Cine
Paolo Sorrentino, en Valencia: «Ahora que he envejecido, me siento mucho más ignorante»
El prestigioso director italiano recogió la Palmera de Honor de la Mostra de Valencia
El realizador italiano Paolo Sorrentino es, indudablemente, uno de los grandes directores del cine europeo. El director de La gran belleza, La juventud y Fue la mano de Dios, entre otros títulos, recogió este jueves la Palmera de Honor con la que la 38ª edición de la Mostra de Valencia ha querido destacar su trayectoria y obra: casi 30 años de trabajo, nueve largometrajes y dos series televisivas, rematado con el Oscar a mejor película extranjera por La gran belleza (2013).
Sorrentino –que, como ironizaba en la gala de apertura, es aún joven como para haber recibido un premio a toda su carrera– ha acaparado toda la atención de esta nueva edición del festival valenciano que anualmente da a conocer obras de directores más o menos renombrados en el ámbito del Mediterráneo. En la rueda de prensa, Sorrentino afirmó que no cree que su cine sea representativo de la identidad mediterránea: «Lo que yo pretendo representar son sentimientos, aquellas emociones primarias que realmente nos identifican a todos».
Haciendo gala de su característico sarcasmo, que despertó en varias ocasiones las risas del público presente, Sorrentino afirmó que no se ve capaz de aventurarse a pronosticar el futuro del cine en las próximas décadas y se ha identificado como «sentimental», tal y como lo hacía Jep Gambardella, protagonista de La gran belleza, a la vez que ha rechazado el compromiso político: «Mis personajes nunca están comprometidos ni política ni socialmente. Solo están comprometidos con una idea: el tiempo pasa y un día morirán».
El cineasta italiano ha afirmado también que la política no le interesa, pese a que figuras relevantes de la política italiana, como Giulio Andreotti o Silvio Berlusconi, han sido referencia en algunos de sus filmes. Lo que sí le fascina, en cambio, es «la configuración de las relaciones de fuerza entre las personas y la política. La política amplifica las relaciones de fuerzas entre poderosos y débiles, hombres y mujeres…». Además, durante su intervención también ha compartido con el auditorio sus tres temas fetiche, «el fútbol, el cine y la religión», y ha afirmado que son «tres formas de espectáculo» razón por la cual figuran en sus películas.
Otro de sus temas destacados son las fiestas que protagonizan algunas de las escenas más recordadas de su extensa filmografía, unas fiestas siempre cubiertas de una pátina de tristeza. Al respecto ha afirmado que «la fiesta es un asunto complejo: es el lugar en el que el hombre manifiesta con toda claridad su capacidad o incapacidad para estar en el mundo». Para él, las fiestas muestran la verdadera condición humana: el ridículo. «Hay dos segundos de ridículo cuando una persona deja de bailar. Aunque ya no está bailando, tampoco ha vuelto al mundo real».
Sorrentino ha reivindicado el valor de las palabras, a menudo minusvaloradas en el cine, porque para él la mezcla es la clave y un filme es la combinación de ambos lenguajes, aunque ha reconocido que «quizás sea verdad que las imágenes permanecen más tiempo en la memoria».
Finalmente, y con respecto a su obra, el director italiano ha afirmado que, como ocurre con todos los creadores, él se oculta en la esencia de sus personajes, de sus historias: «Nos escondemos dentro de nuestra creación artística» para concluir su intervención admitiendo que cuando era joven se sentía «más profundo. Ahora que he envejecido, me siento mucho más ignorante», concluye.