Cine
Marta González de Vega: «Es buen momento para otro Torrente, estamos dominados por la corrección política»
«Trabajar con Marta González de Vega es maravilloso. Si no fuera por Marta sería imposible este ritmo de una película anual. Es súper disciplinada, es muy graciosa, dialoga bien... Yo beso por donde pisa», reconoce Santiago Segura a El Debate. El arrollador éxito de taquilla de sus comedias familiares, convertidas ya en sagas como Padre no hay más que uno y A todo tren, nace en los guiones escritos por Marta González de Vega y el propio Santiago Segura.
El tándem del éxito repite ahora con Vacaciones de verano, la divertida comedia que acaba de llegar a los cines. En ella, Santiago Segura y Leo Harlem encarnan a dos padres que comienzan a trabajar como animadores infantiles en un hotel al tiempo que se hacen cargo de sus niños sin que nadie pueda descubrir que son sus hijos. Menos aún la arisca gerente del hotel a la que da vida Marta González de Vega. En su visita a El Debate comprobamos que, además de ser «súper disciplinada, muy graciosa y dialogar bien», las ideas viajan por la mente de Marta González de Vega 'a todo tren'.
–Vacaciones de verano tiene un componente de comedia clásica y de La extraña pareja…
–Me ha encantado que la gente lo aprecie así, como una película clásica. Los personajes se llaman Óscar y Félix –como los de Walter Matthau y Jack Lemmon en La extraña pareja–, así que es un claro homenaje, pero hemos escrito lo que nos ha salido de las entrañas. Esta película es muy diferente, tiene muchas cosas nuevas. Y Santiago está feliz de protagonizar una trama romántica.
–Usted es de nuevo la mala de la película con su papel de gerente del hotel.
–Estoy muy contenta con la acogida que ha tenido el personaje de mala malísima. Soy la antagonista de Leo (Harlem) y Santiago (Segura) en esta película y siempre es muy agradecido. Y fíjate, no esperaba yo tanto de él cuando estábamos escribiendo. Santiago quería que su mujer fuera Patricia Conde y que la chica de la trama romántica fuera Cristina Gallego. Me dijo: «tú, la gerente». Y yo dije: «siempre me toca la mala», pero estoy encantada porque es muy divertido y agradecido. Los niños, curiosamente, te quieren un montón. No sé por qué les despiertan simpatía los malos.
–Nos decía estos días Santiago Segura que él tarda tres o cuatro años en escribir una película de Torrente y que usted, que es muy disciplinada, tardaría mucho menos…
–Esa es buena (risas). Mira, no me planteé escribir cine familiar. De hecho, escribir películas que llegaran tanto a adultos como a niños es una cosa que siempre me pareció desde fuera un reto. Y cuando me tocó ponerme y la gente nos ha dado su apoyo y le gusta cómo lo hacemos, he flipado. Si Santiago hace otra y quiere que esté con él, estaré encantada. Tengo que proponerme el reto de «yo te hago el Torrente en dos meses, chaval» (risas).
–¿Se imagina un cruce de Torrente con una comedia familiar? Podría ser el éxito de taquilla definitivo...
–No es mal momento para un Torrente. En la sociedad tenemos la sensación de que no puedes decir lo que te dé la gana. Estamos tan metidos en lo políticamente correcto, tan absolutamente controlados por eso, que de repente un Torrente que viniera a decir las barbaridades que le diera la gana, nos serviría a todos como desahogo. Lo diría él, que es un personaje, una parodia.
–¿Cuál es la fórmula para escribir una película de éxito tras otra?
–Cuando escribo intento hacer lo que a mí me parece divertido, no pensar qué le va a parecer divertido a la gente y volverte loco, porque no puedes contentar a todo el mundo. La risa es el instinto más básico que existe. Lo primero que hacemos es que haya mucho ritmo de risas. Para nosotros eso siempre es muy importante. En el cine muchas veces ya se llama comedia a una película porque te ríes en dos ocasiones. Luego lo consigues o no, pero nuestra aspiración al escribir es que te rías todo el tiempo.
–¿El guion de Vacaciones de verano es como el de un monólogo pero de hora y media?
–Todo lo que tiene que ver con la comedia es que te rías lo máximo posible, que se mantenga en alto, y luego lo adaptas a distintos formatos, al monólogo, a la obra de teatro... Intentamos componer la película de manera que cada escena sea como las muñecas rusas, las matrioshkas. Cada escena tiene que contener todos los elementos que contiene la película entera. Que la escena tenga principio y final, y tenga gracia por sí misma tenga. Cada momento tú tienes que intentar que sea el momentazo de la película.
–Santiago Segura nos dijo que estaba encantado con usted, que es muy graciosa y que intentaba picarse con usted para ser más gracioso en los guiones... ¿Quién gana en esa 'batalla'?
