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Sebastian Maniscalco y Robert De Niro protagonizan Todo sobre mi padre, ya en los cinesDiamond Films

Crítica de cine

'Todo sobre mi padre', la nueva comedia disparatada de Robert De Niro

La cinta aborda con humor las relaciones paternofiliales

Es del dominio público que Robert De Niro ha dedicado los últimos años de su carrera a trabajar en patochadas cómicas de trazo grueso, a menudo con interpretaciones histriónicas. Aunque Todo sobre mi padre iría en esa línea, lo cierto es que se trata de una comedia menos boba que las otras, y el trabajo de De Niro, mucho más comedido. Afortunadamente. La trama la protagonizan un padre y un hijo italoamericanos. El padre, Salvo (De Niro), es peluquero. Está viudo y solo le queda su hijo Sebastian (Sebastian Maniscalco), que regenta un hotel barato. Sebastian tiene una novia, Ellie (Leslie Bibb), que pertenece a la alta sociedad: su padre es dueño de una cadena de hoteles lujosos y su madre es una mediática senadora. Pero Salvo está convencido de que esa familia no es para su hijo, que tiene un origen humilde y trabajador. La situación se pone a prueba cuando padre e hijo son invitados a pasar un puente en la casa de campo de la familia de la novia.

La película se basa en la clásica comedia de contrastes, en este caso, entre la cultura popular italoamericana y la mentalidad wasp. Pero, acertadamente, la directora Laura Terruso se centra en la relación paternofilial, ya que el guionista –el propio Sebastian Maniscalo– se inspira en su propia vida, dando incluso su apellido al protagonista. En realidad, la cinta nos ofrece dos modelos de paternidad. El padre de Ellie, Bill (David Rasche), ejerce una paternidad sobreprotectora, tratando de dar todo resuelto a sus hijos, ya adultos, usando su poder y su dinero para evitarles cualquier fatiga. Sin embargo Salvo ha educado a su hijo para que salga adelante por sí mismo, tratando de que llegue a ser él mismo.

Esa es la razón por la que Salvo no aprueba esa relación: está convencido de que su hijo se va a echar a perder en una familia donde todo se lo van a dar resuelto. Pero todos los personajes van a poder vivir su arco de transformación y abrir sus posturas a nuevos planteamientos. En el centro está una concepción fuerte de familia, en la que la verdad de los vínculos tiene más fuerza que los desencuentros y diferencias. Por eso, al final lo que vence es el mutuo amor paternofilial.

La película tiene momentos divertidos y escenas brillantes –como la de la cena italiana que ofrece Salvo a sus anfitriones– y otros más casposos o de trazo grueso –como el momento en que Sebastian pierde su bañador y queda expuesto a los más variados comentarios sobre su miembro viril–. Pero el tono de la película no es demasiado burdo, ni las situaciones excesivamente ridículas. El personaje de Sebastian está al límite de la caricatura, tanto por su caracterización como por su actuación, lo cual sorprende un poco siendo él el guionista –junto a Austen Earl– y su propia biografía la inspiración del filme.

En definitiva, la película da para pasar un buen rato y llevarse un mensaje positivo. Pero tampoco para mucho más.