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Ricardo Darín con los protagonistas de `Argentina: 1985´

Cine

Festival de Venecia: el juicio a la dictadura argentina conmueve en la Mostra

Un film humanista que retrata a un puñado de abogados que lucha por restablecer la verdad y la justicia y castigar a los culpables

El juicio a la dictadura militar argentina, la primera en la historia del país y también de América Latina y tal vez del mundo entero, conmovió al festival de Venecia que ve al quinto film de Santiago Mitre como uno de los favoritos para los premios finales.

Argentina: 1985 es un film fuerte e intenso y, al mismo tiempo, capaz de destilar humor, lo que hace menos pesada la narración, pero también es un film humanista que retrata a un puñado de abogados que, contra viento y marea y con buena parte de la opinión pública y de la clase política en contra, la absoluta aversión del entero cuerpo militar y las amenazas de las fuerzas represivas aún activas, lucha por restablecer la verdad y la justicia y castigar a los culpables.

Le hacían compañía en la cuarta jornada del festival un interesante film italiano, Monica de Andrea Pallaoro. historia de la dificultosa vuelta al hogar de una transexual, años después de su transformación, y el combativo documental norteamericano All the Beauty and the Bloodshed de Laura Poitras, sobre la mujer que se atrevió a desafiar el poder de una Big Farma que fabricaba calmantes para la depresión, aún sabiendo muy bien que creaban adicción y muerte.

Un año después del fin de la dictadura militar que en siete años provocó decenas de miles de víctimas y treinta mil desaparecidos en Argentina, un gobierno democrático decidió la imposible tarea de juzgar a la cúpula responsable en un proceso que atrajo la atención mundial.

Pero se precisaron 37 años para que el cine argentino se ocupara, por fin, de uno de los períodos más luctuosos y sombríos de la historia del país, con un film dramático que recreara ese momento que significó para gran parte de la población descubrir los crímenes de la junta.

Ricardo Darín encarna con su habitual autoridad al fiscal Julio Strassera mientras Peter Lanzani da vida al subfiscal Luis Moreno Ocampo sobre un guion del mismo Mitre y Mariano Llinás, quienes saben matizar con brisas de humor una narración que hubiera podido empantanarse en los meandros de una aburrida historia judicial.

Y, en cambio, saben dar cuerpo y substancia a los múltiples personajes de la historia y, sobre todo,al entorno familiar de Strassera y al equipo de jóvenes abogados que lo ayudó en su tarea de recopilar pruebas sobre los crímenes de la junta.

Pallaoro es un director de 40 años que tras un máster de dirección en California ha firmado desde 2008 un corto y tres largos, todos rodados en inglés y presentados aquí mismo en Venecia (Hannah le valió a Charlotte Rampling la Copa Volpi a la mejor actriz en 2017).

Monica toca un tema sensible, el de la vuelta al hogar de una transexual tras varios años de haber sido repudiada por su familia.

Gracias a una interpretación de la debutante Trace Lysette, que compensa la pobreza de recursos histriónicos con su experiencia vivida, el film alcanza momentos de gran emoción, sobre todo cuando describe el difícil reencuentro de madre e hija (una espléndida Patricia Clarkson).

Laura Poitras es una documentalista experta en temas conflictivos como la ocupación norteamericana de Irak y la vigilancia masiva de buena parte de la ciudadanía por parte de la NSA (el contraespionaje USA) pero también varias recompensas Importantes como el Oscar y el Premio Pulitzer y la inclusión en una lista negra que le impide moverse libremente por el mundo.

Toda la belleza y la sangre derramada sigue a la fotógrafa y activista Nan Goldin quien ha dedicado muchos años de su vida a perseguir a la Purdue Pharma por haber producido y comercializado el oxicodón, aún sabiendo que era una droga que además de causar adicción también provocaba centenares de muertes.

La organización creada por ella, P.A.I.N., se ocupó de hacer manifestaciones en todos los museos del mundo que habían recibido donaciones de la familia Sackler, propietaria de la Purdue, que se creía al reparo de la ley por su intensa actividad filantrópica, para que públicamente rompieran toda relación con ella.