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Joseph Gordon-Levitt y Himesh Pattel protagonizan Greedy People

Cine

Las películas que han decepcionado en la Fiesta del Cine de Roma

La octava jornada del festival ha estado marcada por las decepciones

El género policial ha acompañado desde siempre la historia del cine pero hay varias maneras de encararlo, como lo demuestran los filmes de la octava jornada de la 19ª Fiesta del Cine de Roma. Uno es a la manera de los hermanos Joel y Ethan Coen, en que la acción provoca hechos con muertos y heridos que se van desencadenando de manera que escapa a la voluntad de los implicados y terminan por beneficiar a un tercero en discordia, como es el caso de Greedy People, del norteamericano Potsy Ponciroli.

La otra es la de encerrar a los personajes en un escenario único como en el policial clásico y todo se resuelve a fuerza de diálogos como en el italiano «L’isola degli idealisti» de Elisabetta Sgarbi.

Y los resultados pueden ser diferentes ya que mientras en el primero asistimos a un filme de puro entretenimiento en que los personajes son víctimas de sus propias acciones, el segundo puede inspirarse en una novela perdida (y desgraciadamente encontrada) del padre de la novela policial italiana, Giorgio Scerbanenco, y endilgarnos el punto más bajo del concurso de la Fiesta con un argumento endeble, actores poco carismáticos y una dirección anodina y pedestre.

Ponciroli es más conocido por su medio centenar de videos de música country que por su escueta filmografía de cuatro largometrajes en doce años, de los cuales uno, el western «Old Henry» de 2021 fue presentado en Venecia y premiado en Almería.

«Greedy People» es uno de esos extraños filmes en que la trama va girando poco a poco de la comedia a la tragedia y tiene un cierto torno moralístico que no molesta, visto que todos los que han estado voluntaria o involuntariamente implicados en la muerte de una persona recibirán su merecido y será un tercero en discordia a beneficiarse del final feliz.

Gran parte dela calidad de la película está en el guión original de Mike Vukadinovich que cuenta la historia de un policía novato que en su primer día de trabajo mata accidentalmente a un ama de casa y encuentra un canasto lleno de un millón de dólares.

Es su compañero de trabajo quien lo convence de quedarse con el dinero y echar la culpa a un desconocido pero esto conducirá a una concatenación de hechos en que justos y pecadores pagarán con la vida este accidente.

Producción independiente interpretada por un reparto de casi desconocidos pero muy eficaces en sus respectivos papeles, «Greedy People» ha sido un buen resarcimiento al tiempo perdido con «La isla de los idealistas».

Nadie sabe porque Giorgio Scerbanenco. considerado el padre del policial moderno italiano, perdíó poco antes de morir en 1969 el manuscrito original de «La isla de los idealistas», redescubierto y publicado en 2018 por Elisabetta Sgarbi, que es también editora, además de ser la directora del filme.

Una de las razones posibles, a juzgar por la adaptación a la pantalla que ha hecho ella misma con Eugenio Lio, es que fue el mismo Scerbanenco a perderlo por no coinsiderarlo a la altura de su obra precedente.

La acción se centra en una pareja de ladrones que llega a una isla huyendo de la policía y encuentra refugio en la casa de los únicos habitantes del lugar que por diversas y absurdas razones los ocultan y después los usarán para sus propios fines.

Tal vez porque Sgarbi es más conocida por sus documentales de arte o por su trabajo de editora, la cosa es que la película adolece de una chatura literaria que no da emoción al relato y lo priva de esa cuota de acción necesaria para un policial y se limita a un trazar un drama costumbrista sin el menor interés.

Pero eso no fue lo peor de la jornada porque también se proyectó en el concurso principal «Spirit World» del director de Singapur Eric Khoo, una extraña triproducción franco-nipo-cingapurense donde se ha visto implicada la actriz francesa Catherine Deneuve, más conocida por su belleza, carisma y vida sentimental que por su talento interpretativo, que encarna a una cantante francesa para un último recital en Japón, donde muere uniéndose a otro fantasma japonés para salvar la vida de un tercero.

Descabellado argumento del mismo Edward Khoo en el que cada fantasma habla su propio idioma sin necesidad de traductor (como si el más allá tuviese su propio pentecostés), «Spirit World» no fue acompañado ni siquiera por su autor e intérpretes, señal de que la sopa no salió como decía la receta.