'Un mundo perfecto', un viaje de hombres marcados y mundos imperfectos

Al igual que La fuerza de la ilusión de Richard Donner (más conocido por haber dirigido la saga de Arma Letal, Los Goonies, Superman…) y Un plan sencillo, de Sam Raimi (el director de Posesión infernal y la trilogía de Spiderman), Un mundo perfecto de Clint Eastwood pertenece a ese grupo selecto de pequeñas joyas cinematográficas injustamente infravaloradas, oscurecidas por los éxitos más comerciales de sus respectivos directores, pero merecedoras de ser recuperadas de nuevo.

Tras el éxito arrollador de Sin perdón, Eastwood se embarcó en este proyecto más modesto y personal, basado en un guion de John Lee Hancock, que colaboraría de nuevo con el director con la adaptación de Medianoche en el jardín del bien y del mal de 1997. El director contó asimismo con varios de sus colaboradores habituales, como el director de fotografía Jack N. Green y el compositor Lennie Niehaus.

Algo cansado de trabajar simultáneamente delante y detrás de la cámara en sus últimas películas, Eastwood ofreció el papel protagonista del fugitivo Robert 'Butch' Haynes a Kevin Costner, también en la cima de su carrera tras ganar múltiples premios por Bailando con lobos. Costner, tras leer el guion, convenció a su vez a Clint para que interpretase al jefe de los Rangers Red Garnett, un papel secundario que le iba como anillo al dedo, y que no sería tan agotador para Eastwood.

Teniendo como cabeza de cartel a estos dos pesos pesados, obviamente las expectativas de los ejecutivos de turno apuntaban a que fuese un bombazo, y aunque tuvo una respuesta de público aceptable, no tuvo el éxito de taquilla y crítica que se esperaba, salvo por los chicos de Cahiers du Cinema, fans, muy fans, de la obra de Clint, que lo consideraron la mejor película de 1993. Me imagino que el personal se esperaba un duelo de machos rebosantes de testosterona, y los espectadores se encontraron ante un bello e intenso drama, un profundo estudio de la condición humana marcada por la violencia, lleno de momentos cómicos y aristas trágicas.

Un mundo perfecto está ambientado en Texas en 1963, poco antes del asesinato de Kennedy, y sigue la historia de un convicto fugitivo, Robert 'Butch' Haynes (Kevin Costner), que secuestra a un niño, Phillip Perry (T.J. Lowther) y le retiene como rehén durante su fuga. La dinámica entre Haynes y Perry forma el núcleo emocional de la película, a medida que se desarrolla durante su huida un vínculo entre ambos, desafiando los clichés habituales sobre villanos y héroes.

El ritmo de la película nos permite observar con fascinación la evolución de dicha relación, exenta de sensiblería facilona, y con estupendos momentos de humor. La narrativa se enriquece aún más con el personaje de Red Garnett, un Texas Ranger (Clint Eastwood), viejo y resabiado, que lidera la persecución del fugitivo. La existencia de un nexo de unión entre Haynes y Garnett, que iremos descubriendo a lo largo del relato, dará lugar a una visión más matizada de la justicia y la moralidad.

Eastwood utiliza el viaje físico a través de Texas como metáfora de los viajes emocionales y morales de los personajes, mientras que su cinematografía captura el amplio paisaje tejano, subrayando el tema de la libertad. Para Haynes, la libertad no consiste únicamente en escapar de los confines físicos de la prisión, sino de buscar la redención y un sentido de pertenencia a un mundo que le ha fallado repetidamente. El personaje de Phillip, por otro lado, experimenta un tipo diferente de liberación en compañía de Haynes, lejos de la estricta educación religiosa impuesta por su madre, testigo de Jehová. Haynes, a pesar de sus antecedentes criminales, es representado con empatía y complejidad, mostrando bondad hacia Phillip y exponiendo al niño a un mundo más allá de su existencia protegida.

Un mundo perfecto es un perfecto testimonio del inmenso talento de Clint Eastwood como cineasta, capaz de tejer narrativas complejas que exploran temas profundos, con un estilo clásico, sutil y pausado, sin subrayados innecesarios, ni simplezas morales, y que, a través de esta película, nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de la libertad, la justicia y la redención. Un hermoso filme digno de ser redescubierto y valorado como se merece.

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• Pedro Lainez es realizador, productor creativo y profesor de la Universidad San Pablo CEU