La semana de la tele
Los últimos y sonados fracasos de la televisión pública
Los malos números de Cover night se unen a los de La gran confusión y el programa de Julia Otero
No acaba de acertar RTVE con sus más caras apuestas. Se la pegó con Xavier Sardà, maestro de ceremonias de La gran confusión, y se la ha vuelto a dar con Miguel Bosé, jurado estrella de Cover night. Uno y otro programa parecían dos triunfos seguros, cantados de antemano, pero se han revelado como los dos últimos grandes fracasos de la cadena pública. Completa el podio el regreso de Julia Otero, cuyo programa no ha sido un descalabro de audiencia tan agudo como los antes nombrados pero que, sin duda, ha estado por debajo de las altas expectativas.
Con La gran confusión, TVE pretendió recuperar para su causa a aquel presentador que repartía gallifantes en la cadena pública a los nenes a principios de los años 90 y que acabó moderando el late night más pasado de vueltas de la historia de la televisión en España, aquel en el que tan pronto el moderno Boris Izaguirre se bajaba los calzoncillos como el clásico Mariano Mariano contaba un chiste más propio del siglo XIX que del XX, todo ello entrelazado con sórdida ronda de sucesos y empalagosa crónica rosa. Pero la tele moderna de antaño es hoy un fósil. Lo moderno es La resistencia, ese programa que lleva cinco temporadas funcionando sin más guion que la improvisación de su presentador, que lo único previsible que hace –y ni siquiera todos los días– es preguntarle a sus invitados cómo van de chequera y qué tal les ha ido en la cama en el último mes.
Cambio generacional
Aún siendo un gran profesional, Sardà representa la tele de otro tiempo, igual que Miguel Bosé representa la música de otro tiempo. Hace unos años, la simple presencia de cualquiera de ellos en la tele era garantía de audiencia. Pero hoy uno y otro son unos desconocidos para las nuevas generaciones, más proclives a adorar los contenidos de un tiktoker que a las leyendas de la tele que asocian con la generación de sus padres. No es justo, pero es ley de vida.
El caso es que Sardá estaba destinado a reinar en la noche de los sábados y su programa acabó desplazado de las 22 horas hasta las 00.10. Al mismo tiempo, Cover night empezó a emitirse los jueves pero ha acabado desplazado a los sábados tras el descalabro de audiencia. La gran baza de este último espacio era Miguel Bosé, pero los más jóvenes el hijo del trueno (y de Lucía) es ese señor que habla raro, que canta Bandido, esa canción tan del gusto de sus madres, y que dice «el bicho» para referirse al coronavirus, que cree que es el mayor trampantojo sanitario de la historia. Sí, también está Chanel, pero tiene incluso menos tablas que canciones para sustentar un formato de este peso.
Por último tenemos el programa que supuso el regreso de Julia Otero a la cadena pública, Días de tele. No se ha pegado un trompazo tan grande como los dos antes citados, pero se esperaba más respaldo de la audiencia, que lo ha ido abandonando así que han ido avanzado las semanas.
En resumen: las tres últimas grandes apuestas de TVE para el prime time se han dado un batacazo –en mayor o menor medida– de audiencia. Y no será por falta de medios: los presupuestos públicos han sido más que generosos. Pero el caso es que ese dinero no se ha visto en pantalla o, al menos, no ha lucido.
A TVE siempre le quedará MasterChef, que aunque no logre los números de antaño al menos mantiene el tipo en cuanto a audiencia. Eso sí, en el futuro irá a menos si el programa continúa acabando a horas intempestivas, incumpliendo todas las promesas de racionalización de horarios reiteradas decenas de veces por la cadena pública.