Crítica de cine
'Su único hijo': el retorno del clásico cine bíblico
En la película sobre la figura de Abraham son tan importantes los diálogos como los silencios
El cine bíblico conoció tiempos de gloria en la edad de oro del cine y actualmente es más bien anecdótico, aunque con ejemplos interesantes. Nos referimos al cine que recrea episodios o personajes tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. Más allá de las series de Lux Vide, y de películas correctas pero no inolvidables, como Pablo de Tarso (Andrew Hyatt, 2018), sí merece la pena que recordemos la famosa La Pasión de Cristo (Mel Gibson, 2004), Noé (Darren Aronofsky, 2014) o la discutible cinta británica María Magdalena (Garth Davis, 2018). En el momento actual, y después del éxito de la serie The Chosen, su misma distribuidora Angel Studios estrena otra producción bíblica, Su único hijo, película dirigida por David Helling.
En este caso, el argumento se centra en la vida de Abraham, concretamente recreando el momento en que Dios le pide que sacrifique a su hijo, que tanto le costó tener. En ese sentido, el filme es una especie de road movie que acompaña a Abraham los días de viaje que le separan del país de Moria, a donde se dirige para cumplir la voluntad del Señor. Además de su hijo Isaac, le acompañan dos criados, que van a desempeñar un significativo rol en la película. El director introduce un par de escenas en las que aparecen unos malévolos soldados que permiten crear ciertas situaciones de tensión para dinamizar el desarrollo narrativo y dramático del largometraje.
Pero el guion no se limita a ese episodio. A través de diversos flashbacks, el espectador va conociendo otros momentos decisivos de la biografía del Patriarca de Israel. El foco dramático de la película está puesto en la fe de Abraham en Dios, una fe que, a la vez que es confiada e inquebrantable, también está atravesada del dolor y la incomprensión sobre los caminos que Dios le pide recorrer. Sin embargo, Abraham tiene la experiencia de que el Señor es fiel, especialmente, cuando le prometió un hijo que no llegaba, pero que finalmente llegó.
La película, en ese sentido, desarrolla el conflicto moral que vivió cuando Sara, la mujer de Abraham, le convenció para que tuviera un hijo con su esclava Agar, y de esa forma cumplir la promesa de Dios de tener una descendencia. Abraham se resistió, Sara insistió y después de consumarse la unión Agar quedó embarazada de su hijo Ismael. Pero Sara no lo pudo soportar y reprochó a su marido que accediera a su petición. En aquella ocasión Abraham también se sintió solo sin comprender lo que Dios le pedía. Pero el Señor respondió.
A lo largo del viaje, la película también va a ir desgranando los sentimientos y pensamientos de Abraham. Por ello, en este largometraje tan importantes son los diálogos como los momentos de silencio. La puesta en escena es sencilla, necesariamente lenta, con los elementos característicos de un cine bíblico de modesta producción. La banda sonora está quizá demasiado presente a lo largo de todo el filme. El actor libanés Nicolas Mouawad, que hace de Abraham, trabaja muy bien, pero su edad –no llega a los 45 años– hace muy poco creíble la supuesta ancianidad del personaje, a pesar del maquillaje. Su único hijo es instructiva e interesante y termina relacionando el sacrificio del hijo de Abraham con el del Hijo de Dios.