Netflix
'El cuerpo en llamas' o la segunda muerte de Tokio
La formidable actuación de Úrsula Corberó sostiene una serie adictiva que recrea el famoso «crimen de la Guardia Urbana»
«Cómo va esa maratón de #ElCuerpoEnLlamas chiquets?», preguntó Úrsula Corberó el domingo al mediodía en la red antes conocida como Twitter. Sabía de lo que hablaba. Era consciente de que tenía a España enganchada. La serie de Netflix más vista del momento es adictiva, de esas que se ven en cadena, engarzando un episodio con el otro hasta que el domingo muera. Y no son pocos: son ocho, y no precisamente cortos (entre 46 y 52 minutos).
El cuerpo en llamas lleva a la pantalla pequeña el famoso «crimen de la Guardia Urbana», el asesinato con alevosía de Pedro Rodríguez por parte de su pareja Rosa Peral y del amante de ésta, Albert López. Los tres trabajaban en la Guardia Urbana barcelonesa. El crimen ocurrió el 1 de mayo de 2017. La serie es, sobre el papel, fiel a los hechos reales probados en la sentencia; en lo personal, se tolera alguna variante destacada, como que en vez de dos hijas, las que tiene Rosa en la realidad, en la ficción solo hay una.
La serie engancha, pero exige tener los sentidos afilados en el arranque, especialmente a aquellos a los que el caso les resulte ajeno. El espectador puede sentirse desconcertado en el primer capítulo, mientras no se adapta a que los personajes rompan la cuarta pared y, sobre todo, no tenga del todo claro la madeja de relaciones sentimentales y sexuales, presentes y pasadas, de Rosa Peral.
Triángulo actoral
A Rosa le da vida Úrsula Corberó, que mata a Tokio por segundo vez. Aquel recital de gestitos y caritas chulescas de La casa de papel queda en el olvido con este otro personaje memorable. Borda una Rosa Peral cubista; lo decimos en el sentido de que se trata de una persona poliédrica, con diferentes rostros, que cambia según el punto de vista con el que la mires, si es el de madre, el de hija, el de amante o el de pareja. Todas las Rosas que hay en Rosa Peral nos muestra Corberó.
En las temporadas finales de La casa de papel, la actriz catalana coincidió con José Manuel Poga, que en la famosa serie daba vida al zumbado de César Gandía, jefe de seguridad del Banco de España. En este caso, el nuevo personaje –el del asesinado– y el pasado se confunden, y en ocasiones vemos a César cuando tendríamos que estar viendo a Pedro. No ayuda que los personajes estén muy emparentados por sus súbitos ataques de ira.
Un sobrio Quim Gutiérrez, que se pone en la seria piel de Albert, compone con sobriedad el personaje que cierra el triángulo principal.
Sin respuesta
La serie plantea preguntas, y ofrece muchas respuestas, pero no la contestación al interrogante principal: ¿por qué? ¿Por qué Rosa y Albert acordaron matar a Pedro? ¿Por qué no le bastaba a la viuda negra con dejarlo? ¿Qué ganaba Albert matando a Pedro? Estas preguntas quedan sin respuesta, al contrario que el documental de TV3 (disponible en Movistar) sobre el caso, en el que se dejar caer que Pedro sabía que el incidente que había tenido Albert años atrás con un mantero, y que acabó con la muerte «accidental» de éste, había sido en realidad un crimen cometido por el impulsivo policía. O sea, que pudo ser un crimen para tapar otro crimen y, ya de paso, alisar el camino en una relación amorosa.
Por cierto, a la pregunta de Úrsula Corberó que abría este reportaje (¿cómo va esa maratón?) había quien se mostraba tan entusiasmado con la serie que ya reclamaba una segunda temporada. Podría parecer un disparate, pues acaba con el juicio y, cuando este finaliza, la acusada ya llevaba un tiempo entre rejas. Es decir, que sobre el papel no habría mucho más que contar. Pero es que Rosa Peral es mucha Rosa Peral. Y en la cárcel su vida está siendo intensa: cuenta que ha pasado ya por cinco presidios, ha sido acusada de traficar con pastillas, se ha hecho amiga de Angela Dobrowolski –acusada de matar a su exmarido Mainat–, anunció a unas reclusas que iba a contratar a un sicario para matar a su marido, y que se enfrentó verbalmente con Angie, condenada por matar a una amiga para cobrar sus seguros de vida. En definitiva, que sería extraño, sí, pero tampoco descarten esa segunda temporada.