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Almas en pena de Inisherin se estrena en los cines este viernes 3 de febrero

Almas en pena de Inisherin se estrena en los cines este viernes 3 de febrero20th Century Studios

Crítica de cine

'Almas en pena de Inisherin': la comedia negra y surrealista que aspira al Oscar a la mejor película

Colin Farrell protagoniza este filme de Martin McDonagh (Tres anuncios en las afueras) nominado a nueve Oscar

Con nueve nominaciones a los Oscar y tres Globos de Oro, cualquiera diría que Almas en pena de Inisherin es la película del año. Pero no se me entusiasmen, que no es oro todo lo que reluce. Sin duda es una buena película en la forma, muy buena. Pero otra cosa es el contenido.

El argumento nos lleva a 1922 durante la guerra civil irlandesa entre los partidarios del Tratado con el Reino Unido y el IRA, que se opone. Nos cuenta la historia de Pádraic (Colin Farrell), un irlandés con no demasiadas luces que vive con su hermana Siobhán y una burrita en Inisherin, una aldea situada en una pequeña isla. Pádraic es un buen hombre, que solo se embrutece cuando se emborracha. Su mejor amigo es Colm (Brendan Gleeson), que vive solo con su perro y que toca música tradicional con su violín, su gran afición. Hasta ahora todo es muy bonito, ¿verdad?

Pues bien, un buen día Colm decide romper su amistad con Pádraic porque sí. Porque le resulta aburrido. Pádraic se resiste a aceptar esa incomprensible decisión, y entonces Colm se lo expone con más claridad: cada vez que Pádraic le dirija la palabra, Colm se cortará un dedo de la mano. Y Pádraic, que no es muy listo ¿será capaz de callarse? Estos personajes están rodeados de un coro de secundarios, los habitantes del pueblo -incluido el cura y el guardia-, que son todos para echar de comer aparte, alguno incluso pervertido. La única que se libra de ese panorama desalentador es Siobhán, la hermana, que terminará huyendo de ese enfermizo microcosmos.

Se trata de un planteamiento surrealista, sin duda original, pero del que podría esperarse que evolucionara hacia propuestas interesantes y de cierto calado, pero en realidad no es así. La película nos habla de un hombre bueno que se vuelve malo. Cuando Pádraic se siente injustamente tratado comienza a sacar lo peor de sí mismo. Sin duda es una experiencia comprensible, pero el guion podría haber ido un poco más lejos. ¿Quizá el director, Martin McDonagh, quiere hablarnos de cómo un grupo humano aislado del mundo y cerrado sobre sí mismo se corrompe? ¿Desea apoyar la teoría roussoniana de que la sociedad envilece al ser humano? ¿O se trata únicamente de la enésima película de sustrato nihilista? El espectador sacará sus propias conclusiones.

En ese extraño contexto con estética de western llama la atención la profusa imagenería católica del filme. Está especialmente presente una imagen de la Virgen María en la bifurcación de un camino. ¿Se trata de un simbolismo o solo ilustra el catolicismo irlandés? ¿Es un mensaje sobre la necesidad de redención o, por el contrario, habla de la inutilidad de la religión cuando se reduce a pura formalidad costumbrista? Puede dar una clave el título original del largometraje: The Banshees of Inisherin. Una banshee es una especie de bruja irlandesa que anuncia la muerte, y que se corresponde con un personaje de la película. Entre esos dos polos, la esperanza cristiana y la maldición de la bruja, parece que esta última es la que triunfa. Excepto en Siobhán.

Como decíamos al comienzo, la película es formalmente muy brillante. La puesta en escena tiene mucha personalidad, los paisajes son maravillosos y las interpretaciones memorables. No olvidemos que a Martin McDonagh le debemos el excelente largometraje Tres anuncios en las afueras, que obtuvo dos Oscar de la Academia. En fin, la palabra que mejor expresa mis sentimientos hacia el filme es perplejidad.

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