‘Planeta Calleja’
La queja de Jenni Hermoso: «Nos valoran mucho más fuera que en nuestro país»
«Lo que voy a cobrar ahora es lo que no cobraría en España durante muchos años», dice sobre su millonario contrato en México
«Por favor, que no haga frío», pidió Jennifer Hermoso a Jesús Calleja, y éste se la llevó a Islandia, a finales del pasado año, ante de las Campanadas. Allí lo primero que hicieron fue subir a sendas motos de nieve. Pararon en un glaciar. Y en ese punto llegaron las primeras declaraciones de la futbolista, tumbada boca arriba. Todas sobre El Tema, pero sin nombarlo expresamente. «Yo tengo en mi espalda una coraza de acero que ha aguantado mucho». «Ahora estoy fuerte, me siento una chica muy fuerte. Todo lo que me ha tocado vivir me ha hecho crear una Jenni Hermoso que me gusta». «Ha sido la peor cosa que me ha pasado, y ha sido muy difícil gestionarlo».
Para descomprimir, después tocó charlar sobre su infancia. Madrileña de Carabanchel: «Creo que fue de penalti», dijo sobre su llegada al mundo. Sus hermanos le llevan 8 y 14 años. Hija de un funcionario del Ministerio de Hacienda y de una limpiadora, y nieta de un portero del Atlético de Madrid que no llegó al primer equipo. ¿Estudios? «Me gustaba poco, pero lo saqué». Sacó el Bachillerato.
«¿Eres creyente?», planteó Calleja en un momento dado. «Podría decir que sí. Y ahora, al vivir en México, me ha hecho serlo bastante más. Todo el tiempo que llevo allí [llegó en 2022] me lo han inculcado y ahora te puedo decir que antes no rezaba pero ahora sí. Quiero pensar que mis abuelos están en algún sitio y que me voy a reencontrar con ellos».
Habló también sobre el amor de pareja. Lo encontró en el mundo de fútbol. Estuvo enamorada, pero ya no: «Era muy intensita». «Nunca he dicho abiertamente que me gustan las chicas. Era algo que era tabú. La gente lo sabía. Los padres no son tontos», reflexionó. «En el fútbol masculino es improbable que te traten de una manera que te haga sentir bien», dijo sobre la escasa cantidad de hombres futbolistas que han revelado su homosexualidad.
Más comparaciones hombre-mujer: la brecha salarial en el balompié. O sea, el asunto de los dineros. «Nunca hemos dicho ‘queremos cobrar como Messi’». Ahora todas las de la selección viven del fútbol: «Pedimos lo mínino para poder rendir y ser futbolistas», aclaró. «Nos valoran mucho más fuera de lo que nos valoran en nuestro país. Tú te vas a Estados Unidos y no te creerás la cantidad de gente que admira a la futbolista española», se quejó a continuación.
De cantidades concretas se habló después. Contó que en el PSG francés, donde jugó en la temporada 2017-2018, le pagaban «200.000, 250.000 euros». Pero su contrato más jugoso es el actual, en México, en Tigres de la Universidad Autónoma de Nuevo León: «Lo que voy a cobrar ahora es lo que no cobraría en España durante muchos años». Calleja le preguntó si es el mejor contrato de fútbol femenino mundial: «Por ahí han dicho que lo podría ser».
Las redes sociales
«Como me lesione vas a tener que rendir cuentas», dijo la campeona del mundo antes de meterse en la cueva de un glaciar. «Ahora mismo estoy feliz», le dijo al entrar en tan curioso lugar, donde hablaron de las consecuencias del ya famoso «piquito» (Rubiales dixit). Como que le aumentaron los haters en las redes sociales. Gente que le dijo «como te vea por la calle te apuñalo». «Insultos. Desearme que me rompa las rodillas», siguió enumerando. Esto la llevó a una confesión escatológica: «Yo a esa persona que me está insultando me la imagino en el baño cagando. Por eso dedico ese tiempo, de intentar leer, cuando estoy en el baño». O sea, lee a los haters en tan íntima estancia.
