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Robert De Niro y Leonardo DiCaprio, en una escena de Los asesinos de la lunaApple TV+

Crítica de cine

´Los asesinos de la luna', la nueva película de Scorsese: cuando los indios son los buenos

El filme, que se estrena este viernes en los cines, es uno de los trabajos más sólidos del director

Menuda racha de veteranos en la gran pantalla. Woody Allen, Víctor Erice, Barry Levinson,… y ahora Martin Scorsese, todos están ahí, con más de ochenta años, evitando que la calidad de la cartelera se venga abajo. Y no es solo cuestión de longevidad. También tiene que ver con el presente y el futuro del cine como espectáculo. Pero ahora vayamos a la película de tres horas y media que estrena en salas el cineasta italoamericano, y que en breve solo podrá verse en Apple TV+.

Lo primero que hay que decir es que Scorsese rueda como si tuviera 50 años, con la misma fuerza y pulso narrativo que mostró en El Aviador o en la más pretérita Taxi Driver. De la primera recupera a Leonardo DiCaprio; de la segunda, a Robert De Niro. Dos de sus actores fetiches, dos italioamericanos. Con esos geniales intérpretes, una brillante partitura de Robbie Robertson y una iluminación trasparente de Rodrigo Prieto, Scorsese compone una puesta en escena clásica, precisa, esencial, pero compleja de producción y servida con un ritmo de montaje de relojería.

Todo este oficio Scorsese lo pone al servicio de una novela best seller de David Grann, Los asesinos de la luna, publicada en 2017 y ganadora de diversos premios. El relato pertenece al género llamado true crime (crimen real) y, ambientado en los años veinte, nos presenta uno de los primeros casos relevantes de los que se encargó el FBI, recién creado de la mano de un joven J. Edgar Hoover. El protagonista es Ernest Burkhart (Leonardo DiCaprio), un joven veterano que regresa de la Gran Guerra más pobre que las ratas. Se presenta en casa de su tío William Hale, el Rey Hale (Robert de Niro), en Oklahoma.

Su tío es un hombre exquisitamente relacionado, bien posicionado económicamente y considerado por los lugareños un amable benefactor. Así que le acoge, le ocupa e incluso favorece su matrimonio con la india Mollie ¿Y quiénes son esos lugareños que admiran al Rey Hale? Principalmente los indios Osage, en cuyos terrenos han encontrado abundante petróleo y se han hecho millonarios. Viven como los blancos, con sus caserones y automóviles con chófer. Se han convertido en la población con mayor renta per cápita del mundo entero. En fin, todo parece maravilloso hasta que empiezan a morir algunos indios en extrañas circunstancias. Algunos son directamente asesinados. Nadie sabe quién ni por qué comete esos crímenes. Quizá la inoportuna llegada de un agente del FBI, Tom White (Jesse Plemons), y sus hombres, puedan aclarar lo que sucede.

Scorsese vuelve al gran tema de la violencia como motor de la historia humana. Pero no lo hace desde el cinismo, el escepticismo o incluso el nihilismo que caracteriza a otros directores, como Haneke o Kubrick; en él siempre prima la perspectiva moral. El personaje de Burkhart, al igual que el de Ferreira en Silencio (2016) y tantos personajes de Scorsese, está atrapado entre el bien y el mal, entre el instinto y la piedad, entre la culpa y el arrepentimiento. Esa mirada crítica se extiende también sobre la codicia del hombre blanco llamada capitalismo desaforado.

La película contiene menos violencia que otras del director, lo que se agradece, pero sin embargo dilata innecesariamente la primera parte, pudiéndonos haber dejado una película de dos horas, lo que se agradecería aún más. Sin duda, estamos ante una de las películas más sólidas del gran Scorsese.