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Padre no hay más que uno 3 se estrena en los cines este jueves 14 de julioSony Pictures

Crítica de cine

'Padre no hay más que uno 3': cine familiar sin peajes ni concesiones políticamente correctas

La reivindicación de la familia como lugar de acogida y crecimiento en una comedia de enredo

Santiago Segura, rey Midas del cine español, estira su lucrativa saga familiar con la tercera entrega de Padre no hay más que uno. La fórmula es la misma: las travesuras de los hijos, la molestia de los suegros y las argucias del padre por manejar las situaciones en propio beneficio. En este caso la trama principal tiene que ver con el niño Jesús del belén familiar. Una figura antigua de porcelana a la que Javier, el padre (Santiago Segura), profesa una gran estima. Los niños Dani (Carlos González) y Paula (Sirena Segura) rompen la figurita, y todos los hijos se lo ocultan a su padre mientras tratan de conseguir dinero para comprar otra parecida que han encontrado por internet. Otra subtrama es la que tiene que ver con el novio de Sara (Martina de Antiochia), del que Javier trata de desprenderse. Y por si fuera poco, el abuelo, el padre de Marisa (Toni Acosta), se instala en su casa tras haber sido abandonado por su esposa. Este coctel de tramas da lugar a una comedia de enredo en la que, una vez más, la unidad familiar va a ser puesta a prueba.

La primera y gran virtud del filme es que ofrece una comedia blanca, familiar, sin palabrotas, sexo u otras concesiones a las modas ideológicas impuestas. Se nos presenta una familia numerosa, un matrimonio unido y unos abuelos acogidos en el contexto de unas fiestas navideñas en las que se pone el belén y se cree en los Reyes Magos. No hay bromas de mal gusto, no se caricaturiza la religión ni se pagan peajes de género. En los tiempos que corren una película así ya es bastante excepcional y es un reclamo indiscutible para el público familiar.

Pero no todo es perfecto en la película. Los que más la disfrutarán serán los niños de entre ocho y catorce años. Pero los adultos notarán las costuras de un tipo de humor que no acaba de funcionar. En primer lugar, los jovencitos actores ofrecen un panorama muy irregular. Así como Sirena Segura, Ingrid Palomares y sobre todo Luna Fulgencio transmiten espontaneidad y cierta naturalidad, el resto del elenco infantil arrastra una dicción muy artificial que perjudica la credibilidad de la acción. Incluso el personaje de Santiago Segura resulta un poco distante como padre y como marido, desarrollando pocos registros dramáticos. Por otra parte, muchos de los gags y situaciones cómicas responden a un tipo de humor que puede resultar anticuado. Por supuesto que la cinta se ve con agrado, despierta simpatía en no pocas ocasiones, y a veces arranca alguna carcajada.

El tema que atraviesa todo el filme es la familia como comunidad. Todos los niños se unen como una piña, incluso los no culpables, ante el posible disgusto de su padre cuando descubra la figurita rota. También conspiran juntos para alegrar la vida del entristecido abuelo, y todas las hermanas se unen para no decepcionar a Dani el día de Reyes. La reivindicación de la familia como lugar de acogida y crecimiento es sin duda la valiente apuesta de Santiago Segura. Para ello recurre a una convención del género: situar el argumento en Navidad, aunque la película se estrene en plena canícula estival por razones comerciales. Se trata de la cuarta comedia navideña española del año que trata de la familia. La mejor, sin duda, fue la de Juan Manuel Cotelo, Tengamos la fiesta en paz, que además de ser un buen musical, mostraba una navidad netamente cristiana. Pero la siguiente en calidad es la cinta de Santiago Segura, que está por encima de las otras dos en atractivo y planteamiento: Cuidado con lo que deseas (F. Colomo, 2021) y El refugio (M. Astorga, 2021). En resumen: Padre no hay más que uno 3 podría ser mejor, pero es una propuesta de cine familiar que en este momento no tiene competidores en la cartelera. Siempre es socialmente rentable apoyar un cine sano, aunque sea imperfecto.