Así ha sido la actuación de Blanca Paloma en Eurovisión 2023: tres minutos de arte y color español

Tras muchos meses de preparación, muchos ensayos en el escenario de Liverpool y dos semifinales, por fin ha llegado el día de la verdad, la gran final de Eurovisión 2023. Con 26 países participando en esta gala, nuestra representante, Blanca Paloma, ha actuado en el octavo puesto, dentro de la tan temida primera mitad de la final. La representante de España en Eurovisión 2023 ha salido al escenario a las 21:51 y ha bordado su actuación.

Desde el momento de los ensayos de Blanca Paloma con público en el M&S Bank Arena de Liverpool, la prensa internacional enloqueció con la actuación de nuestra representante, que provocó una gran cantidad de críticas positivas que dejaban las expectativas de la actuación de esta gran final por las nubes, y Blanca Paloma no ha defraudado.

Una actuación cargada de arte y simbolismo

La actuación no ha podido comenzar mejor, con un primer plano a contraluz de Blanca Paloma cantando el inicio tan etéreo y mágico de Eaea, que se va enfocando en ella según se acerca el inicio de la primera estrofa. A continuación, hemos visto a Blanca Paloma envuelta en ese mar de flecos tan característico que la ha acompañado desde el Benidorm Fest, y que ha rodeado las cámaras durante el primer estribillo, todo ello mientras que el color rojo era el principal protagonista.

El primer momento en el que Blanca Paloma nos ha hecho volar ha llegado tras el primer estribillo, donde hemos visto, gracias a un plano casi cenital, a Blanca arrodillada en el suelo sobre ‘la luna’, cantándole al cielo a la yaya Carmen, y donde hemos apreciado con más claridad el círculo de flecos rojos que la rodean a ella y a sus bailarinas. Inmediatamente después, Blanca Paloma ha salido del círculo de flecos para cantar la segunda estrofa en la parte frontal del escenario, moviéndose de izquierda a derecha y dejando ver con más claridad la disposición de elementos de la escenografía, la grandiosidad del escenario de Liverpool y la potencia de la iluminación y del juego de luces que han acompañado a la ilicitana.

Después de la tormenta ha llegado la calma. Mientras hemos visto a las bailarinas realizar la coreografía de Eaea frente a los flecos y con todas las pantallas iluminadas de blanco, Blanca Paloma se ha acercado a uno de los extremos laterales del escenario para cantar la parte más íntima de la canción. Con un primer plano muy cercano y con ella arrodillada una vez más, hemos visto cómo la ilicitana le ha cantado a su mano directamente iluminada ‘desde el cielo’ en el momento más sentido del tema, con fragmento a capela incluido, para posteriormente hacer su característico gesto de arquera y dejar la canción explotar.

Un final épico para cerrar una actuación redonda

A continuación, las bailarinas de Blanca se han colocado en la pastilla central del escenario y encima de una plataforma, preparadas para el final del tema. Las cámaras han acompañado a Blanca mientras caminaba a la plataforma en el centro de la pastilla y, mientras se ha subido a ella, hemos visto un plano cenital puro de esta parte del escenario y que emulaba el 'ojo' que ya estaba también en el Benidorm Fest, pero que no se ha podido recrear en el escenario de Liverpool de la misma manera que en la preselección.

Para culminar la actuación, Blanca Paloma ha sorprendido a todos cantando el agudo final original que podíamos escuchar en la versión de estudio del tema, pero que Blanca no interpretó ni en el Benidorm Fest ni en ninguna de las pre-partys previas al Festival de Eurovisión. Mientras esto ocurre, hemos apreciado un plano general de todo el escenario que poco a poco se acercaba a Blanca y a sus bailarinas, y que ha terminado cerrando la actuación con un flashazo a negro al mismo tiempo que la ilicitana ponía punto final a la actuación.

A falta de conocer el resultados de las votaciones de la final de Eurovisión 2023, las cartas de España ya están sobre la mesa. Blanca Paloma ha emocionado y ha pellizcado los corazones de toda Europa con su actuación cargada de arte, emoción y simbolismo. ¿Será suficiente para alzarnos con el micrófono de cristal?