la semana de la tele
El annus horribilis de Telecinco
Gran Hermano y TardeAR, bajo mínimos. Cuentos chinos, cancelado
Hace años frecuentaba una peluquería coruñesa en la que la tele emitía, a volumen brutal, Telecinco. Solo Telecinco. Fueses a la hora que fueses, era inevitable escuchar a aquellos señores y señoras gritando miserias ajenas y propias, montando un pequeño teatrillo cutredeluxe. Allí, dentro de la caja tonta, estaban los kikos y los cotos, las belenes y los jotajotas, felices retozando en salsa rosa. La jefa, Manuela, y las empleadas de la peluquería simbolizan perfectamente esa audiencia fiel que antaño tenía Telecinco: gente con confianza ciega en la programación de la cadena, fiel a ella 24/365, militantes de la fórmula reality + sálvame que tantos años de liderazgo televisivo proporcionó a los Basile Boys. El jueves, tomé un periódico en la barra de mi bar de cabecera y me encontré a la peluquera Manuela en la portada: se jubilaba. Casi al mismo tiempo, un WhatsApp me anunciaba la cancelación de Cuentos chinos. Me pareció como si ambos hechos estuviesen conectados. Como si esa tele que se apaga para siempre en la peluquería simbolizase el apagón que está viviendo la propia cadena.
Es, no hay duda, el annus horribilis de Telecinco. Si algún analista pensaba que había tocado fondo en agosto, septiembre se está encargando de desmentirlo. Las malas noticias se suceden en los audímetros y la cadena de Fuencarral sigue cayendo en barrena.
A día de hoy, Telecinco opera a la inversa que el Rey Midas: todo lo que toca lo convierte en un fracaso. Recopilemos.
Cuentos chinos, la gran apuesta de la temporada, llamada a competir nada menos que con el programa más visto de la tele española, El Hormiguero, ha durado dos semanas. Es el mayor fracaso de la carrera de JJ.
En plena desesperación, se ha recuperado un programa marcado para siempre por una violación, Gran Hermano, que está marcando mínimos históricos de audiencia jueves tras jueves.
Este último jueves ha marcado su mínimo la gran apuesta de las tardes, el programa de Ana Rosa Quintana, que está siendo la tercera opción del televidente en ese tramo horario. La TardeAR se quedó ese día en un 9,5% de share, un punto por debajo de la media de una cadena que ya no llega ni al 10%. La que fue la cadena más vista del país hasta octubre de 2021 es, a día de hoy, la tercera televisión de España (lo fue en agosto y lo va a ser en septiembre).
Como todo está contaminado, no le funcionan ni las películas llamadas a arrollar: hace unos días pasó Frozen 2 e hizo un ridículo 7,1 % de cuota y 763.000 espectadores de media.
Lo cierto es que la que antaño fue «la tele amiga» está cerca de convertirse en una marca maldita. A este paso, no descarten que hasta cambie de nombre.
El origen de los males
«¿En qué momento se jodió el Perú?», se preguntaba el Zavalita en la novela de Vargas Llosa. Hay quien señala como un momento clave cuando Pasapalabra emigró a Antena 3: el concurso se estrenó en la cadena de San Sebastián de los Reyes el 13 de mayo de 2020. Otros piensan que fue unos días antes, ese 27 de abril en el que el rostro más popular de la cadena, Jorge Javier Vázquez, proclamó que el programa estrella, Sálvame, era «para rojos y maricones». De aquella peluquería coruñesa, la que ahora ha cerrado al mismo tiempo que el programa de JJ, eran clientas una ilustrísima (y multimillonaria) roja, y la portavoz del PP local. Ambas veían, mientras eran peinadas, Sálvame. Estas dos mujeres simbolizan la audiencia que tenía entonces el programa y la propia cadena: un público femenino y transversal desde el punto de vista político. Hasta que Jorge Javier desenterró el hacha política y empezó a joder el Perú.