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Jaime de Armiñán, con el Goya de Honor que recibió en 2014EFE

Cine

Jaime de Armiñán, el cineasta que anticipó el destape mental de un país

En los años 70 firmó una serie de películas que combinaron comercialidad, atrevimiento y calidad

Jaime de Armiñán fue, sobre todo, el director de Mi querida señorita y Juncal. Pero también mucho más. Fue un cineasta visionario y valiente que en los años 70 se anticipó a los tiempos que venían con películas que combinaron la comercialidad con la calidad y en las que el destape físico se combinó con el mental de un país.

Debutó en el cine como director con Carola de día, Carola de noche (estrenada en 1969), la primera película como adulta de Marisol, que resultó un fracaso artístico y un éxito en taquilla (no está mal que tu opera prima lleve a los cines a 1.021.262 espectadores).

Como cineasta, su década más triunfal fue la de los 70, con películas que abordaban temas arriesgados para la época, como la prostitución, la transexualidad, el exilio o el conflicto generacional entre la España que se acababa y la que estaba emergiendo. El atrevimiento y la modernidad fueron sus señas de identidad en ese tiempo.

La Lola dicen que no vive sola (1970), en la que una prostituta promete a la Virgen no ejercer como tal durante un año si cura a su niña enferma, inaugura ese período feliz, en el que merece párrafos aparte su tercera película como director, Mi querida señorita, de la que es también guionista junto a José Luis Borau, quien ejerció además como productor.

'Mi querida señorita'

Estrenada en febrero de 1972, es la primera película española de la temática ahora conocida como queer. Nos cuenta la transformación de la cuarentona Adela (José Luis López Vázquez), que vive secretamente enamorada de su sirvienta Isabel (Julieta Serrano). El propio director explicitó el motivo por el que realizó esta cinta: «Llamar la atención sobre la falta de respeto hacia los dramas homosexuales con los que la gente se ensaña». En una antología de frases populares del cine español ha de figurar necesariamente la postrera de Mi querida señorita: «¿Qué me va usted a contar, señorita?».

José Luis López Vázquez, en Mi querida señoritaGTRES

Es significativo que en el reparto figuren dos actrices que años después se convertirían en chicas Almódovar (en su caso, más bien señoras): Julieta Serrano y Chus Lampreave. Además, los herederos del trono de Almodóvar, Los Javis, están produciendo una serie a partir de Mi querida señorita.

Atrajo más espectadores a los cines que la de Marisol: 1.783.154 espectadores. No había Goyas en España, pero sí otro tipo de premios, y ahí hizo buena cosecha. Mejor guión y mejor interpretación masculina protagonista en los del Sindicato del Espectáculo. Y esos dos galardones, el de mejor director y mejor secundario (Antonio Ferrandis) en los del Círculo de Escritores Cinematográficos. Incluso estuvo nominada a los Oscar, donde fue batida en la categoría de mejor película de habla no inglesa por El discreto encanto de la burguesa, de evidente sello español (dirigida por Luis Buñuel y con Fernando Rey como actor). De Hollywood se llevó Armiñán el elogio del mismísimo George Cukor, que intentó convencer a López Vázquez para que hiciese carrera en la meca del cine.

Más éxitos

Pero «el padrino» por antonomasia del cine español dijo no. Y eso le permitió protagonizar el siguiente éxito de Armiñán, Un casto varón español (1973), en la que a José Luis López Vázquez interpreta a un pastelero que hereda un burdel en Inglaterra. De nuevo superó el millón de espectadores (1.244.824).

Un año después, en junio de 1974, se estrenó el mayor éxito en taquilla de Jaime de Armiñán: El amor del capitán Brando. La historia de las relaciones entre una joven maestra (a la que da vida Ana Belén) que llega a un pueblo castellano, un alumno adolescente (Jaime Gamboa) y un republicano que ha vuelto al país tras 35 años de exilio (Fernando Fernán-Gómez) despachó 2.089.475 entradas en los cines españoles. Buena parte de la repercusión tuvo que ver con que se le viese el pecho a la joven Ana Belén, que en esta película adelanta el destape que proliferaría con la Transición.

Confirmó su buen momento con la comedia ¡Jo, Papá!, estrenada al mes siguiente del fallecimiento de Franco, y de nuevo con Ana Belén y Fernando Fernán-Gómez. Más de 400.000 espectadores (428.190) la vieron en los cines españoles.

El nido fue la última de las películas del director que sobrepasaron el medio millón de espectadores (585.897) y con la que se llevó su segunda nominación al Oscar, premio en el que fue superada por la soviética Moscú no cree en las lágrimas, de Vladimir Menshov. Es el largometraje con el que abre la década de los 80, en la que rueda películas como En septiembre, Stico, La hora bruja o Mi general, todas ellas de menor repercusión que las antes citadas.

En los 90 firmó dos cintas de mínimo impacto comercial (Al otro lado del túnel, con un magnífico Fernando Rey, y El palomo cojo) y el guión de dos pelotazos en taquilla, aquellas olvidables cintas protagonizadas por la Pantoja post muerte de Paquirri.

Llegamos así a su última película de Armiñán, la única del siglo XXI, 14 Fabian Road (2008), para la que no consiguió distribución y que solo se estrenó testimonialmente en cines (sumó 37 espectadores, según los datos del Ministerio de Cultura).

Triste final para una magnífica carrera artística cuyo impacto se sintió también en la tele, donde dejó su huella en muchas producciones pero será recordado especialmente por una: Juncal. De las andanzas del matador de toros natural de Carmona ya hemos hablado en El Debate, así que nos remitimos a lo dicho.