Fundado en 1910

Martin Sheen, protagonista de El ala Oeste de la Casa Blanca

Series

Cinco series políticas imprescindibles: de 'El Ala Oeste de la Casa Blanca' a 'House of Cards'

Estas cinco producciones están entre las mejores de su género y van del maquiavelismo a la parodia

La omnipresencia de la política en nuestras vidas –más aún en esta época de investiduras y amnistías– puede hacer que una ficción televisiva ubicada en los pasillos del poder resulte redundante, por aquello de no echar limón en la herida. ¡Bastante tenemos con la realidad! ¿Para qué querríamos contemplar las andanzas de líderes hijos de perra, de reptiles de la maniobra entre bambalinas o de pobres espíritus con complejo de Napoleón? Porque, en efecto, hay teleficciones que se afanan en narrar el juego sucio, la vulgaridad estratégica y la falta de escrúpulos, sí. Ahí moran, como paradigma, los Underwood sosteniendo su castillo de naipes o el pérfido alcalde Tom Kane de Boss.

No obstante, la vitalidad creativa de la televisión deja hueco, también, para historias abiertamente políticas donde, sin renunciar al habitual tinte socialdemócrata, se abre una ventana al idealismo, al repaso histórico, a la sátira o a la desmitificación del poder. Porque en la imaginación –como en la vida, como en la política– hay un poco de todo: héroes por accidente (Sucesor designado), villanos por sorpresa (Los fontaneros de la Casa Blanca), nobles eternos (The Crown), mediopensionistas enamorados (Scandal) e intrigantes muy cafeteros (Wolf Hall). Así que aquí van estas cinco propuestas sabrosas y variadas para usarlas como espejo o escape de nuestro día a día parlamentario y gubernamental.

El Ala Oeste (1999-2006)

Una de las series clave del salto de calidad que pegó la pequeña pantalla a principios de este siglo. El genio en la escritura de Aaron Sorkin nos mete en la cocina del poder, con sus diálogos a toda mecha y sus paseos por corredores kilométricos, con sus discursos grandilocuentes y sus coñitas íntimas entre los personajes. Reflejando una administración demócrata, El Ala Oeste se caracteriza por su idealismo, por proponer una política majestuosa donde los principios y el bien común andan constantemente mediando las conversaciones y los conflictos.

Una escena memorable: «Corrieron hacia las llamas». El presidente Bartlett recordando el heroísmo como un elemento fundacional en cualquier noción de comunidad.

Actualmente, se pueden ver las siete temporadas de El Ala Oeste en HBO Max.

Borgen (2010-22)

Hubo una época donde el mito danés se puso de moda en España. Fue cuando emergían nuevos partidos nacionales en la alternativa al tradicional bipartidismo, sí, pero también cuando la cultura popular descubría este drama, una de las puntas de lanza del éxito de las series nórdicas (Bron/Broen, Forbydelsen). La capacidad para el pacto y el acuerdo, consustancial al tradicional juego democrático en Copenhague, le otorgaba un plus de interés para audiencias polarizadas como la española. Con una escritura elegante, sutil, Borgen narra los vaivenes de la recién nombrada primera ministra de Dinamarca y su equipo, acercándose a todo tipo de problemas políticos… y personales.

Una escena memorable: en su afán por no perder nunca una mirada realista, aunque en última instancia confiada, en su segunda temporada la primera ministra se reúne brevemente con un grupo de refugiados afganos. Mediante una exposición sencilla, aquí se condensa cómo la geopolítica, la guerra justa o la intervención militar en el extranjero rebasan el eslogan biempensante.

Actualmente se pueden ver las cuatro temporadas de Borgen en Netflix.

House of Cards (2013-18)

Netflix quiso empezar a competir en las grandes ligas con una historia de alto voltaje político. Este remake de un clásico británico aterrizó con toda la trompetería: el poder de Washington, un thriller lujoso, antihéroes a patadas, ambigüedad moral, una estrella de cine al frente del elenco (caída en desgracia en la última temporada), la sofisticación de la ruptura de la cuarta pared y un maquiavelismo XXL donde hasta un «buenos días» del bedel podía esconder un triple mensaje en clave. La serie tiene su atractivo, pero se pasa de frenada en su retorcimiento con constantes abusos de poder, dobleces, manipulaciones, traiciones e insidias. Aún con todas sus virtudes y defectos, no hay duda que el drama político reciente no se entendería igual sin House of Cards.

Una escena memorable: la hipocresía del diabólico Frank Underwood entre el ser y el decir cabalga siempre a lomos de la puesta en escena. Un tráiler bien tirado.

Actualmente, se pueden ver las seis temporadas de House of Cards en Netflix.

Vota Juan (2019-21)

Existe un noble y desternillante linaje de sátiras políticas en la historia de la televisión. Desde la mítica Yes, Minister hasta el Spin City protagonizado por Michael J. Fox. Vota Juan (la llamaremos así, aunque cada temporada cambie el verbo del título) anda en la estela de las salvajes farsas creadas por el gran Armando Ianucci: la británica The Thick of It y la estadounidense Veep. La propuesta española protagonizada por Javier Cámara sabe añadir con gracejo y mala leche el sabor a chistorra y esa patética ansia por aparentar tan de hidalgo hispano. En todos los casos, el espectador carcajea por la vergüenza ajena que pasa mientras se consuela amargamente con un «estos que nos mandan, en realidad, son tan zoquetes como nosotros».

Una escena memorable: «Surge un liderazgo diferente desde Logroño». Un liderazgo planetario, por supuesto.

Actualmente, las tres temporadas de Vota Juan pueden verse en HBO Max.

Baron Noir (2016-20)

Es una lástima que esta magnífica serie francesa no ande actualmente disponible en ninguna plataforma en España. Tuvo su momento álgido cuando Pablo Iglesias la recomendaba como manual de uso, hace ya tres años. «¿Estás enfadado? ¿Los odias? Bien, pues usa ese odio. En política el odio es lo que lleva más lejos», explica el anfibio Philippe Rickwaert a un líder estudiantil en la primera temporada. Este alcalde de Dunquerque, que declama frases tan rotundas, es el protagonista de Baron Noir, un thriller político que viaja de Matignon al Elíseo, del racismo a la corrupción, del chantaje a la conspiración, de la alcaldía a la sede del Partido Socialista Francés, con una cercanía a la realidad que la hace tan auténtica y tan refrescante.

Una escena memorable: el encuentro entre la vieja y la nueva política, con acento español incluido.