Fundado en 1910

Fotograma de la película 'Barbie'

Crítica de cine

'Barbie': Hasta una Barbie se vuelve inteligente en manos de Greta Gerwig

Nos ofrece una dialéctica entre dos mundos imperfectos

La actriz y directora Greta Gerwig continúa su trayectoria de explorar críticamente la condición femenina en la posmodernidad. En Ladybird nos ofreció una dramedia de maduración adolescente y de relaciones maternofiliales. Con Mujercitas reinterpretó la novela de Alcott en clave de un moderno feminismo poco ideológico. Ahora se mete en un género completamente distinto, de la mano de Margot Robbie, para ofrecernos un complejo ensayo sobre el futuro de la mujer en una sociedad postpatriarcal.

Barbie (Margot Robbie) es feliz en el mundo perfecto de las Barbies. En esa ciudad de mujeres guapas y empoderadas todo va como la seda. Hasta que un día ocurre algo tan inesperado como catastrófico. Barbie ha tenido un pensamiento sobre la muerte. A partir de ahí empieza a experimentar cambios inquietantes, como la aparición de celulitis o la imposibilidad de seguir andando de puntillas.

Todo parece indicar que en el mundo real alguna niña está jugando inapropiadamente con la muñeca. Así que se decide que Barbie se introduzca en la ciudad de los seres humanos para solucionar su problema. En ese revelador viaje le acompaña Ken (Ryan Gosling), que descubrirá fascinado como en el mundo real son los hombres los que mandan, y no las mujeres como en Barbieland. Ya ni Barbie ni Ken volverán a ser los mismos.

Gerwig nos ofrece una dialéctica entre dos mundos imperfectos. En uno las mujeres están sometidas a los hombres y en el otro los hombres están sometidos a las mujeres. En ambos mundos hay gente infeliz. Habrá que superar esa bipolaridad de hombres y mujeres y crear un mundo habitado por personas, sin relaciones de dependencia. Esta parece ser la propuesta de Gerwig, un poco definida por el individualismo posmoderno. Pero esta es solo una de las lecturas posibles de esta cinta tan compleja. Porque en ella también hay una cáustica crítica al capitalismo consumista, una parodia del mundo empresarial, una interesante reflexión sobre la maternidad y un indiscutible mensaje humanista.

Cinematográficamente la película es realmente sorprendente, y la creación de Barbieland un reto estético novedoso nada fácil de conseguir. Su incursión en el género musical es brillante, con coreografías memorables. El arranque del film, un homenaje hilarante al comienzo de 2001, una odisea del espacio de Kubrick, es realmente antológico. Pero también hallamos ecos de Cielo sobre Berlín, de Win Wenders, cuando aquel ángel decide renunciar a su condición espiritual para hacerse humano. Incluso encontramos un brillante guiño de metalenguaje cuando la película se interrumpe para ofrecernos un comentario de la directora sobre Margot Robbie.

La interpretación de Margot Robbie supone un reto interpretativo enorme, por encima del de Gosling, que hace funcionar con éxito su vis cómica. Ambos tienen que ir humanizando sutilmente a sus respectivos personajes a medida que avanza el film. Por otra parte, el complejísimo diseño de vestuario de la película es otro de los pilares estéticos de la misma.

En fin, una película brillante, compleja e inteligente, que viene a confirmar a Greta Gerwig como una de las directoras más solventes del siglo XXI y a su pareja, Noah Baumbach, como uno de los guionistas más interesantes.