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Cary Grant, una de las grandes estrellas de la historia del cine

Historias de película

El traje más incómodo para Cary Grant, el actor más elegante de la historia del cine

Estrella entre las estrellas de Hollywood, su vida fuera de las pantallas se parecía poco a su imagen en el cine

Aún no hemos alcanzado la primera hora de esa obra maestra que es Con la muerte en los talones cuando Roger O. Thornhill, a quien ya han confundido con el tal George Kaplan y le han cargado el muerto, se abre paso entre el gentío de la estación de Grand Central dispuesto a comprar su huida en forma de billete de tren. Y como estamos en una película de Hitchcock, y en las películas de Hitchcock después de un problema solo viene otro problema, al hombre que atiende a Cary Grant y sus gafas oscuras al otro lado de la ventanilla le da por tocar las narices en el peor momento.

Cary Grant, en Con la muerte en los talones

«¿Le pasa a usted algo en los ojos?, pregunta con inquina el trabajador de la estación que despacha los billetes. Y Roger O. Thornbill, que acaba de verse en las portadas de los periódicos, no está para tonterías. «Sí, son muy sensibles a las preguntas», responde el protagonista antes de colarse en el tren en el que viaja Eva Marie Saint con destino a la historia del cine. Los ojos de Cary Grant también acusaban esa misma sensibilidad en la vida real.

Cary Grant y Eva Marie Saint, en Con la muerte en los talones

Cary Grant parecía cómodo en todos sus trajes. De hecho, no es que él los eligiera: eran los trajes quienes lo elegían a él. Cómodo en todos, menos en uno: el de su propia vida. Ese que ocultaba al fondo de un armario del que no llegó a salir para no ver perjudicada su carrera. Porque Archibald Leach, el nombre con el que nació el actor más elegante que ha dado Hollywood, se casó con cinco mujeres (Virginia Cherrill, Bárbara Hutton, Betsy Drake, Dyan Cannon y Bárbara Harris) y se enamoró profundamente de otras tan imponentes como Sofía Loren, pero también compartió algo más que casa con piscina con el actor Randolph Scott.

Cary Grant y Sofía LorenGTRES

Hijo de un sastre judío y de una madre costurera, Archibald Alec Leach vino al mundo en Bristol, Reino Unido, en 1904. No fue la suya una infancia fácil. No conoció a su hermano mayor porque el pequeño murió de meningitis antes de que él naciera. Y su padre era bebedor y, cuando Archie era aún un niño, le contó que su madre se había ido de casa para disfrutar de unas largas vacaciones. Tan largas que Archie pensó durante muchos años, incluso cuando ya era Cary Grant, que su madre había muerto. No era así.

La mujer, que padecía una enfermedad mental, permanecía ingresada en un hospital psiquiátrico y su padre aprovechó para casarse con otra mujer cuando Archie apenas tenía 10 años. Antes de viajar a Nueva York, Archibald aprendió a ser acróbata. Y, una vez allí, actuaba como tal y como cantante en pequeños teatros, algunos ambulantes. En 1932 debutó en el cine. Solo en ese año ya trabajó en siete largometrajes y un corto. Y cayó en la gracia, valga la expresión, en la que no había caído en su infancia: El ídolo de Nueva York, La pícara puritana, La fiera de mi niña, Solo los ángeles tienen alas, Luna nueva, Mi mujer favorita, Historias de Filadelfia, Serenata nostálgica

Katharine Hepburn y Cary Grant, en La fiera de mi niña

Y después Sospecha, con Hitchcock llenando de suspense y de luz el vaso de leche que sube Cary Grant por las escaleras hasta la habitación de Joan Fontaine. Y Encadenados, con Ingrid Bergman y la escena de la bodega. Y, después de unas cuantas películas más, Atrapa a un ladrón con Grace Kelly. Y Tú y yo, con Deborah Kerr. Y Orgullo y pasión, con Sofía Loren, de la que se enamoró durante el rodaje en Ávila. Y otra vez Ingrid Bergman en Indiscreta. Y Con la muerte en los talones antes de entrar en las últimas estaciones de su brillante carrera: Charada, junto a Audrey Hepburn; Operación Whisky; y Apartamento para tres (1966), con Cary Grant en camiseta interior y calzoncillos por las calles de Tokio en los Juegos Olímpicos.

Cary Grant y Audrey Hepburn, en Charada

Aún tenía 62 años, pero Cary Grant decidió retirarse antes de tiempo. «Estoy cansado del cine y el cine está cansado de mí», argumentó. Tiempo atrás ya había empezado a experimentar con el LSD como terapia y repitió con frecuencia hasta que lo dejó camino ya de los 70 años. Cary Grant, a quien en el cine apenas logró ensuciar la avioneta que va directo a él en Con la muerte en los talones, arrastró esa mancha fuera de las pantallas, pero también otra: las acusaciones de su trato, supuestamente posesivo, a varias de sus mujeres.

Frank Sinatra entregó el Oscar honorífico a Cary GrantGTRES

La Academia de Hollywood, que nominó dos veces sin premio a Cary Grant (por Serenata nostálgica y Un corazón en peligro), le concedió el Oscar de Honor en 1970. Se lo entregó Frank Sinatra ante un público lleno de estrellas que rompió a aplaudir en cuanto apareció sobre el escenario una larga figura, ya con el pelo cano, que lucía la misma sonrisa y desprendía el mismo encanto de siempre.

Archibald Leach murió de un ataque al corazón en Iowa, en 1986, con 82 años. Cary Grant, en cambio, y mientras se puedan ver sus películas, no morirá nunca.