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El suplente se estrena este viernes en los cines españolesA Contracorriente Films

Crítica de cine

'El suplente': el viaje personal de un novelista reconvertido en profesor

El director argentino Diego Lerman ofrece un relato con personajes que destacan por su autenticidad

El veterano guionista y director argentino Diego Lerman afronta con El suplente un racimo de asuntos que tienen como núcleo la cuestión educativa. El argumento gira en torno al personaje de Lucio (Juan Minujín), un hombre joven que se mueve en el mundo literario. Está separado de Mariela (Bárbara Lennie) y comparten la custodia de su rebelde hija de 12 años, Sol, interpretada por Renata Lerman, hija del cineasta, y que ganó el premio a la mejor interpretación de reparto en el Festival de San Sebastián. Un buen día a Lucio le ofrecen suplir al profesor de Literatura en un instituto en Isla Maciel, un barrio deprimido de las afueras de Buenos Aires. Se encuentra con un aula llena de jóvenes desmotivados, provenientes de un ambiente social marginal y conflictivo, y a los que lo último que les interesa es la literatura.

En su difícil tarea, Lucio recibe los consejos de su padre, un buen hombre, dedicado a las obras sociales, que está seriamente enfermo. El padre de Lucio, conocido como el Chileno, tiene un lema de vida que siempre ha inculcado a su hijo: «Nadie se salva solo». Lucio sabe que si no se implica en la vida de sus alumnos, no va a poder hacer un verdadero trabajo educativo. Esa implicación se convertirá en todo un reto cuando uno de sus alumnos, Dylan (Lucas Arrúa), se vea metido en un turbio y peligroso asunto de drogas.

Es evidente que Lerman ha querido tocar muchos e importantes palos, y eso siempre es arriesgado desde el punto de vista narrativo y dramático. Pero compensa ese inconveniente de potencial dispersión con la autenticidad que logra de sus personajes, y la sinceridad de los planteamientos. No es una película de tesis, que busque ofrecer un mensaje cerrado o una nítida respuesta a los problemas que se abordan. Y no lo es porque no se centra en los temas que toca sino en el personaje de Lucio, un ser humano que debe ir respondiendo como puede a los reclamos que le va presentando la realidad: la enfermedad de su padre, la actitud desafiante y rebelde de su hija, la desmotivación de los alumnos, la compleja relación con los padres de estos, la atracción que siente por una compañera, las presiones del jefe narco del barrio… Ante todos estos retos Lucio trata de hacer lo correcto, sin tener experiencia previa en ninguna de esas circunstancias. Cuando su «yo» se pone en juego, empiezan a sucederle cosas que le van haciendo crecer y madurar como persona.

En el viaje personal de Lucio, este descubre que el mundo intelectual porteño del que proviene tiene poco que ver con la realidad de la gente, y debe aprender a mirar a la literatura de otra manera. Los alumnos consideran la literatura como algo «que no sirve para nada», y a partir de ese hecho, Lucio va haciendo un recorrido muy interesante que culmina en una clase sobre el alma humana, una de las escenas más brillantes del film. En la película algunas cosas se resuelven, otras no, como en la vida misma, pero el espectador se lleva la sensación de querer implicarse en las cosas como Lucio, un ser imperfecto pero decididamente vivo.