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«Yo tengo la percepción de que hay dos víctimas y un fallecido», sostiene Rodolfo Sancho
El actor desvela su primera conversación con su hijo Daniel: «Me dijo que este tipo le había amenazado a él». Así resume el suceso: «Hubo una pelea, y en esa pelea hubo un accidente»
«No sé por qué insistís, si ya he dicho que no voy a hablar». Con estas palabras de Rodolfo Sancho arranca el documental El caso Sancho: episodio cero, en el que, justamente, el actor habla por primera vez largo y tendido sobre el suceso protagonizado por su hijo. No hay por ahora más capítulos. No los habrá hasta que haya sentencia.
La primera pregunta estaba cantada. ¿Cómo estás? «Bien, tranquilo. Intento estar estable. No tener grandes bajones ni grandes subidones, porque una cosa puede llevar a la otra. Creo que esta estabilidad mía, natural, me ha ayudado en ese sentido», declara desde Fuerteventura, donde reside y lugar en el que Daniel estuvo con él antes de su viaje a Tailandia.
Se enteró por su hermano de que su hijo estaba acusado de descuartizar a un cirujano colombiano en Tailandia. Tardó en decirle exactamente qué había ocurrido, así que lo primero que Rodolfo preguntó fue: «¿Está vivo?». Lo estaba. No así Edwin Arrieta. Sintió esa sensación «burdamente conocida como ‘estar en una película’». Sabía que su hijo estaba en el país asiático, pues él había dicho que iba a «practicar la cocina tailandesa y hacer sus vídeos de cocina». «No sé el motivo por el que va Edwin a la isla», añade después.
«Mi primera reacción es estupefacción y no creerme a pies juntillas lo que están contando porque no cuadraba nada. Todo era muy extraño», revela. Al día siguiente puede hablar con él, brevemente: «Está en un estado de shock y me cuenta que ha tenido una pelea con un tipo del que yo no sabía nada y ha acabado de una forma trágica».
Una «relación tóxica»
«Nadie sabía nada. Ni yo ni todo su entorno», dice sobre la relación entre Daniel y Edwin. «Mucha gente tiene una relación tóxica. Lo que pasa es que esto ha detonado en algo tremendo. Pero es que todo es un aprendizaje… ¿Por qué te vienen las cosas? ¿Por qué se conjuntan los astros para que te ocurra algo? ¿Y quién es nadie para juzgar qué te viene y por qué? Un mundo en el estamos en el que nadie tiene ni puta idea de qué va esto de la vida», reflexiona en el documental.
Una de las aristas del caso es el dinero recibido por Daniel por parte del cirujano. «Creo que al principio, cuando le ofrece invertir, algo [de dinero] recibió. No sé si tenían una tarjeta conjunta o algo así». «Yo sé que no le hacía falta dinero. Pero es siempre algo más de dinero y a lo mejor viene bien si quieres hacer ciertas cosas y quieres salir a cenar a sitios que te gustan. Eso es un error, una trampa, no sabía decirte, pero, en ese sentido, lo hecho, hecho está».
Rodolfo contactó con la familia del cirujano, a principios de agosto del pasado año. «Me solidarizo con las emociones de la familia. Puse un mensaje a la familia de Edwin, a Darllng [la hermana]. Me parecía que era correcto, que era humano, y sigo sintiendo la pérdida de ese ser humano».
No viajó a Tailandia de forma inmediata, porque había otra prioridad: «Lo que intento primero es forma un equipo potente que me pueda ayudar con el caso». Al ver a su hijo, lo tranquiliza: «Él estaba cargado. Enseguida le dije: ‘Tranquilo, he formado un equipo maravilloso. Vamos a poder luchar por esto’. Dentro de que fue duro, y tenso, y duro ver a Daniel en esa situación… Y por el resto en realidad está bien», dijo antes de pasar a detallar las condiciones del presidio. «Duermen en el suelo, pero es que los tailandeses duermen en una especie de colchoneta, en un futón, pero eso es cultural. Sí hay hacinamiento, hay mucha gente… A mí que no haya violencia ya me parece algo muy importante. Esa cárcel es una cárcel muy amable en ese sentido…».
La primera conversación con su hijo
¿Qué le contó su hijo sobre el día de autos? «En la conversación con Daniel me dijo que este tipo le había amenazado a él, en el momento… Le había amenazado de muerte y con hacer daño a su familia y tal, y que se defendió de unas amenazas y de un intento de agresión sexual. Y luego nos cuenta todo cómo fue: la pelea y lo posterior a la pelea. El miedo, el pánico, el estado de disociación, todo eso».
