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Luka, con la mordaza, durante el cocinadoLa 1

La semana de la tele

'MasterChef' imita a 'Pulp Fiction', pero ni así atrae

La undécima edición del ‘talent’ culinario es, con mucho, la menos vista de la historia

Esta semana se ha hablado más del troleo en directo que sufrió Ana Rosa Quintana que de MasterChef, cuya undécima edición sigue pasando sin pena ni gloria, aburrida como pocas, pese a que, en la búsqueda desesperada de la audiencia perdida, da la impresión de que ya vale todo. Nos referimos al trato que recibió en la décima gala el aspirante tiktoker, un asunto sobre el que queremos volver ahora que la semana acaba y toca hacer este balance.

El tiktoker en cuestión se llama Luka, y es la cuota gay del casting, esa que en el celebrity han ocupado Boris Izaguirre o Josie, que se convirtieron, por su ingenio y simpatía, en motores de sus ediciones. No es el caso: Luka tiene 18 años y, sí, es más pesado que una vaca en brazos, pero de ahí a que lo sometan a una humillación y nadie diga nada media un abismo. La prueba de exteriores tuvo como marco Bacanal, «el circo de los horrores, un espectáculo para avivar los instintos más básicos del ser humano», se indicaba en la web de televisión española. Y, en ese contexto, con esa excusa, un Lucifer que apareció por las cocinas dio orden de colocar una mordaza al chaval para que dejase de atronar los oídos a sus compañeros y, de paso, a los telespectadores. Así que Luka acabó caracterizado como Marcellus Wallace (Ving Rhames) y Butch Coolidge (Bruce Willis) en aquel sótano de Pulp Fiction. «Ni de coña», dijo el chaval cuando le dijeron que tenía que ponerse la mordaza y cocinar con ella. Pero lo tuvo que hacer.

Marcellus Wallace (Ving Rhames) y Butch Coolidge (Bruce Willis) en 'Pulp Fiction'

A raíz del suicidio de Verónica Forqué se recordó su paso por MasterChef Celebrity, que acabó con un «no puedo más» que mostraba su incapacidad para soportar aquella presión. «Mi cuerpo y el universo me estaban diciendo' tú tienes que parar», había dicho la actriz antes de irse. El programa lleva a los aspirantes al límite, y eso es algo común a todas las ediciones, donde los lloros son el pan de cada día. Lloró Luka en la prueba de exteriores: «No me apetece ponerme esto y la gente está diciendo que lo hago todo mal», sollozó. Solo entonces le quitaron la máscara de marras: «Levantamos el castigo. Venimos a divertirnos, a entretenernos… Ya sabes cómo es Lucifer», se excusó el chef Pepe Rodríguez.

Luka, liberado una vez que le quitaron la mordazaLa 1

Un paso más en ese «Gran Hermano con cacerolas» que es MasterChef, según el actor Jesús Castro, y que emite –conviene no perderlo de vista– la televisión pública. Un paso más en la degradación de un espacio que ya no sabe qué hacer para llamar la atención. Pero ni así atrae: entre las diez galas menos vistas de la historia figuran nueve de la presente edición. La de la mordaza de Luka es la quinta con menos seguimiento desde que el programa de anónimos se empezó a emitir en 2013.

Por cierto, el programa sigue acabando a las tantas de la madrugada, incumpliendo así de forma sistemática, una edición más, aquello que se prometió desde la dirección de RTVE, que era que se racionalizarían sus emisiones para adaptarlas a los ritmos normales del sueño. Pero no. Y eso que en esta temporada hay dos emisiones semanales. Esto hacía pensar que sería para acortar la duración, pero lo que ha hecho es aumentar el número de participantes: son tantos que van diez programas y aún no nos hemos aprendido los nombres. Los de los que ya se han ido los hemos olvidado. Lo que no conviene olvidar nunca es cómo la mordaza de Luka, signo de degeneración de un programa que, antaño, movía masas sin necesidad de excesos.