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Matthew Goode, a la izquierda, protagoniza La última sesión de Freud junto a Anthony HopkinsSelectaVisión

Cine

La película que confronta a C. S. Lewis y Freud sobre la existencia de Dios

Este viernes se estrena en los cines La última sesión de Freud, con Anthony Hopkins en la piel del psicoanalista y Matthew Goode en la del escritor

Sigmund Freud y C. S. Lewis, dos de las mentes más brillantes del siglo XX, confrontan sus visiones opuestas sobre la existencia de Dios en un cara a cara imaginario, encarnados por Anthony Hopkins y Matthew Goode, en La última sesión de Freud, que llega este viernes a los cines. La película sitúa ese encuentro en Londres en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, con el trasfondo de la invasión nazi de Polonia, y es una invitación a mantener vivo el espíritu de la conversación entre diferentes en tiempos de polarización, según dijo a EFE su director, el estadounidense Matt Brown.

«Tenemos miedos que no somos capaces de ver», señaló. «La gente sólo escucha lo que quiere oír, cada uno su emisora o su canal y lo toman como verdadero (...), pero hay miedo a decir algo inapropiado y ser cancelado o simplemente a que te griten».

«También hay un miedo a ser acusado de comunista de extrema izquierda simplemente porque dices sentir compasión, es de locos, creo que los extremos han tomado el mundo y que queda poco espacio para el sentido común».

La cita entre el padre del psicoanálisis y el autor de Crónicas de Narnia tiene lugar en la casa londinense del primero, y da pie a una fábula intelectual donde se abordan las grandes cuestiones sobre la naturaleza humana: el amor, la sexualidad, la muerte, las fantasías, los miedos.

No hay pruebas de que el encuentro tuviera lugar alguna vez pero Brown tampoco cree que se pueda descartar. El guion se basa en la obra de teatro de Mark St Germain de 2010 que a su vez se inspiró en el libro The Question of God (2002) del psiquiatra de Harvard Armand Nicholi para el que se basó en cartas y otros escritos de ambos.

En el momento de la reunión, Freud es anciano y está enfermo, sufre cáncer oral y Lewis aún no ha escrito la novela que será su gran éxito, inspirada en sus experiencias con los niños que acogió en su casa durante la guerra.

Freud, educado en el judaísmo, se hizo ateo, mientras que Lewis pasó de no creyente a teólogo y divulgador de la fe cristiana. «Freud era una persona que constantemente se retaba a sí mismo y a sus ideas y no tenía problema en cambiar de opinión», dice Brown, que alaba su curiosidad intelectual y su sentido del humor.

Pero también los genios tienen zonas oscuras y por eso la película se adentra en la complicada relación de Freud con su hija Anna, que siguió sus pasos profesionales y fue psicoanalista infantil y, en el caso de Lewis, en el amor prohibido que sentía hacia la madre de un amigo que murió en la guerra.

«No quería hacer una película sobre dos intelectuales discutiendo sobre las grandes cuestiones de la vida», afirma, «sino mostrar cómo ellos estaban lidiando con todo eso en sus propias carnes».

Sobre la elección de Anthony Hopkins para hacer de Freud dijo que en un primer momento el actor de El silencio de los corderos lo rechazó porque estaba con otros proyectos y se lo ofrecieron a Christopher Plummer, que aceptó pero falleció antes de poder rodar, por lo que la pelota volvió, años después, al tejado de Hopkins y esta vez dijo sí.

«Ha sido el mejor colaborador creativo posible», afirma Brown sobre Hopkins, que no solo aportó sus propias experiencias y recuerdos de la guerra sino que también compuso parte de la música de la película.

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