La primera incursión de Daniel Craig como James Bond, admitámoslo, despertaba ciertas dudas. Enseguida descubrimos que el nuevo Bond era distinto. Y que eso, en el fondo, no era algo malo. Menos aún cuando el guion era sólido, tenía enfrente a alguien como Mads Mikkelsen y al lado, a Eva Green. A Casino Royale aprendimos –no tan pronto– a quererla. Y a Daniel Craig, también.