La España de Goya, hecha unos zorros
La conveniencia, o no, de la canción que nos representará en Eurovisión ha llenado las tertulias televisivas de partidarios y detractores
España eligió ser representada en Eurovisión por un tema titulado Zorra, pobremente cantado y escasamente bailado por una señora valenciana a la que una presentadora del Benidorm Fest elevó a la categoría de «Madonna española», una disparatada comparación –se parecen en que ambas son señoras– por la que, una semana después, nadie ha pedido aún disculpas al sentido común. Han pasado siete días y España está una hecha unos zorros, partida en dos bandos que se tiran de los pelos y se lanzan reproches a cuenta de la canción de marras. Solo hay algo seguro: llevamos 55 años sin ganar Eurovisión y alcanzaremos los 56. Es más, en el muy improbable caso de que Europa se vuelva loca y Zorra triunfe, España perdería también, porque esa gala en Malmö no se va a ver como aquella de Betty Missiego, con toda la familia empujando delante de la tele, sino con la familia dividida en parroquias.
La conveniencia, o no, de la canción que nos representará en Eurovisión ha llenado las tertulias televisivas de partidarios y detractores. En ese contexto de fragmentación, Pedro Sánchez vio el terreno abonado para la enésima aplicación de su filosofía predilecta, que es justamente el «divide y vencerás». El presidente del Gobierno se fue a lo de Ferreras para proclamar «a los cuatro vientos» –como canta Nebulossa– a los ciudadanos y a las ciudadanas que si no te gusta Zorra es porque te gusta el Cara al sol. Así, sin medias tintas. Le faltó plasmar esta división en un decreto ley, lo que tampoco se descarta que ocurra en el futuro.
España es así: capaz de convertir un festival presuntamente lúdico en una nueva lucha cainita. La política está definitivamente futbolizada y esa radicalización se ha extendido cual mancha de aceite a la vida pública. Seguramente será Las meninas la pintura más famosa del arte nacional, pero ninguna es tan representativa del espíritu del país, y más en los tiempos que corren, que el Duelo a garrotazos de Goya. Dicen que simboliza el enfrentamiento entre liberales y absolutistas, que era el que se llevaba justo dos siglos atrás, cuando la pintó el genio de Fuendetodos. Como ha explicado Ana Rosa desde su púlpito televisivo, ahora la pugna es entre el «team progre» y «el team facha», que es el gigantesco paraguas en el que los primeros agrupan a todo aquel que les lleva la contraria, sea con Zorra, los pélets (que iban a ser una catástrofe medioambientel que ríete tú del Prestige pero de los que ya no se acuerda ni Greenpeace) o las tractoradas. También es una lucha entre modernos (progres) y antiguos (fachas), como bien apuntó María Pombo cuando le preguntaron por Zorra recién aterrizada creo que en Barajas: «Estamos muy modernos últimamente», ironizó la influencer, cuya presencia esta semana en Planeta Calleja ha escandalizado a los espectadores de izquierdas, que no entienden cómo el leonés, amigo de Pedro Sánchez, se ha podido llevar de aventura a una joven de derechas y religiosa, y, para más inri, hacerlo en la misma temporada que arrancó con la última canonizada por el «progresismo», Jenni Hermoso. Habrase visto.
El problema de levantar muros, como dice y hace el presidente, es que hay quien te los puede derribar. Varias asociaciones feministas han puesto el grito en el cielo, al igual que muchas mujeres de a pie. Y ayer se supo que la delegada de Igualdad, Diversidad e Inclusión de RTVE, Montserrat Boix, ha presentado su dimisión: «Pido perdón a las víctimas de violencia de género. Zorra ni es empoderamiento para las mujeres, ni feminismo», escribió en un tuit, y al rato ya habían filtrado de Moncloa que realmente no ha dimitido sino que se ha jubilado. Fuera como fuese no se descarta que, si las protestas siguen, Sánchez cambie de opinión, y lo que el lunes era feminismo empoderado una semana después sea machismo ultra.
El mensaje de Zorra nos lo han querido vender como feminista. Ha pasado una semana y nadie nos ha explicado aún qué tienen que ver dos tipos en corsé y luciendo cacha con lo que la progresía denomina «empoderamiento» de la mujer: nos referimos al cuerpo –nunca mejor dicho– de baile de Nebulossa. Hay quien no entiende que hay de feminista –ya no digamos de creativo– en una canción en la que una señora, bañada en rojo puticlú, repite 45 veces la palabra «zorra», y entonces es cuando sale el llamado «equipo de opinión sincronizada» a explicar que «no te enteras, Contreras», y que estás tan pasado de moda como la expresión anterior porque realmente lo que ha hecho Nebulossa, bro, es resignificar una palabra estigmatizada. O sea, que el dúo ché ha pretendido hacer lo mismo con zorra que el presidente del Gobierno hizo con perro en las últimas generales. Y, como la realidad supera siempre a la ficción, el lunes, al tiempo que Pedro Sánchez exaltaba el presunto «divertido» feminismo de Zorra en La Sexta, el secretario general de su partido en las Cortes de Castilla y León, Ángel Hernández, era detenido por amenazar a su novia y golpear la puerta de su vivienda al estribillo de «ábreme la puerta, zorra». Como diría aquel, «País».