Entrevista
José María Paz Gago, sobre el origen del cine en España: «La primera película se hizo en La Coruña, no en Zaragoza»
Salida de misa de doce de la Iglesia del Pilar de Zaragoza había sido considerada históricamente como la película que inauguró el cine español. José María Paz Gago ha querido demostrar, gracias a su biografía novelada sobre José Sellier, que el francés afincado en La Coruña fue la primera persona en filmar una película con un cinematógrafo en España. La máquina de la eternidad es el título de su nueva novela, donde recrea la vida del francés y en la que dibuja un panorama de La Coruña de la Belle Époque que no dejará de sorprender a los lectores.
–Así que la primera película no es Salida de la misa de doce de la Iglesia del Pilar de Zaragoza…
–Se pensaba que la primera película hecha en España por un español era la de la Eduardo Gimeno. Nosotros, una serie de investigadores gallegos, demostramos que la primera es o El entierro del general Sánchez Bregua u Oleaje, ambas de José Sellier. La primera película que hicieron los franceses es Salida de los obreros de la fábrica Lumière en Lyon, y en España la primera película es el entierro de un general. La confusión llegó ya que se pensaba que la película de Eduardo Jimeno era de 1896, lo cual no es cierto porque las cámaras Lumière no se pusieron en venta al público en general hasta mayo de 1897, por lo que la cinta debería ser de la salida de misa del Pilar del 12 de octubre de 1897 y no de 1896 como se pensaba. Las películas de Sellier son de julio de 1896, cuatro meses antes. Además, Sellier y su hermano provenían de Lyon y mantenía relación con los hermanos Lumière, por lo que seguramente compraran una de las primeras cámaras que pusieron a la venta antes que Eduardo Gimeno.
–¿Qué es La máquina de la eternidad? ¿Por qué este título?
–Los primeros cineastas pensaban esto, es decir, no se conocía la imagen en movimiento, solo se conocía la imagen fija. Una fotografía es un recuerdo más o menos subjetivo de una persona, pero para ellos el cine era arte, que lo es, y era el arte más realista posible. Era ver a una persona con su estatura, sus gestos, sus movimientos, con su voz… Verla en movimiento significaba que la esencia de esa persona estaría ahí siempre, que sería eterna. Ha habido numerosas reflexiones, y mi libro empieza con eso, con una frase de Amado Nervo, poeta mexicano que en 1898 fue a ver una de las proyecciones de cinematógrafo y dijo «a partir de ahora esa gente va a estar ahí eternamente». Por eso es La máquina de la eternidad.
–En su libro nos muestra una imagen novedosa de La Coruña de la Belle Époque, ¿cree que sorprenderá a los lectores?
–Sí, está sorprendiendo mucho. A la segunda generación se pierde la memoria, incluso se ha perdido el apellido Sellier en la ciudad. Yo perseguía la figura del primer cinematografista, que es como se les llamaba entonces, pero me encontré algo curiosísimo. Sellier y su hermano son franceses y traen las últimas tecnologías a España, Galicia y La Coruña; la fotografía y el cinematógrafo, pero sus esposas traen la última moda de París y abren dos boutiques en la ciudad. En La Coruña de la Belle Époque había una gran y poderosa colonia francesa. Barrié de la Maza y los Molezún eran algunas de las familias francesas que convirtieron a la Coruña en un pequeño París con tiendas con la última moda parisina. Además, era una ciudad muy cosmopolita, muy internacional y viva, porque era el gran puerto de conexión con América. Llega la Guerra Civil y se carga todo esto.
–Ha sido una larga investigación. ¿Qué es lo que más le ha sorprendido?
–Cuando indagas y te metes en bibliotecas y archivos, te vas sorprendiendo con muchas cosas. A mí me sorprendió muchísimo el círculo de Sellier, todos sus amigos que luego van a ser tan importantes. Las fotografías como la de Emilia Pardo Bazán a la que dan vida capturando el movimiento con una silla, una fotografía muy romántica de Rosalía de Castro o la fotografía de la hermana de Piccaso, eran todas de Sellier. Numerosas fotografías que no sabían que eran de ellos y he descubierto gracias a esta investigación.
–¿Cómo proyectaba Sellier sus películas en aquella época?
–Las cámaras Lumière servían para grabar y proyectar al mismo tiempo. José Sellier, cuando llega con su cámara Lumière a La Coruña, alquila un local, en su momento llamado Bazar de la industria, donde alquila una sala. Sellier tenía mucha prisa por ser el primero en hacer y proyectar cine compitiendo con unos portugueses que habían llegado a Galicia. Con la coincidencia de que ambos, el mismo domingo de finales de mayo, realizan la primera producción que se hace en Galicia. Sellier, en Bazar de la industria; y veinte metros más lejos, los portugueses. Sellier consiguió desbancar a los portugueses. Ellos proyectaban películas de los Lumière, pero José Sellier es el primero que empieza a grabar escenas de la vida cotidiana de La Coruña, lo que llama la atención de los coruñeses que prefieren ir a verse a ellos.
–Después de reivindicar que la primera película se filmó en La Coruña, ¿han recibido alguna queja o crítica por desbancar a la película aragonesa?
–Hicimos un congreso en el centenario del cine para reivindicarlo. La comisión la dirigía un director aragonés, el historiador de cine que tenía más protagonismo, Sánchez Vidal, era el catedrático de la universidad de Zaragoza y, en fin, no se le puede quitar méritos a Aragón. Solo con que Buñuel hubiera nacido en Aragón, respeto totalmente que los aragoneses se hayan colgado esa medalla. En aquel momento fue muy difícil, pero ya se reconoce totalmente puesto que está documentado. Además, ellos tienen el mérito de que su película se conserva y la nuestra no.
–No se conserva la cinta de El entierro del general Sánchez Bregua, pero ¿se conserva alguna otra película de los Sellier?
–No se conserva ninguna. Sellier acaba siendo una gran desilusionado. La gente iba a ver una sesión y al cabo de una semana ya se sabía esa cinta. Hay una famosa frase de los Lumière: «el cine es un gran invento, pero sin ningún porvenir». Es un gran inventor, pero pésimo profeta de lo que ha acabado siendo el cine. El cinematógrafo primitivo no consiguió enganchar al público. A principio llenaban salas, pero luego ya no. Intentaban animarlo convirtiéndolo en espectáculos de feria, pero no consiguieron mantener el interés del público. No fue hasta más adelante cuando comenzaron a hacer películas de ficción. Sellier no le dio importancia y volvió a dedicarse a la fotografía, por lo que seguramente se deshiciera de las cintas sin darles importancia. Aunque yo no pierdo la esperanza de que algún día aparezca algo.