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Chicote y la cocinera de un local andaluz se enfrentaron esta semanaLa Sexta

La semana de la tele

Chicote y el fútbol parabrisas de España

El programa de cocina y el estilo de la selección están unidos por un factor común: la previsibilidad

Entre los miles de comentarios y memes que inundaron las redes sociales después de que Marruecos eliminase a España del Mundial el que me pareció más certero fue uno de @PhilAMellows que calificaba el juego de España como «fútbol parabrisas». Es decir, un estilo perfectamente previsible en su soporífera reiteración y, por tanto, no demasiado complicado de desactivar por equipos de alto nivel. Lo vi venir y ahí está mi historial de WhatsApp para demostrarlo. Al cuarto de hora del partido mandé un mensaje a mi muy futbolero amigo Alfredo Varona en el que anunciaba lo que iba a ocurrir: «Esto parece el España vs Rusia de hace cuatro años».

Lo de «fútbol parabrisas» define muy bien esa sinfonía de pases horizontales –de izquierda a derecha, hacia atrás y hacia delante, y vuelta a empezar y así hasta el infinito y más allá– orquestada por el difunto seleccionador, quien sin embargo se mostró muy satisfecho con sus gladiadores porque, presumió, habían desarrollado a la perfección el plan que había pergeñado en su cabeza. Según publicó (creo que) Marca, la estrategia ideada por el streamer consistía en dejar exhaustos a los marroquíes a base de pases –nada menos que 1.019 contó la inteligencia artificial–, pero la realidad es que la sensación que dio fue que, si se llegan a jugar tres prórrogas más, los Leones del Atlas habrían seguido corriendo y los españoles dándose contra un muro. La única posibilidad de victoria pasaba porque se quedasen dormidos, pero eso no ocurrió por más que España lo intentó a base de repeticiones. A base de pases. Decía Menotti que en el fútbol había que decidir entre ser torero y toro: España optó por ser torero, pero de los malos, de los que pegan pases para aquí y para allá como si no hubiese un mañana.

Esto de España ocurrió el martes. Por motivos laborales, un par de días después tocó ver Pesadilla en la cocina. Y fue entonces cuando caí: España es al fútbol lo que Chicote a la tele. Como en un partido de la selección, todo lo que ocurre el programa de La Sexta es perfectamente previsible. Vayamos por partes, como Dexter.

1. Chicote llega al local con la mejor de sus intenciones. Elige cuatro o cinco platos de la carta, que siempre está impresa en un papel cutre, entre ellos los más típicos.

2. Lo que le sirven no está rico. Hay siempre algo directamente incomible y uno pasable.

3. Chicote pasa a la cocina y detecta el hojaldre de grasa que se ha formado en los fogones. Ocasionalmente, puede toparse también con vida no inteligente entre la comida (tipo cucarachas o bichitos menos repulsivos).

4. El chef se pone una camisa colorida y se convierte en observador de un servicio. Todo sale mal. Los platos están malos y se sirven lentos. Los clientes se quejan y/o se levantan. Siempre hay un cocinero díscolo, que se marcha airado en pleno curro ante los comentarios de Chicote y/o el propietario del garito.

5. Da unos consejillos, pero el siguiente servicio, aunque mejora algo, vuelve a ser desastroso.

6. Nuestra estrella televisiva se lleva a un empleado (preferentemente al cocinero díscolo o al dueño, o bien a los dos) a un paraje simbólico o hermoso alejado del local. Ahí la cabeza le hace (o les hace) clic. Confiesa/n algún trauma y llora/n. Promete/n ponerse las pilas para salvar el negocio, que, invariablemente, tiene deudas.

7. La gente de Chicote reforma el local y diseña un nueva carta.

8. El siguiente servicio es un éxito. Chicote es despedido como El Lobo de Pulp Fiction, pero en versión cocinillas.

Van diez temporadas de Pesadilla en la cocina. Solo cabe esperar que España no se pase diez mundiales –ya llevamos tres así– practicando el fútbol parabrisas.