La entrevista plantea si el descuartizamiento lleva implícita una condena moral: «Sí, sí», admite, aunque recuerda que la ley tailandesa solo pena ese hecho con «un año o una multa». «Bajo la ley no es un dato importante, pero yo entiendo que es lo que suena más escabroso. Pero quizá lo mejor sí hubiese sido: ‘He tenido una pelea, y ha pasado esto’. Pero entra en pánico en un país en el que no es tuyo, la pena de muerte. Daniel ahora, y yo me incluyo… Ahora sabemos de leyes, entonces no sabía nada. Solo sabes que hay un tipo muerto y hay pena de muerte».
Considera que la pelea «es la piedra angular del asunto». «Hubo una pelea, y en esa pelea hubo un accidente. Esto es lo importante para mí». En esa línea esta la declaración de su hijo del 13 de noviembre, en la que «acepta un cargo». «Y acepta que ha ocurrido lo que ha ocurrido: ha ocurrido un fallecimiento por accidente en una pelea en la que él se estaba defendiendo», argumenta su padre.
Su polémica comparecencia
«No van a conseguir lágrimas de mí», dijo a la prensa el pasado verano tras ver por primera vez a su hijo tras el suceso, comparecencia pública en la que aclaró que entre tomarse el suceso como una desgracia o como un reto él había optado por la segunda opción. Fue acusado de soberbio. «Yo estaba bloqueando emociones, controlando», argumenta. Emociones que reconoce que en algún momento se han desbordado, pero siempre acaba regresando al punto de vista menos malo. «¿Que la situación no es la mejor del mundo? Por supuesto. Las hay peores. Las hay mucho peores. Mucho peores».
«¿Te has cuestionado algo como padre?», plantea en un momento dado la entrevistadora. «No, porque la vida es incontrolable. Yo fui un padre muy joven [a los 19 años]. No tenía la madurez que tengo ahora, sí. ¿Pero me voy a culpar por una cosa así? Las cárceles del mundo están llenas de gente que tienen hijos, padres».
Así ha sido su relación con su hijo: «Muy cercana, muy divertida. Obviamente me he tenido que poner en el lugar de padre. Como todo adolescente ha hecho sus cosas en la adolescencia. Justo antes de que ocurriera estuvo quince días conmigo aquí en Fuerteventura, y nos reímos mucho, lo pasamos bien. Cocina que da miedo, con lo cual es maravilloso cuando viene». “Tiene esos errores de edad, a lo mejor esa vanidad… Bueno, cosas que se aprenden. La humildad es algo que se aprende con la edad y con las hos… también.
Siguen en contacto. Daniel tiene derecho en prisión a unas videollamadas al mes «y cada cuanto tiempo hablo con él».
El aprendizaje de la vida
Las reflexiones finales del actor, de tono filosófico, tienen también mucha chicha. «Todo es una lección. Venimos a aprender. Está clarísimo. Puedes tomártelo como aprender o no. Vienes a que la vida te dé lecciones, buenas, malas. No sé si era Séneca que decía: ‘Compadezco a esa persona que nunca ha vivido un momento malo porque nunca va a conocer su verdadero potencial’. Me encanta esa frase. Tengo todos estos conceptos en la cabeza, y son armas con las que yo quiero luchar».
«Yo tengo la percepción de que hay dos víctimas y un fallecido, y es terrible. Yo quiero que la verdad salga y a partir de ahí todos tendremos que manejar nuestras sensaciones y nuestros sentimientos».
El juicio
«Llevo toda la vida preparándome para esto. Está muy bien el trabajo, está muy bien… El proyecto mental, el proyecto de ser es para mí lo importante», reflexiona cuando toca hablar del futuro inmediato, que es el juicio. ¿Qué espera de él? «El concepto pena de muerte lo tengo eliminado de la cabeza. Tenemos la ilusión de que lo declaren ‘no culpable’». «El animal no piensa a futuro, actúa. Al animal lo acorralas y lucha».
Además de Rodolfo Sancho, en el documental habla el periodista Carlos Quílez y se emiten imágenes de archivo. Brevemente, interviene la hermana de la víctima mortal. También vemos a Daniel Sancho de crío, al poco de haber empezado a andar, junto a su padre y a su abuelo, el mítico actor Sancho Gracia.