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Clint Eastwood protagonizó El bueno, el feo y el malo

Cine

El lugar de España donde Clint Eastwood rodó el final de 'El bueno, el feo y el malo'

Cuatro españoles se embarcaron hace casi 10 años en la recuperación del cementerio de Sad Hill. «Hemos hecho feliz a mucha gente», aseguran

"Hemos hecho feliz a mucha gente”. La felicidad es el motor de la vida, junto con la ilusión, y de ambas han ido sobrados Joseba, David, Diego y Sergio, los cuatro «locos» que en julio de 2014 se embarcaron en la aventura de recuperar el Cementerio de Sad Hill, en el que se rodó la escena final de El bueno, el feo y el malo (Sergio Leone, 1966), y «liarla gorda» en el 50 aniversario del rodaje de la película en el valle de Mirandilla (Burgos).

Cuando los focos apuntan al futuro museo cinematográfico que se creará en Covarrubias en honor al escenógrafo Carlo Simi, es momento de echar la vista atrás y recordar los inicios del proyecto cultural y turístico que se ha convertido en una referencia internacional, nueva meca para los cinéfilos y un motor de desarrollo en la España Vaciada.

«Es un proyecto nacido desde el corazón, ejecutado con pasión y llevado a cabo en equipo», ha explicado a la Agencia EFE Joseba del Valle, uno de los promotores de la Asociación Cultural Sad Hill, quien se emociona al recordar lo que han vivido en estos casi diez años de travesía, en algunos casos por el desierto.

Todo comenzó en el homenaje que se rindió por su fallecimiento a Eli Wallach, ‘El Feo’, en julio de 2014 en el lugar que había albergado el Cementerio de San Hill, pues allí coincidieron Joseba del Valle, David Alba, Diego Montero y Sergio García, y hablaron por primera vez de la reconstrucción.

«Desde niño, mis tíos nos dijeron a mis primos y a mí que en el pueblo de mi abuela se había rodado El bueno, el feo y el malo y que, además, había participado mi abuelo en la película», ha recordado Del Valle, así que se vinieron arriba y, en octubre de 2014, crearon la Asociación Cultural Sad Hill.

La gente les miraba «con un poco de desconfianza», porque «el lugar estaba absolutamente olvidado, solo unos pocos lo conocían», pero ellos fueron capaces de ver la inmensidad que suponía Sad Hill, que hace mucho que dejó de ser «el proyecto de cuatro amigos para convertirse en un referente internacional en turismo de cine».

Un proyecto con vida propia

Los trabajos para descubrir el cementerio comenzaron el 3 de octubre de 2015: «fue el primer día en el que se puso una pala y una azada sobre el empedrado», ha recordado Del Valle, y en tres fases se desenterró el empedrado, se recuperó el muro perimetral y se colocaron las tumbas.

«Fueron momentos muy bonitos», ha asegurado, con un proyecto que iba creciendo, con cada vez más gente de la comarca implicada y que empezaba a traspasar fronteras, hasta que todo se desbocó cuando abrieron un crowdfunding para conseguir ‘padrinos’ que financiaran las cruces de las tumbas.

«Cuando la gente empezó a ver que podía poner su nombre en una cruz del famoso cementerio en el que Clint Eastwood se batió en duelo en la escena final de la película fue una locura», y de golpe les entraron mil solicitudes, mil padrinos que solo fueron los primeros, pues actualmente son casi 5.000 las tumbas recuperadas, y eso que hace tiempo que tuvieron que cerrar los apadrinamientos.

La decisión se tomó tras el boom del documental ‘Desenterrando Sad Hill’ (Guillermo de Oliveira, 2018), que curiosamente se empezó a rodar como un corto cuando el proyecto daba sus primeros pasos, y que se ha convertido en un fenómeno cinematográfico, con exhibiciones en cines de todo el mundo, y ha permitido a los impulsores de Sad Hill vivir experiencias inolvidables.

Joseba del Valle ha conocido en persona a Claudia Cardinale, «una mujer súper maja y cercana» que también quiso contribuir con su propia cruz al proyecto burgalés; y a Elisabetta y Giuditta Simi (viuda e hija de Carlo Simi), que son las que han decidido ceder el legado del diseñador para la creación del museo.

La recuperación de Sad Hill ha sido un proyecto «altruista, romántico, por amor al cine, al pasado y a la tierra», que ha contribuido al desarrollo económico, turístico y cultural del valle de Mirandilla, tanto como escenario de rodaje para cortos o videoclips como a través del itinerario diseñado para ver todos los escenarios de El bueno, el feo y el malo.

Sad Hill es el más emblemático pero en Burgos también se asentaron el Campo de Concentración Betterville, en Carazo; la Misión San Antonio, en el monasterio de San Pedro de Arlanza; y el río Arlanza se convirtió en el Río Bravo, donde saltó por los aires el famoso puente Langstone.

Un itinerario que se completará con la «guinda» del pastel, el Museo Simi-Sad Hill, dos plantas dedicadas a exposición permanente del legado del escenógrafo, con referencias a la Trilogía del Dólar, y muestras temporales vinculadas al cine, que afronta en 2024 su año decisivo, pendiente de financiación y permisos.