Cuando recibe la visita de un joven que le propone matar, a cambio de dinero, a los dos hombres que han cortado la cara a una prostituta, poco queda ya del antiguo pistolero William Munny (inmenso Clint Eastwood). No le queda tampoco su esposa, la mujer que transformó al sanguinario pistolero en un hombre completamente nuevo, alejado de las armas y del alcohol, y abnegado padre de dos hijos a los que ahora, acuciado por los problemas económicos, deja en el rancho para aceptar el encargo del joven. A los dos se une, en esa maravillosamente filmada ruta a caballo hacia la venganza y la recompensa –y no por ese orden–, Ned Logan (Morgan Freeman), antiguo compañero de fatigas de Munny. Sin perdón ganó cuatro Oscar: mejor película, dirección, montaje y mejor actor de reparto para Gene Hackman, igualmente soberbio –en todos los sentidos– como Little Bill Dadget, el sheriff que interpreta la ley como le viene en gana. Clint Eastwood dirigió y protagonizó un western tan inmaculado que a su personaje de William Munny no le cabe otra, llegado el momento de la verdad, que preguntar: «¿quién es el dueño de esta pocilga?».