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El origen religioso de la estética en blanco y negro de Chanel

Un documental sostiene que su paso por un orfanato a cargo de monjas marcó su carrera artística

«Nunca hablaba de su infancia», apunta Jackie Rogers, antaño modelo, sobre Chanel, al inicio de la (muy interesante) serie sobre la diseñadora francesa disponible en Movistar Plus +.

No sorprende que no lo hiciese. Fue una infancia desgraciada. Nació en 1883. Su madre, lavandera. Su padre, un vendedor ambulante que vendía trocitros de lazos, hilos y cordones, era un mujeriego y un bebedor empedernido. Creció en medio del caos, la pobreza y la miseria.

Ella lo recordaba así: «A los 6 años me quedé sola. Mi madre acababa de morir y mi padre me dejó, como si fuese una carga, en casa de mis tías, y se marchó a Estados Unidos, de donde nunca volvió».

A cargo de las monjas

Esta versión oficial la desmiente el documental su biógrafa Justine Picardie. En realidad, tenía 11 cuando su progenitora murió. Y lo cierto es su padre no emigró a Norteamérica, sino que siguió haciendo sus canalladas en Francia. Añadía Chanel que había sido educada por dos tías «muy estrictas que vestían de negro», lo que tampoco era cierto. «Es bastante probable que las tías en realidad fuesen las monjas de un convento», precisa esta biógrafa.

Coco Chanel, en una imagen del documentalMovistar Plus +

El documental nos lleva entonces a la abadía de Aubanize. Las tres hijas del matrimonio entre su padre y su madre ingresaron en un remoto orfanato situado en las montañas del centro de Francia y dirigido por monjas católicas. Chanel dormía en la buhardilla. «Ella no quería decir que estuvo aquí y puedo entender por qué. No era huérfana. Su padre le dijo que iría a ganar dinero y volvería a por ella, pero nunca volvió», cuenta la hermana Christophora.

Lo que aprendió en el orfanato

«En aquella época las mujeres dependían de los hombres, pero las chicas cuando se iban de aquí tenían un oficio, un trabajo. Aquí aprendían a coser, y eran muy conocidas por sus bordados, ganaban dinero vendiendo telas de novia a las familias ricas de la zona», recuerda la religiosa. Por tanto, ya sabemos dónde empezó a coser. Y no solo eso. «Gracias a las monjas aprendió que una mujer no necesitaba depender de un hombre, que la única persona de la que podía depender era ella misma», apunta Rhonda Garelick, una de sus biógrafas.

Es su biógrafa Justine Picardie la que enlaza la infancia de la diseñadora con sus colores característicos: «Es muy evidente de dónde viene la estética de Chanel. Su famoso blanco y negro. Son los colores de las monjas», sostiene Picardie mientras vemos un Chabel en blanco y negro de 1958. «El collar de perlas es como un rosario, y a veces lo tocas en busca de consuelo», añade. «Uno podría preguntarse: '¿Cómo ocultó todo eso?' Pero no lo hizo, todo se ve en sus diseños. La moda no tiene ningún poder sin una verdad interior, y ahí está su verdad interior: en la infancia de Chanel», concluye esta biógrafa.

Y esa influencia llegó hasta el logo de la marca: «La doble ce entrelazada representa el ciclo de nuestra vida en la tierra y la vida eterna. Cuando buscó un logo distintivo para su firma yo creo que se acordó de esto», añade la hermana Christophora.