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Fotograma de 'La piel voleuse'

Cine

La película francesa que ha triunfado en el festival de Roma

Se habló francés gracias a tres filmes que con diferentes desniveles narrativos conquistaron a público y críticos

Hoy en la segunda jornada de la 19ª Fiesta del Cine de Roma se habló francés gracias a tres filmes que con diferentes desniveles narrativos conquistaron a público y críticos. El mejor de los tres fue indudablemente La pie voleuse, del veterano Robert Guédiguian, 70 años bien plantados, una veintena de largometrajes en su haber a partir de 1981, siempre rodados en Marsella, con el mismo equipo técnico y de actores y el mismo impulso de hablar de su gente, sobre todo la más desvalida o marginada.

Pero también tienen sus méritos L’art d’ètre heureux de Stefan Liberski, una de esas obras libres y alocadas que solo saben hacer los belgas francófonos, y En fanfare de Emmanuel Courcol, un film que no tiene vergüenza de dar rienda suelta a los sentimientos, arropándolos con una música de lo más variada. Todo el cine de Guédiguian tiene un contenido social, a veces hasta político y polémico, pero esta vez se concentra en esa porción de humanidad que o no logra llegar a fin de mes o cuenta los días que la separan de este mundo.

Entre las primeras está Maria (la omnipresente esposa del director, Ariane Ascaride, y protagonista de todas sus películas) que es una empleada doméstica por horas para personas mayores que para costear los estudios de piano de su nieto no vacila en ser la urraca ladrona del título del filme.

Pero con ella se da cita todo el plantel de actores que acompaña fielmente a Guédiguian de película en película, desde los coetáneos Jean-Pierre Darroussin, Gérard Meylan y Jacques Boudet hasta los más jóvenes Marilou Aussilloux y Grégoire Leprince-Ringuet, para este filme tierno y crepuscular donde se perciben las sombras de la miseria, la muerte y la locura, sin que estas hagan mella en el constante amor, esperanza y optimismo que el director siente por sus criaturas.

Fotograma de 'L’art d’ètre heureux'

Alguien dijo alguna vez que los belgas francófonos son franceses con una vena de locura y nadie mejor para representarlos que Benoît Poelvoorde, el más famoso de los actores de esa generación que bordea los 60, que en El arte de ser feliz hace las veces de un profesor jubilado, pintor aficionado con la idea de pasar el resto de su vida en una descabellada casa redonda al borde del mar, añorando a una hija que no ve desde su niñez.

Liberski es un productor, director, guionista y hasta literato de 73 años con apenas tres largometrajes en su haber pero que ha dado la tecla con este El arte de ser feliz que no es un libro de recetas, sino la desopilante historia de un señor mayor que no logra encajar en el nuevo ambiente de provincia que ha elegido, pero que ha sabido separarse de sus prejuicios y abrirse hacia el futuro.

Emmanuel Courcol es un actor reconvertido director y guionista con escasos tres filmes en doce años pero que ha sabido dar rienda suelta a sus sentimientos con este En fanfare que cuenta la historia de un famoso director de orquesta que descubre, al ser diagnosticado con leucemia, de ser un hijo adoptado y se lanza a la búsqueda de un hermano que desconocía.

Fotograma de 'En fanfare'

Nada lo une a este hermano reencontrado si no la música, ya que este toca el trombón en una orquesta de aficionados y habiendo descubierto su enorme talento, el protagonista decide emplear el poco o mucho tiempo que le queda para promoverlo a él y a su orquesta.

El filme es también un canto a la música y su poder de amalgamiento social y emotivo, mezclando jazz, música clásica y marchas militares culminando en una ejecución arrolladora del Bolero de Maurice Ravel, la verdadera perla de esta película.