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Bárbara Lennie protagoniza Los renglones torcidos de Dios, que se estrena en los cines este jueves 6 de octubre

Crítica de cine

'Los renglones torcidos de Dios': una brillante adaptación de la novela de Luca de Tena

Bárbara Lennie está perfecta como Alice Gould en este filme bien dirigido por Oriol Paulo (Contratiempo)

El director Oriol Paulo dirige la adaptación de Los renglones torcidos de Dios, la novela homónima que publicó en 1979 Torcuato Luca de Tena. Poco tiempo después, en 1983 el director Tulio Demicheli realizó una adaptación en México. Ahora, Oriol Paulo (El cuerpo, Contratiempo, Durante la tormenta…), de la mano de Atresmedia y Ángel Blasco (Filmayer), afronta esta vigorosa versión protagonizada por Bárbara Lennie, y con un pequeño cambio al final respecto a la novela.

Alice Gould (Bárbara Lennie) es una mujer que es internada en un hospital psiquiátrico en medio del campo. En realidad ella está cuerda y es una detective que se hace pasar por una paranoica para investigar una muerte ocurrida en el sanatorio algunos años atrás. El inconveniente de una película cuando es adaptación de una famosa novela, sobre todo si es de suspense, es que el espectador puede conocer el desenlace de antemano, privándole de toda la intriga que atraviesa el argumento. En este caso, sin embargo, lo más probable es que el público joven desconozca por completo la obra de Torcuato Luca de Tena.

Torcuato Luca de Tena, nieto del fundador de ABC, teje una trama compleja de un modo que luego se pondría de moda en el cine en películas como Shutter Island (2010), La chica del tren (2016), Múltiple (2016) o anteriormente en Vértigo (1958). No es fácil llevar al cine estas historias de identidad ambigua, pero Oriol Paulo consigue armarla perfectamente. Combina la claridad expositiva con la perfecta manipulación del espectador. Todas las hipótesis están tan bien planteadas que el espectador realmente no sabe con cuál quedarse. Y ello gracias a un montaje perfectamente pensado y magníficamente engrasado, que lleva al espectador por donde quiere el director en cada momento.

Pero el esplendor de un guion de hierro y la eficacia de un montaje cartesiano, servirían de poco sin una actriz, protagonista absoluta de la historia, que encarne a la perfección los vericuetos ambiguos de su personalidad, tal como los plantean el guion y la novela. Y Bárbara Lennie lo consigue a la perfección. Es una actriz caracterizada por la frialdad de su interpretación, lo cual viene al pelo para la construcción de este personaje, inteligente, calculador, corajudo y lleno de determinación. Le da la réplica un siempre magnífico Eduard Fernández en el papel de director del psiquiátrico, un personaje tampoco carente de ambigüedad. Todo ello viene envuelto en una producción excelente, a cargo de Sylvia Steinbrecht y Mireia Cusó, y en una partitura eficaz del veterano Fernando Velázquez.

La película nos habla de la a menudo frágil frontera entre la salud mental y el delirio, de la ambigüedad de lo aparente y de la complejidad de la verdad. Las mentiras a veces camuflan verdad, y la verdad en ocasiones esconde mentira. Al final el espectador le concede credibilidad al personaje con el que más empatiza, y eso, en la vida real, es el sustento de populismos y demagogias.

El resultado es una buena adaptación, que se sigue con mucho interés, y que da lo que promete. Una película que debería competir en la carrera de los Goya.