Días de tele
Ramón García y el secreto mejor guardado de 'Grand Prix': «Siempre teníamos una ambulancia de guardia»
El equipo del programa llevaba la contabilidad de narices, brazos y piernas rotas
Fue un 21 de junio de 1996, viernes. Era el primer día de verano. A las diez y media de la noche empezó Grand Prix, el programa en el que dos pueblos competían cada noche en una especie de Humor amarillo a la española. El resto es historia de la televisión española, que anoche se recordó en Días de tele.
«El primer espectador feliz era yo», afirmó Ramón García en su regreso, en la noche del miércoles, a la cadena que lo emitía, TVE, que no visitaba desde 2019, cuando acudió a un Lazos de sangre dedicado a Ana Obregón. «Yo lo probaba todo», recordó, en relación a las disparatadas pruebas, entre las que destacaba la que contaba con una vaquilla como estrella. Cerca de cuatro millones de españoles seguían cada semana el programa, cuyo ganador final se llevaba un premio de seis millones y medio de pesetas (unos 39.000 euros).
Como «ya ha prescrito», Ramontxu reveló que en aquel programa los trompazos tenían consecuencias. Y que detrás de los decorados los miembros del equipo del programa llevaban la contabilidad de narices, brazos y piernas rotas «según los participantes se iban rompiendo cosas». «Siempre teníamos una ambulancia de guardia», contó. Cuando volvían enyesados, todos querían la rúbrica de Ramón: «Era como la medalla de las Olimpiadas… Me he roto el brazo y me lo ha firmado Ramontxu». No solo los concursantes sufrían. También los famosos que apadrinaban a cada uno de los equipos. «Marianico el Corto se rompió el tobillo. Cristina García Ramos, igual».
Para Ramón García, la clave era el ritmo alocado: Grand Prix se emitía en diferido, pero «lo grabábamos en tiempo real».
El creador del programa, Francesco Boserman, contó cómo se le ocurrió la idea: «Surgió por casualidad», reveló. Nació de sus viajes por España, en los que recorría los pueblos de España en coche en compañía de su mujer pueblos. Reparó en que «se hacían muchos encierros», y de ahí nació la idea de poner a una vaquilla en el logo del programa y en convertirla en la estrella de una de las pruebas, en la que los participantes tenían que superar un reto mientras el animal intentaba impedirlo de forma inconsciente con sus embestidas. Así eran las vaquillas: «Muy pequeñas pero con una cabeza durísima…».
Carolina Iglesias, colaboradora del programa, era una cría cuando se emitía Grand Prix, pero ya entonces era fan. De hecho, en un programa anterior contó que el primer hombre que le gustó fue Ramón García. El presentador se sentó a su lado. Acabaron dándose un pico: «Mamá, pon el vídeo», pidió ella antes.