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Chicote, comiendo gambas congeladas en el programa dedicado al gastrobar Los 5 sentidosLa Sexta

Pesadilla en la cocina

El truco de Chicote para detectar las gambas congeladas

El chef acude al rescate de una pareja en apuros en Coslada

Se va Chicote a Los 5 sentidos, en Coslada, porque allí hay un negocio –y también una pareja– en apuros, la que forman el encargado Enrique y la cocinera Lourdes. «Si esto cierra, la relación se iría al garete, porque va todo unido», advierte él. Es un negocio familiar, donde también trabaja Borja, hijo de ella, y dos amigas de la pareja, la ayudante de cocina Vanessa y la camarera Laura.

«¡Equipo!», grita Borja, el más joven de todos. Pero en Los 5 sentidos no se juega en equipo. Y eso es culpa de que falta un buen entrenador. Sobre el papel, es Enrique el que dirige el negocio, pero es que Lourdes le discute ese papel: «Quiere mandar más que yo», reprocha a su pareja, quien esta al mando en la cocina y más quemada que la moto de un hippie, que diría Michael Robinson. «Estoy cansada de estar cansada», sentencia ella, y no sabemos si es consciente de que esa frase es un verso de una maravillosa canción de Xoel López.

Chicote abre la puerta de Los 5 sentidos con el ímpetu con el que Lucky Luke entraría en el saloon del pueblo y su sexto sentido le dice que hay algo que no cuadra. Porque el primer sentido que le golpean es el de la vista, pues el local está lleno de cajas y congeladores, y parece más un almacén que un gastrobar, como pretenciosamente se anuncia. Alega Lourdes que tiene una cocina pequeña, y de ahí la horrible colonización de espacios que ha hecho. «Mucha gente nos llama el bar de las cajas, el bar de las neveras», admite la pareja de Enrique.

Tras el golpe a la vista, llega un golpe al sentido del gusto. En la cata inicial sirven a Chicote tortillitas de camarones, procedentes sin duda de la sección de congelados del supermercado mas cercano. Luego llegan las gambas a la plancha, y es en ese momento cuando los espectadores sacamos algo en claro de este episodio, que es cómo para detectar gambas congeladas. Este es el truco del chef de Carabanchel: «Se ve que están congeladas porque cuando ves que todos los bigotes están partidos. Es porque al congelarse se vuelven muy quebradizos, y esto pasa además en todas». Tomen nota del consejo. Este producto deja «un poco de desear», pero Lourdes tiene un as en la manga. O eso cree. Le planta tres croquetas, su especialidad, la que aprendió de su madre, quien le contó un ingrediente secreto que no ha revelado ni a su hijo. Chicote las critica por su caparazón, duro, y su escaso relleno. Lourdes llora en la cocina tras el severo juicio: «¿En qué hora me presté a esto?». Esto es a la presencia del chef en su local.

Chicote consuela a Lourdes, la cocineraLa Sexta

Después se arrepentirá de esas palabras. Porque es Chicote el que la abraza cuando pierde los papeles durante un servicio y se pone a gritar: «Estoy harta de vivir con dinero». Y llora. No ha habido, y dudamos que la haya, un episodio de Pesadilla en la cocina donde se llore más. El gastrobar Los 5 sentidos podría rebautizarse perfectamente como Mar de lágrimas. No es para menos, porque Enrique ha invertido en este local 42.000 euros que le prestó su hijo y no le ha podido devolver ni un céntimo.

El equipo del local de Coslada, al completoLa Sexta

Los problemas de organización lastran el normal funcionamiento del local, y es Chicote el que frena esa hemorragia. También el que reforma el establecimiento y la carta. Llega así el tradicional triunfo con el que se cierran todos los Pesadilla en la cocina. Solo que en esta ocasión hay, además, una sorpresa feliz: Enrique pide matrimonio a Lourdes. Nuevo local, nueva carta, nuevo matrimonio. Todo este pack se lleva esta pareja residente en Coslada gracias a Chicote. Mientras, los espectadores se llevan un consejo: cómo detectar las gambas congeladas.