Crítica de cine
'The Arctic Convoy', la emocionante película sobre la batalla naval de la Segunda Guerra Mundial
La cinta noruega muestra con crudeza el absurdo de las guerras a la vez que elogia el heroísmo de quienes se mueven por un ideal justo
La Segunda Guerra Mundial es fuente inagotable de historias dignas de ser contadas en cine. El problema es que muchas se parecen. Pero otras, por el contrario, son lo suficientemente originales como para despertar nuestra curiosidad. Es el caso de la película noruega The Arctic Convoy, que se fija en el importante papel que desempeñaron los marinos mercantes del país escandinavo para enviar suministros a la Unión Soviética cuando esta trataba de hacerse fuerte en el frente oriental. Estos barcos noruegos que transportaban armas y material iban escoltados por buques de guerra aliados, formando convoyes que surcaban el Mar de Noruega o el Mar de Barents, normalmente con destino al puerto ruso de Murmansk.
La película arranca en el verano de 1942, justo un año después de la invasión alemana de la Unión Soviética, cuando un convoy parte de Islandia rumbo a Murmansk. La duración del viaje estimada es de doce días. El protagonista de nuestra historia es Skar (Anders Baasmo), el capitán de un carguero que lleva cañones y municiones. Un hombre muy crítico con el gobierno de Noruega, ya que considera que no ha sabido estar a la altura de las circunstancias. Después de que el convoy sufra un ataque submarino con la consiguiente pérdida de algunos buques, el capitán Skar recibe una inquietante orden por mensaje telegráfico: el convoy debe dispersarse y cada barco debe intentar llegar a puertos rusos por su cuenta y sin escoltas. A partir de ese momento Skar, decidido a cumplir la misión, debe enfrentarse a su Primer Oficial, el timorato Mørk (Tobias Santelmann), que opina que el barco debe regresar a Islandia. Así que Skar debe acometer dos frentes simultáneos: el enemigo exterior, los alemanes, y el interior, todos aquellos tripulantes que opinan como Mørk.
La película dosifica muy bien la intriga y trabaja bien los personajes, y aunque las escenas bélicas no son muy deslumbrantes a lo Hollywood, están correctamente resueltas y cumplen perfectamente su función dramática. La puesta en escena crea un ambiente claustrofóbico que hace que veamos a cada personaje como encerrado en su propio conflicto personal: el Jefe de máquinas y sus problemas de salud mental, el artillero con la sombra de su hermano muerto, el marino más joven y sus ataques de ansiedad…
El director noruego Henrik Martin Dahlsbakken ofrece en realidad un homenaje a un colectivo civil anónimo y que sin embargo jugó un importante rol en el desarrollo de la guerra. Para la caída de Alemania fue decisivo el colapso en el frente oriental, que permitió a los rusos llegar hasta Berlín. Y eso fue posible, entre otras cosas, gracias a la llegada de material bélico suministrado por los aliados. Pero este homenaje poco tiene que ver con el glamour de muchas películas americanas y muestra con crudeza el absurdo de las guerras a la vez que elogia el heroísmo de los que se mueven por un ideal justo. Los amantes del género bélico o del drama histórico tienen una interesante cita, que seguramente no les defraudará.