Historias de película
James Caan y la escena del tiroteo en 'El Padrino' que le dejó marcado
El fallecimiento de James Caan ha llegado 50 años después de una muerte en la ficción, la de su personaje de Sonny Corleone en El Padrino (1972). Ya saben. Santino, Sonny, el primogénito de Vito Corleone, detiene su vehículo en el peaje. Paga con un billete, pero el cambio no se lo devuelven en monedas. Lo recibe en balas. En calderilla, a lo bestia, como Bonnie y Clyde cinco años antes. A Sonny lo acribillan a balazos, pero James Caan –31 años por entonces– se resiste a caer. No tanto ni en modo alguno de una forma tan divertida como el Hrundi V. Bakshi de Peter Sellers al comienzo de El guateque, pero se resiste. James Caan dio mucha vida a esa muerte. Y esa muerte le dio mucha vida a él.
James Caan tenía más segura su participación en El Padrino que Marlon Brando o Al Pacino. Pero no tanto como Sonny Corleone. Caan realizó primero la audición para el papel de Tom Hagen que después interpretaría Robert Duvall. Y las altas instancias (es decir, el productor Robert Evans) lo veían más como Michael Corleone.
Coppola ya había dirigido a Caan en Llueve sobre mi corazón (1969) y tenía claro que quería contar con él en El Padrino, pero no como Michael Corleone. Ese papel estaba reservado en su mente para Al Pacino. El productor Robert Evans tenía en cambio otros planes. Quería a James Caan, sí, pero en la piel de Michael. Decía que Al Pacino era demasiado bajito. Coppola, que peleó hasta la extenuación para conseguir que Marlon Brando fuese Vito Corleone, amenazó con abandonar el proyecto si le quitaban a Al Pacino. La jugada le salió bien porque Coppola también ganó ese pulso: Pacino sería Michael, Caan sería Sonny.
Como buenos hermanos, Al Pacino y James Caan ganaron lo mismo por El Padrino: 35.000 dólares cada uno. Los dos compartieron nominación al Oscar al mejor actor de reparto junto a otro compañero: Robert Duvall. Y los dos, los tres en realidad, compartieron también decepción. Pese a contar con tres opciones de cinco posibles, o más bien por eso, por el reparto de los votos entre los tres, El Padrino se quedó sin premio en esta categoría. Lo ganó Joel Grey por Cabaret.
El rodaje de la violenta secuencia de la muerte de Sonny Corleone costó tiempo: tres días. Y con el tiempo, dinero. El presupuesto de El Padrino superaba los seis millones de dólares. Solo esa escena se llevó más de 100.000 dólares. Decía James Caan, en broma y con esa risa sardónica que sacaba a relucir, que se arrepentía de no haber pagado el peaje con el dinero exacto. Le habría dado igual. El destino de su personaje estaba tan marcado como su cuerpo por las balas. Y la escena, como la película, como la trilogía, era impagable.