'Living', un espléndido remake de la famosa película 'Vivir' de Kurosawa
La atmosfera british del film, formalista y encorsetada hasta la médula, es el entorno ideal para esta historia de transformación
En 1952 el gran maestro de cine japonés Akira Kurosawa estrenaba Ikiru (Vivir), con un guion inspirado en la novela de León Tolstói La muerte de Iván Ilich. La película se consagró no sólo como una de las mejores cintas del director nipón, sino también como uno de los mejores y más conmovedores dramas de la historia del cine. Hoy, setenta años después, el director sudafricano Oliver Hermanus firma el remake británico de aquella obra maestra. Cuando se rueda una nueva versión de una película tan querida y afamada, los riesgos parecen tener más peso que las oportunidades, y la sombra del fracaso es inevitable. Pero el talento de Hermanus ha doblegado al fantasma de Ikiru y nos ha dejado una película ciertamente brillante. Su primer acierto es haber contado con el premio Nobel de literatura Kazuo Ishiguro como guionista. El segundo acierto es haber fichado al actor británico Bill Nighy como protagonista.
Empecemos recordemos el argumento. Del Tokio original nos trasladamos a un Londres de los años cincuenta, en el que Mr. Williams (Bill Nighy) es un funcionario municipal responsable de Obras Públicas. Está al mando de un equipo humano que obedece sin rechistar sus órdenes. Todos ellos son esclavos conformistas de una burocracia ineficaz y tediosa que da la espalda a las necesidades de los ciudadanos. Son escrupulosamente fieles a esa rutina de procrastinación. Mr. Williams vive con su egoísta hijo y su nuera, que solo se preocupan del dinero. El día que a Mr. Williams le diagnostican un cáncer terminal decide cambiar su forma de vivir y empezar a gustar de todo lo que le ofrece la realidad y que él hace mucho dejó de apreciar y disfrutar.
La atmosfera british del film, formalista y encorsetada hasta la médula, es el entorno ideal para esta historia de transformación. Mr. Williams, sin perder nunca la corrección y la flema de un caballero inglés, convierte su mirada, la abre, y comienza a saborear la belleza de la música, la promesa de la juventud, el disfrute de una buena cerveza… y sobre todo, recupera la pasión por su trabajo, la vocación de servicio público que había sepultado con el paso de los años. Empieza a «ver» a las personas y a tratarlas como tales, a perder el tiempo con ellas, buscando su compañía. Sin embargo, a pesar de lo luminoso de la propuesta, no estamos ante una película a lo Frank Capra, y un halo de melancólica tristeza atraviesa toda la cinta.
La puesta en escena es excelente. Una maravillosa ambientación de época de Helen Scott se completa con una extraordinaria fotografía de Jamie Ramsay. Pero lo que realmente seduce al espectador es la interpretación magistral de Bill Nighy, arropada por unos secundarios convincentes, como Aimee Lou Wood en el papel de la joven funcionaria Mrs. Harris o Alex Sharp, que interpreta al veinteañero lleno de ilusiones Peter Wakeling, y que a Mr. Williams le recuerda cómo era él mismo antes de perder el gusto por la vida.
En conclusión, estamos ante un remake muy logrado, que consigue trasladar perfectamente al mundo británico una película absolutamente oriental como era Ikiru. Oliver Hermanus firma con esta su sexta película, que le ha valido a su protagonista la nominación a los Globos de Oro. Además, el film ha ganado los mejores premios de los prestigiosos British Independent Film Awards. Una buena opción para terminar las fiestas navideñas.