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Russell Crowe protagonizó Master and Commander

Cine

Siete películas sobre el mar: de las guerras napoleónicas a los buques escuela

Estos son algunos de los ejemplos más destacados de unión entre el cine y el mar (y el agua dulce)

Capitanes intrépidos (1937)

Fotograma de Capitanes intrépidos

Una de las más sublimes adaptaciones de obras literarias que Victor Fleming llevó al cine —otra es La isla del tesoro (1934)–. En esta ocasión, se trata de una de novela de Rudyard Kipling —fallecido un año antes— que el largometraje —muy probablemente, y en contra de esa afirmación de que una novela es siempre mejor que su versión cinematográfica— perfecciona de manera notable.

Por un lado, altera el marco temporal de la novela, para hacerla coincidir con el momento del rodaje, lo cual permite que se note mucho mejor el contraste entre la gran industria del padre de Harvey Cheyne, el niño protagonista —y el transatlántico desde el que se cae este mozalbete—, y la modesta goleta pesquera en que transcurre la mayor parte de la aventura. Una buena música, un montaje y guion inteligentes y sensibles sirven para que el pescador Manuel (Spencer Tracy) emerja como uno de los personajes más gigantes del cine.

No sólo su canción —«¡Ay, mi pescadito, deja de llorar!»—, sino su natural sabiduría: «Mi padre me dejó este instrumento musical que, a su vez, ya había heredado de su abuelo. Él me enseñó a pescar y a navegar. Él me dio manos, y brazos, y pies, y encontrándome bien por fuera me enseñó a encontrarme bien por dentro. Mi padre hizo todo esto y tenía otros diecisiete hijos más».

La reina de África (1951)

Imagen de La reina de África

Humphrey Bogart y Katharine Hepburn son los dos casi únicos protagonistas de esta historia que transcurre en agua dulce: en un río africano durante los comienzos de la I Guerra Mundial, cuando el Imperio Británico y el Alemán porfiaban por el continente negro, además de las trincheras francesas. Bogart interpreta a un zafio marinero aficionado a la ginebra y poco dado a la limpieza, mientras que Hepburn encarna a la hermana puritana de un misionero metodista.

Como no podía ser de otro modo, el conflicto de personajes —y sus agudas diferencias— se irá suavizando a lo largo de la travesía compartida. Ambos navegan en un estrecho barco que funciona con una caldera de vapor. Y ambos se comprometen a convertir esa miserable embarcación en un proyecto patriótico que los unirá… gracias a un capitán tudesco. Pocos años después de dirigir La reina de África, John Huston izó las velas del navío ballenero Pequod.

Su versión de Moby Dick (1956), la novela de Herman Melville, es lograda y memorable. Rodada en Gran Canaria, destaca por los planos del fulgor solar que se refleja en el doblón, y por las interpretaciones de Gregory Peck, Richard Basehart, Leo Genn y Orson Welles.

Calma total (1989)

Nicole Kidman, en Calma total

John (Sam Neill) y su esposa Rae (Nicole Kidman) han perdido a su pequeño hijo en un accidente de tráfico y, para intentar pasar página, deciden embarcarse en su amplio velero y que el mar los amanse. En mitad del océano, sin otra compañía que las aguas saladas y las estrellas nocturnas, se topan con un náufrago y su siniestro balandro, que va a la deriva y cada vez está más sumergido. Deciden acoger al náufrago, pero a John le vence la curiosidad y prefiere investigar lo que ha sucedido.

De este modo, durante un tiempo Rae estará sola en su velero con el desconocido, mientras que John navegará casi hundido y averiguando qué había hecho realmente el náufrago. La película contiene —aparte de intriga, deslumbrante fotografía y algo de terror— bastantes escenas de auténtica complicidad entre Rae y John y una impactante secuencia en la que ella, sola, pilota el barco en busca de su amado.

La fuerza del viento (1992)

Fotograma de La fuerza del viento

Producida por Francis Ford Coppola, y protagonizada por un Matthew Modine repleto de matices y detalles deliciosos, y una Jennifer Grey que interpreta a una decidida regatista e ingeniera naval. La historia que viven los personajes de Modine y Grey aporta enorme intensidad e interés a la trama básica, la cual recrea uno de los principales hechos históricos de la náutica deportiva: la primera vez que Estados Unidos salió derrotado de la Copa América y cómo, en la siguiente edición, el equipo americano recuperó este emblemático trofeo.

La música, a cargo de Basil Poledouris, supone una de sus mejores bazas, junto con el elenco de situaciones reales que se viven en una regata. En una de sus escenas más emotivas, el personaje de Modine explica la metáfora de la vida que supone un velero de competición: «Lo importante es encontrar tu propio viento, navegar con toda la fuerza de que seas capaz».

Tormenta Blanca (1995)

Imagen de Tormenta Blanca

Dirigida por Ridley Scott, y basada en un acontecimiento real, esta película muestra la vida a bordo de un peculiar buque escuela privado. A la consabida evolución en el carácter de los jóvenes tripulantes y a la esperada forja de amistades entre ellos, se une el retrato de un severo capitán (patrón) encarnado por Jeff Bridges. Por supuesto, el velero bergantín recala en exóticos puertos donde los chavales se divierten y descubren el amor. Sin embargo, el rasgo que dota a este largometraje de suficiente entidad es la reacción de los chavales ante una tesitura extrema en la mar que acaba con la vida de cuatro integrantes de la dotación. En un juicio al que será sometido el capitán, los jóvenes demostrarán lo que han aprendido.

Master and Commander: al otro lado del mundo (2003)

Fotograma de Master and Commander

El australiano Peter Weir dirige a un Russell Crowe en estado de gracia —tres años antes había deslumbrado a todo el mundo con una de las obras maestras de la historia del cine: Gladiator (Ridley Scott)–. Ambientada en las guerras napoleónicas, describe una prolongada travesía marítima de persecución y el modo como se peleaba en aquella época de Churruca y Nelson.

Al mismo tiempo, ayuda a entender el funcionamiento de la aristocracia británica, cuyos hijos bien jovenzuelos se enrolaban como guardiamarinas en la Armada y padecían en batalla igual que el resto de marineros. Acción, cambios de rumbo y buena colección de pasajes repletos de sabor propio.

Junto a las tres versiones de Rebelión a bordo —la versión de 1984 tiene música de Vangelis y un reparto excelso: Mel Gibson, Anthony Hopkins, Laurence Olivier, Edward Fox, Liam Neeson, Daniel Day–Lewis—, es una de las grandes producciones que muestra el poderío naval inglés de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX. Cuando la Armada británica sustituyó a la española como señora de los mares. Quizá por eso, el protagonista se deleita tocando a dúo Música nocturna de las calles de Madrid, de Boccherini.

Cuando todo está perdido (2013)

Imagen de Cuando todo está perdido

Robert Redford es el único personaje de esta película, una película en la que, obviamente, apenas habla. Redford se halla solo en su velero, en mitad de la nada oceánica, cuando colisiona contra un contenedor a la deriva que le abre una vía de agua. A partir de ese momento, cada intento no acaba de dar resultado, y no parece haber solución. El barco se va hundiendo cada vez más y, al final, el solitario y anciano piloto tiene que aventurarse en una balsa inflable.

¿Acabará ahí la vida de este anónimo navegante? En un momento dado y en mitad de la noche, un enorme buque de transporte pasa a su lado. Al igual que otras películas de veleros con un único tripulante, como la francesa En solitario (2013), este largometraje va mostrando cada uno de los aspectos que significa la indomable mar y las técnicas —más sofisticadas o más artesanales— con las que sobrevive el marinero.