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Joaquín celebra con Dabiz Muñoz haber servido unas lentejas estupendas a sus hijas (en primer término)Antena 3

‘Joaquín, el novato’

Dabiz Muñoz desvela su primer sueldo (y no fue como cocinero)

El chef se confiesa ante el futbolista Joaquín. Cuenta cómo pidió matrimonio a Cristina Pedroche y revela lo más raro que ha comido jamás

«Joaquín el del Betis» ha pasado a ser «Joaquín el del huevo frito». Así lo rebautizó nada menos que el elegido recientemente –por segundo año consecutivo– mejor cocinero del mundo, Dabiz Muñoz. El chef fue el primer invitado del nuevo programa del futbolista del Betis, protagonista absoluto hasta durante las pausas publicitarias, en las que se pasó su anuncio de Gillette.

El punto de partida del programa que ha asustado a Telecinco es que Joaquín se va a retirar pronto de los campos y necesita probar varias profesiones para saber cuál ejercerá cuando cuelgue las botas. La realidad es que se trata de un programa de entrevistas al estilo Bertín pero con Joaquín, que es simpático y campechano como el cantante, pero añade un toque Ana Pastor, es decir que interrumpe al invitado (para soltar una gracia, no para repreguntar). Dabiz Muñoz bajó la guardia, señal de que el sevillano hizo bien su papel periodístico: «Estoy contando demasiadas cosas. Me miras con esa carita y esos ojitos, me camelas…», llegó a decir el chef. Este programa de debut se pareció aún más al de Bertín porque, evidentemente, Joaquín tuvo que cocinar, pues se trataba de estrenarse en la cocina –solo había pelado una zanahoria en su vida y nunca había hecho un huevo– bajo la supervisión de Dabiz Muñoz. Acabó presentando a sus hijas unas lentejas picantes sensacionales.

Joaquín, en DiverXO

La entrevista tuvo lugar en una de las casas del chef, en el DiverXO. «Qué espectáculo. Qué chulada. Un auténtico espectáculo. Espectacular», dijo el periodista, que no acababa de encontrar las palabras, cuando entró en el templo gastronómico.

Empezaron hablando de sus inicios. De cómo cuando era un crío de 13 años hizo al microondas una pasta de calamar, a base de huevos y nata, que era un «chicle incomible». Siempre tuvo ese interés en los fogones, acrecentado porque iba con sus padres tres veces al año al restaurante de vanguardia madrileño Viridiana.

Por entonces, el hoy chef estaba convencido de que su futuro estaba allí donde Joaquín triunfó. «Llegué a jugar cinco años en el Atleti». Debutó con el filial colchonero en Segunda B con solo 16 años. Con esa edad ganaba, ese fue su primer sueldo, 100.000 pesetas. «Voy a ganar un forro de dinero, y luego voy a montar un restaurante», pensaba entonces.

Con 19 o 20 años, ya empezó a compaginar. Por las mañanas iba a entrenar con el Atlético y por las tardes a la escuela de hostelería. «Dejé el fútbol casi de un día para otro y me puse a cocinar», recordó. Hoy está avalado por tres estrellas Michelin. «Después de quince años, sigo conservando hambre y ambición por conseguir más cosas», afirmó.

Cristina Pedroche lo ha hecho más feliz. Lo suyo fue un flechazo. A los seis meses se casaron. Él se lo pidió en el DiverXO. Hizo un bol de croquetas, que a ella le encantan, y en el fondo colocó un anillo.

Desde hace años eligen los lugares de vacaciones en función de dónde quieren comer, pues Dabiz mantiene la curiosidad por probar cosas nuevas. «Me he metido de todo», confesó. Lo más raro, por asqueroso, el huevo milenario de China, cuya cáscara se sumerge en orín de caballo y luego se entierra.

El desconocimiento de Pedroche

Ahora su opinión pesa en un tres estrellas Michelin, pero cuando se conocieron ella no sabía nada de gastronomía. Recordó divertido aquel día, de noche, en que el chef le dijo que tenía que irse a casa porque al día siguiente tenía que estar a las 9 de la mañana en el restaurante. «¿Pero en DiverXO dais desayunos?», preguntó, ingenua, la Pedroche. Cuando le contó que tenía tres estrellas Michelin, apuntó que tenía margen de mejora hasta las cinco, pues desconocía que esas tres eran lo máximo.

No se han planteado tener hijos por ahora. Despachó el asunto con juego de palabras: «De momento no es el momento».