‘El camino a casa’
El despacho en el que nació Norma Duval
El nombre artístico de la artista es la curiosa combinación de otros dos ideada por un representante apellidado Butragueño
Ella se llama Purifación, porque así lo decidió su madre. Creció feliz en Cuatro Vientos (Madrid), a donde llegó a los seis años procedente de Pedralbes (Barcelona) siguiendo a su padre militar, ese mismo que no quería que fuese artista. Pero vaya si lo fue, y para eso se tuvo que cambiar de nombre. El que le puso el nuevo, el que la rebautizó, se apellidaba Butragueño. De todo ello se entera uno si sigue El camino a casa que Norma Duval hizo de la mano de Albert Espinosa.
Es un programa en el que la sensibilidad está siempre a flor de piel, y las lágrimas también. Norma lloró ya en la primera parada, que fue el Colegio Carmelo Teresiano de Madrid en el que estudió. Ya no está entre nosotros sor Mari Luz, aquella monja tan moderna, que conducía y todo, y que tanto la marcó. Pero la recibieron otras hermanas. «¿Esa educación que te reporta?», le preguntaron. «Todo. La educación que me disteis. Los valores. Esos valores no se pierden…», contestó emocionada. «Mi madre se crio en un colegio de monjas. Se quedó huérfana por los temas de la guerra. Era muy católica, muy creyente, y la educaron muy bien. La ilusión de mi madre era que me educaron en un colegio de monjas».
Quiso ser paracaidista: «Las mujeres no son militares», le contestó —eran otros tiempos— su padre. Ese progenitor que tampoco quería que se dedicase a la farándula, que no deseaba que fuese bailarina ni nada parecido: «Artista, no», prohibía tajante. En esto último, en lo de ser artista, la apoyó su madre. Recordó dos momentos clave de su carrera en los que ella estuvo ahí.
Uno fue el día que la llamó a la «casa de moda» en la que trabajaba para decirle que lo dejase todo porque acababa de leer en un periódico que se celebraba Miss Madrid. El jefe le dice que no volviese si se iba. Se marchó igual. Compraron un bañador y unos zapatos. Ganó.
También estaba su madre con ella en el «despachito» de la Gran Vía en el que fue rebautizada por el representante de artistas Ferrando Butragueño. Ella nació como Purificación, porque le pusieron el mismo nombre que tenían su madre y su abuela materna. Pero Butragueño dijo que una artista llamada Purificación no tenía futuro alguno, y en un paquete de tabaco se puso a combinar nombres y apellidos. Deborah fue uno de los descartados. Pero a Puri, la futura estrella, le gustó el que escribió una esquinita, Norma Duval. Norma por Norma Jean. Duval, por La dama de las camelias. «Me vino muy bien cuando yo me fui a Francia, porque el ‘Duval’ es muy francés», contó divertida.
Sin embargo, de todos los nombres que le han puesto, su favorito no es ni Purificación ni Normal Duval. Es «Kawasaki». Así la llamaba, por su «fuerza y potencia», su hermana Carla, fallecida hace más de diez años y que estuvo presente en el programa a través de su recuerdo y de un vídeo.