Reconoció que también se han multiplicado los comentarios de apoyo: «Me siento muy orgullosa. Creemos que hemos hecho algo súper bonito para la sociedad, para la mujer, para que esa niña, esa chica, esa mujer, se sienta fuerte. Y que cosas así no tienen que ser normales».
Los seleccionadores
La selección española es campeona del mundo. Pero no ha sido flor de un día, sino una evolución. «No se preparaba nada», dijo sobre la época de Ignacio Quereda como seleccionador español. El siguiente en sentarse en ese banquillo fue Jorge Vilda: «Él tuvo su culpa de que fuéramos campeonas», dijo a la segunda, pero el primer factor del éxito que citó fueron las futbolistas, porque «la calidad que tiene la jugadora española no la hay en ningún sitio».
Pidieron cambios a la RFEF porque Vilda las trataba de una forma que ellas entendían que era humillante. «Cuando nosotros nos íbamos a dormir teníamos que dejar la puerta abierta y esperar a que él pasara por la noche, y dejarle que él hablará con nosotras. Decía que era el único momento que tenía para hablar con nosotras», contó. Otro ejemplo: «Nos íbamos a comprar y nos preguntaba qué llevábamos en la bolsa». Reclamaron también «temas de viajes» y de «descanso», que se les concedieron. Y con esas condiciones fueron campeonas del mundo.
El beso
«Hasta el día de hoy no he sido capaz de revivir ese momento», recordó con los ojos llorosos y la voz emocionada cuando Calleja le preguntó qué sintió cuando el árbitro hizo sonar tres veces el silbato y ella y sus compañeras se convirtieron en campeonas del mundo. «Fue el mejor momento de mi vida, según pita el final», continuó entre lágrimas.
Y entonces pasó. Lo del beso. «Sucede. Y yo sigo sonriendo. ¿Cómo no iba a seguir sonriendo? Me juzgan porque sonreía. Yo no busqué ese momento, yo no tenía premeditado nada, ni eso ni lo de después».
«Todo lo que vino después fue mucho peor que ese momento. A mí me quitasteis el mejor momento de mi vida, ahí me posicionasteis en un sitio donde yo no quise estar nunca», lamentó, sin precisar a quién se refería, aunque se supone que a la cúpula federativa y a la prensa que la atacó.
La denuncia y las presiones
¿Por qué denunció? «Porque seguí mis valores y mi sentir de que era algo que no era normal. A mí me hizo mucho daño, hizo mucho daño a todo lo que estaba a mi alrededor, a mis compañeras, y sobre todo que es un acto que había que denunciar». «Hice lo que tenía que hacer, lo que sentí, y lo hice porque esto que pasó lo han sufrido muchas, y yo he tenido la suerte de que todo el mundo lo vio, de que tengo un altavoz», se extendió.
Rubiales le rogó en el avión de vuelta a España hacer un vídeo conjunto. «Me pidió que, por favor, hiciera un vídeo con él, que lo hiciera por sus hijas que estaban en el avión llorando». Ante su negativa, le plantearon a otra jugadora (Jenni no dijo su nombre) que saliese ella a decir que aquello había sido un «acto de efusividad». Fuese quien fuese, no lo hizo.
El balance final
Una vez en España, perseguida por la prensa, tuvo que marcharse de Madrid e irse a Málaga: «Yo tengo que huir cuando no había hecho nada», lamentó. Tuvo la ayuda de su psicóloga, «que es la que ha hecho que yo me sienta como me siento hoy, con fuerzas para seguir con todo».
Pese a todo, el balance es positivo: «Lo he pasado muy mal, de verdad. Pero yo me siento muy orgullosa, no de lo que pasó, pero sí de cómo reaccioné la gente y cómo reaccioné yo a ese hecho».
En todo caso, lo peor que le pasó tras el Mundial fue que su madre sufrió un ictus. Ese día, ella tenía que estar en Mexico, pero el viaje se aplazó. Afortunadamente: «Fui la que encontró a mi madre en el suelo». Afortunadamente, no ha tenido secuelas.