Crítica de cine
'El superviviente de Auschwitz': la dramática historia real del boxeador judío Herzko Half
La película de Barry Levinson es un permanente drama moral
Barry Levinson es un director que ha dominado los gustos del público desde los años ochenta. Quién no recuerda Rain Man, que se alzó con cuatro Oscar en 1988. O Sleepers, La cortina de humo y El hombre del año. También tiene su recorrido en el mundo de las series de televisión. Ahora, con sus más de 80 años y después de unas tv-movies no muy relevantes, vuelve a la gran pantalla con una cinta importante, El superviviente de Auschwitz, que por cierto nos llega con dos inexplicables años de retraso.
El guion de Justine Juel Gillmer se basa en la biografía de Herzko Half –conocido en Estados Unidos como Harry Half– escrita por su hijo, Alan Scott Half. Herzko (interpretado por Ben Foster) era un judío polaco que disfrutaba de su feliz noviazgo cuando les sorprende la Segunda Guerra Mundial y el genocidio. Su novia Leah es detenida por los nazis, y Herzko es enviado al campo de concentración de Auschwitz.
Él deja de tener cualquier noticia sobre Leah, pero está convencido de que sigue viva, y por ello decide hacer todo lo que esté en su mano para sobrevivir a la guerra. Y la posibilidad de supervivencia le viene de un oficial nazi de Auschwitz, Schneider (Billy Magnussen), que le ofrece un negocio. Herzko debe boxear contra otros judíos del campo para entretener a los oficiales alemanes. Y debe vencer en cada combate. Así Schneider ganará dinero y Herzko evitará la cámara de gas. No parecería mal negocio si no fuera porque Schneider, al acabar cada combate, ejecuta personalmente a los judíos que han sido vencidos por Herzko. Ahí empieza el terrible conflicto moral del protagonista.
Esta trama se nos cuenta a base de flashbacks en blanco y negro, en forma de los recuerdos que persiguen a Herzko, ya convertido en Harry y que en 1949 trata de abrirse camino como boxeador en Estados Unidos. Ahora su problema es encontrar a Leah, ya que él sigue convencido de que está viva. Considera que lo mejor es triunfar en el boxeo para salir en los periódicos, de forma que Leah pueda tener noticia de él. Suponiendo que ella viva en Estados Unidos.
Más allá de las sobrecogedoras peripecias de Herzko, la película es ante todo un permanente drama moral. Nuestro protagonista está permanentemente ante dilemas éticos nada sencillos. Además el pasado le persigue y le tortura, llenándole de rabia y agresividad, combustible de sus combates de boxeo.
Esta devastación psicológica y moral va a tener una primera consecuencia para el judío Half: todo el horror vivido le impide comprender y mantener la fe de sus padres. El injusto sufrimiento de los inocentes se torna para él en objeción para la fe en Dios. Un tema clásico, por otra parte, en la filosofía de la religión y en la teodicea. Pero la película también tiene su lado luminoso. Sobre todo en lo relativo a las relaciones familiares, al amor conyugal y a los vínculos paternofiliales. Aunque estas cuestiones también se abordan en su vertiente dramática, el resultado es positivo y esperanzador. Una película sólida, como sólido es el elenco de secundarios, de primera fila: Danny DeVito, Vicky Krieps, Peter Sarsgaard o John Leguizamo.