–¿Batalla? No hay ninguna batalla, voy sobrada (bromea). Es muy guay. En el humor, cuando te entiendes con la otra persona es como en un equipo de fútbol: uno es el que hace el pase y el otro el que marca gol. Lo han marcado entre los dos. Yo eso ya lo aprendí en El Club de la Comedia, donde hacíamos todo en equipo. A la gente le resulta muy raro, pero es como que se convierta en un solo cerebro. Luego también escribes muchísimas horas en tu casa y lo ponemos en común. Cuando estás en tu casa escribiendo sola y te vienen los chistes, la sensación que tengo es que me los estuvieran dictando desde otra dimensión. No tengo ninguna sensación de mérito propio. Esto me lo ha dictado alguien no se sabe de qué dimensión porque yo estoy aquí tecleando y de repente me ha venido esto.
–Trabajar 10 o 12 horas al día también ayuda…
–El oficio hace muchísimo en la escritura. Igual que cuando cuanto más hablas un idioma, más fluido hablas, cuanto más estás en el humor y en sacar chistes, más. Pero también el cerebro se cansa, y yo soy muy bruta. Llevamos una racha de seis años escribiendo una película al año. El año pasado dos, Vacaciones de verano y A todo tren. Y también con De Caperucita a loba. Ahora que estamos escribiendo otra cosa, me noto menos el agotamiento.
–¿Hay margen para la improvisación durante el rodaje?
–En el cine, no. La gente puede tener esa sensación por lo natural que resulta, con lo cual yo me alegro muchísimo. En cine pasa muy rara vez, por eso trabajas tanto el guion, pero que parezca eso lleva muchísimo trabajo. El chiste es música y está pensado para ser dicho exactamente así. Y si luego lo cambias sobre la marcha, te lo puedes cargar. Hay películas míticas en las que una frase improvisada de un actor ha sido lo más potente, pero pasa poquísimas veces en la historia del cine. Santiago es lo suficientemente inteligente y genial para que, si eso pasa en el set, cogerlo, pero normalmente va todo súper medido.
–Tienen el éxito del público con sus comedias familiares. ¿Les falta el reconocimiento del propio cine?
–Hay una manía de separar lo comercial de lo bueno, cuando en realidad todos deberíamos aspirar ser comerciales en el sentido de que te vea mucha gente. ¿Cuál es la parte mala de eso? Si está bien hecho... Dar por hecho que, porque lo ve mucha gente, es malo, es una posición elitista y absurda. En Twitter está ese odio antes de ver las películas, pero viene de gente que no la va a ver. Gracias a que se hace esta película que a ti no te gusta se genera industria y tú puedes ver en el cine la que sí te gusta. No te digo que la defiendas pero cállate, da las gracias porque gracias a eso puedes ver las otras. Voy a sacar la cara por Santiago, porque a mí cuando me dicen 'el cine español ha hecho este año tanto', un gran porcentaje es por estas películas. Y a mí como espectadora, que me encantan también las otras grandísimas películas que hay en el cine español, me encanta poder contribuir a que se vean las otras. Es tirar piedras contra nuestro tejado.
–¿Es una cuestión de envidia? ¿Influye que sean comedias familiares?
–Hay una parte seguramente de envidia. Luego hay mucho prejuicio con el cine con niños. Que para mí no es cine para niños. Yo me siento muy orgullosa de que sean películas que cambian el concepto de 'para todos los públicos'. Que pasen de ser 'aptas para todos los públicos' a 'disfrutables para todos los públicos', que es diferente. Y esa es nuestra vocación. La gente no va en masa a ver una cosa que no le gusta.
–En los premios importantes tampoco se reconoce el éxito de las comedias familiares que escribe con Santiago Segura...
–Sí, eso pasa en general con la comedia, a ver si va cambiando. Cuando entregué el Goya, pedí a mis compañeros Ana Milán y Arturo Valls, que lo entregaron conmigo, que me lo dejaran tocar, porque es la única vez que un guionista de comedia va a tocar un Goya. Aplaudió todo el teatro. Pues a ver si se nota cuando votéis porque a título personal todo el mundo piensa que habría que premiar más a la comedia y luego no ocurre. Pero bueno, como dice siempre Santiago, el mejor premio es una sala llena. El mejor premio es un espectador. Y es cierto que hay películas que gracias a las nuestras, gracias a Dios, va a verlas la gente, aunque no nos den premios. En ese sentido nosotros no los necesitamos tanto porque la comedia lleva más gente por su propia naturaleza, pero que no necesitemos tanto los premios no quiere decir que no nos gusten.
–¿Tiene alguna película favorita de verano de cuando era pequeña?
–Algo muy bonito que me pasa con esta película que hemos escrito es que tiene muchísimo de mi verano de pequeña. Me hace mucha ilusión. Cosas muy concretas que hay en la película son de un verano que yo pasé a los nueve años en Tenerife, en Playa Paraíso. Es lo bonito de escribir y de hacer cine, que nunca sabes dónde va a acabar algo, como aquel veraneo con nueve años.