de los 70, con una inmejorable escenografía para entrar en las asambleas litúrgicas, los garitos y las calles de las comunidades negras de la época. Pura delicia.

La historia la va contado el Coronel Parker y recorremos la vida de Elvis desde su infancia –expuesto a la música de las comunidades negras, hasta las míticas grabaciones en el estudio del mítico sello Sun Records– con el mítico Sam Phillips hasta que Elvis se convierte en leyenda, conquistando el olimpo del rock. Este fue Elvis: el mito, la leyenda… y la tragedia, en el sentido más literal, pero volveremos luego sobre esto. La película avanza explicando cómo su talento asombroso y el modo de moverse en el escenario causaron pavor en las autoridades, que amedrentaron y amenazaron para detener el fenómeno Elvis, tratando de aguarlo, limarlo y hasta crear uno distinto.

Y este es el leitmotiv de la película. De todas las aristas que arroja la controvertida y complicada vida de Elvis, que ante todo era un joven sencillo, algo débil a pesar de las apariencias, se ha optado por reflejar la lucha de la potencia artística de Elvis frente al control y la explotación empresarial del Coronel Parker. Hombre inteligente, taimado, sin escrúpulos, maneja la carrera de Elvis y logra hacer caja de todas sus facetas artísticas, comprendiendo que el genio musical es propio del joven pero que él, el feriante, es tan necesario y tan igual como el talento musical del joven para escalar ambos lo más alto del olimpo. Uno no se entiende sin el otro y se necesitan mutuamente, aunque sea por motivaciones distintas y hasta contrarias. Sí, la vida de Elvis no se entendería sin Parker y no hubiera llegado hasta donde llegó. ¿Demasiado alto el precio?

Volvemos así a nuestro inicio: ¿era Elvis un mero juguete del Coronel Parker, como decía Jerry Lee Lewis? Baz Luhrmann, el director (Moulin Rouge, El gran Gatsby) acierta con el planteamiento de la película: en lo musical y artístico, Elvis no solo fue un genio, sino que tenía instinto propio, y las grandes decisiones musicales fueron suyas. Tras ver la película esto queda claro, y según Peter Guralnick, el gran biógrafo de Elvis, el primero que lo entendió fue Sam Phillips, quien grabó a Elvis por primera vez, así como grabó a Johnny Cash, Jerry Lee Lewis, Roy Orbison... Y Sam Phillips lo dijo a los capitostes de RCA cuando pagaron la cifra de 40.000 dólares por él: Confíen en el chico, no graben lo que él no quiera grabar.

La película, por otra parte, marca unos acentos más discutibles o lima las ramas más espinosas de la vida de Elvis. Pero tienen su razón de ser, como lo tuvo la pasada Bohemian Rhapsody, sobre Queen y Freddy Mercury. Puede que la imagen final quede un poco blanqueada, pero tanto en el caso de Mercury como en el de Elvis nada se ha ocultado, aunque se trate de puntillas sobre el tema o no se acentúe la verdadera relevancia que tuvo en sus vidas. En el caso de Elvis, las pastillas y sus numerosos affaires. Nada se oculta, ocupa apenas una nota marginal y permite un público mucho más amplio.

La vida de Elvis, tal y como la describe su mejor biógrafo, Peter Guralnick, en dos monumentales volúmenes (Último tren a Memphis y La destrucción del hombre) es la personificación de la tragedia griega. Un joven es elegido por los dioses que le dotan de un regalo asombroso, su voz y su fuerza, su capacidad de conmover con el timbre de su voz y con su arrolladora vitalidad en el escenario; su ascenso es tan meteórico que su comportamiento, errático y despilfarrador, nos augura una terrible caída. Pero fue tan alto lo que ascendió que la caída duró años y años, en los siguió dejando estelas de eternidad en sus canciones y actuaciones. Elvis, la grandeza de un entertainer, un elegido de los dioses: el mito, la leyenda y la tragedia.

Poner el acento en la lucha entre Parker y Elvis nos desvía de la verdadera significación de Elvis y del carácter sacramental de su música, Dios regala a la humanidad un tesoro en la música y Elvis fue un depositario de este maravilloso regalo. A pesar de su fragilidad, lo entregó a raudales. La fama asociada a este don lo acabó devorando, pero su misión estaba cumplida.

Larga vida al Rey.