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Rafa Castaño, en el momento en el que completa el rosco y gana el bote más alto de la historia de PasapalabraAntena 3

La semana de la tele

La grandeza de Rafa y Orestes, el rosco a Antena 3 por el horario de Pasapalabra y el adiós a Laura Valenzuela

El jueves por la noche, demasiado por la noche para tratarse de un concurso familiar (Pasapalabra comenzó a las 23:05, hora peninsular, para re-bote de los espectadores con Antena 3), asistimos a la alegría, comedida y serena, de Rafa Castaño tras completar del tirón el rosco de Pasapalabra y ganar el bote de 2.272.000 euros, el premio más alto en la historia del concurso.

Antena 3 ya había promocionado días antes que entregaría el bote a lo largo de la semana y el miércoles, al acabar Pasapalabra, Roberto Leal apareció en nuestras pantallas para anunciar que el gran momento se produciría el jueves por la noche, fuera del horario habitual de Pasapalabra (de 20:00 a 21:00). Aun así, hubo sorpresa.

Orestes y Rafa estaban sobradamente cualificados para llevarse el bote (Rafa se había quedado 13 veces a un solo acierto de completar el rosco y Orestes, 15), pero en los últimos programas se había impuesto este último y por las redes circulaban rumores que apuntaban como ganador a Orestes, con imágenes de él abrazado a un emocionado Roberto Leal. Pero ganó Rafa, una sorpresa relativa comparada con la forma en que lo hizo. Acertó las 25 palabras del rosco de una sentada, sin ni siquiera dar opción a Orestes de empezar su rosco. A partir de ahí asistimos a otra sorpresa que en realidad no lo era tanto.

Lejos de explotar de júbilo por su hazaña y por su premio millonario, el ganador del bote sujetó sus emociones. Horas después, Rafa confesaría en su entrevista en El Debate el motivo de su reacción controlada: tenía Orestes al lado y quería demostrarle su respeto y su empatía. Elegante, Rafa, en su triunfo. Elegante, Orestes, en su no victoria. Porque no merece calificarse como derrota su extraordinario desempeño durante 360 programas ni su premio acumulado de 215.000 euros.

Todo eso ocurría ya sobre la medianoche. Y por esa razón Antena 3, ganadora con las audiencias y con los ingresos de publicidad, sí perdió. Si las 22:45, la hora fijada para el inicio de Pasapalabra tras el final de El Hormiguero, era ya un pésimo horario para los niños, las personas que madrugan y para los mayores, retrasar su comienzo hasta las 23:05 provocó un enfado aún mayor y lógico entre los espectadores.

Pasapalabra, como decía la canción del Grand Prix de Ramón García, es ahora el programa del abuelo y el niño. Y a esas horas, el niño está en la cama y el abuelo, probablemente, dormido en su sillón. La televisión es como el fútbol: un negocio. Pero, antes que eso, la televisión y el fútbol son para la gente. Y sin público, no hay televisión, no hay fútbol y no hay negocio. Al público. Si además son niños o mayores, más aún.

Un 10 para Rafa y Orestes; un rosco para Antena 3

Pasapalabra es, para bien, una rara avis en la televisión actual. Es uno de los poquísimos programas que, aún hoy, es capaz de reunir a la familia delante del televisor. De entretenernos y sacarnos durante una hora de nuestros problemas, una loable función social a la que contribuye de manera decisiva su presentador, Roberto Leal. Era de ley que todos los que han seguido a Rafa y Orestes durante tantas tardes, hubiesen podido hacerlo también en su último día en el concurso. Rafa y Orestes se merecen un 10. Y Antena 3, por el horario del bote de Pasapalabra, un rosco.

El viernes (Pasapalabra terminó pasada la medianoche del jueves) había comenzado con la alegría más esperada de la televisión, la del bote millonario de Pasapalabra. Después, a la tarde, llegó la tristeza por el fallecimiento de Laura Valenzuela. Muchos, por edad, la recordamos únicamente de su etapa en Telecinco pero, para los jóvenes que no la conocieran, además de actriz, Laura Valenzuela fue la primera presentadora de televisión en España. Una de las mejores que hemos tenido.

Laura Valenzuela reunía todas las cualidades deseables en un presentador de televisión: naturalidad, sencillez, capacidad de comunicación, talento, simpatía y una extraordinaria habilidad para la improvisación. Nuestros padres y nuestros abuelos se sentaban delante del televisor para ver los programas de TVE que presentaban ella y Joaquín Prat. Los dos habrían sido también grandes presentadores de Pasapalabra. Descanse, descansen, en paz.