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Sonia Martínez, en una imagen de archivo

Sonia Martínez, en una imagen de archivoRTVE

Treinta años del «cielo y el infierno» de Sonia Martínez: un relato documental de la miseria de la condición humana

El documental La última noche de Sonia Martínez, producido por RTVE Play muestra a una jovencita, simpática, alegre, sonriente, de 20 años que aparece en la gran pantalla presentando el programa infantil Dabadabadá

Sonia Martínez Mecha murió como un juguete roto en una cama de la clínica la Concepción de Madrid a los 30 años de edad. Millones de personas la vieron en TVE presentando el programa infantil Dabadabadá; miles de seguidores la contemplaron semidesnuda o en toples en la revista Interviú; decenas de lectores siguieron su descenso al infierno de las drogas: «Fui la primera famosa que dijo públicamente que se pinchaba», comentó en una entrevista a Pepe Navarro; algunos la «buscaron» en la Casa de Campo de Madrid cuando se dedicó a la prostitución para poder comer y solo una persona, su amigo José Luis, acudió al Tanatorio cuando murió a los 30 años de edad a causa del SIDA.

El documental La última noche de Sonia Martínez, producido por RTVE Play y dirigido por Ángela Gallardo y César Vallejo, muestra a una jovencita, simpática, alegre, sonriente, de 20 años que aparece en la gran pantalla presentando el programa infantil Dabadabadá. Nace una estrella que «gusta a los niños y seduce a los mayores».

«Desnudo para niños»

Pepe Carabias comenta: «La quisieron convertir en un sexsymbol y no lo era». Chelo García Cortes añade: «Era una palomita que muchos quisieron tener». Era la musa de los niños. La revista Interviú, famosa por publicar desnudos de famosas, propuso un desnudo en la playa que incluyó en la publicación con el título «Desnudo para niños». Comienza el declive televisivo de Sonia Martínez.

Su madre Petri no llegó a ver las fotos. Murió tres meses después, a los 44 años, a causa de un cáncer, sin ver la revista. «La muerte de mi madre —explicaba Sonia— fue el principio de mi desgracia». Irene, su hermana, comenta: «Me la encontré en el suelo de la cama, llorando histérica, gritando: '¡He matado a mamá, he matado a mamá!'. El fallecimiento de nuestra madre la llevó a una depresión paulatina».

Se marchó cuatro meses a Nueva York. No olvidaba a su madre, regresa a España y Fernando L. Rodríguez, director de En la naturaleza, programa infantil de TVE, la contrata de presentadora. De vacaciones, según el fotógrafo Tino Torrubiano, «se pacta un toples con el reparto del 50 % de los ingresos por la venta de las fotos para cada uno». Otra convulsión: «Las fotos del escándalo». Despiden a Sonia Martínez del programa. «Mi destitución —comentó Sonia— ha sido una gran injusticia». Denunció el despido ante los tribunales y ganó el pleito. Pilar Miró, directora de TVE, la envió a «la Bola de cristal», que dejó de emitirse meses después.

Su fama la llevó al papel cuché, a participar en películas como Violines y Trompetas o Perras Callejeras y las revistas del corazón le atribuyeron romances con Emilio Butragueño, Colomán Trabado, Cayetano Martínez de Irujo, Maradona y Futre.

Drogas y prostitución

Sin trabajo, se sumerge en el mundo de las drogas, su perdición. «No puedo decir que no haya tenido suerte en la vida, sino que yo misma la he tirado por la ventana». «Toco los cielos y toco los infiernos», ya había entrado en el infierno de la heroína. Su vida era la calle, un reflejo de lo que en los años 80 se vivía en la movida madrileña. Aceptaba todas las entrevistas televisivas para contar siempre lo mismo: «Llevó 17 días sin probar nada». Incierto. Y aún intentó otro reportaje fotográfico, pero el comprador de la revista le dijo al fotógrafo: «¿Está muerta Sonia? Pues… no me traigas nada más».

Se casó con un yonki, José Manuel Padilla Lolo, vendieron la exclusiva por un millón y medio de pesetas, y nació un hijo, Hugo, a los tres años tuvieron que hacerse cargo de él los servicios sociales.

La prostitución fue su penúltima etapa. La ejercía en la casa de Campo de Madrid. Vivía en la calle, hasta que se cruzó con un vecino, Jose Luis Sánchez, que se la llevó a su casa los dos últimos años de vida.

Se vendieron fotos de Sonia Martínez ingresada por SIDA en un hospital; se publicaron fotos de su hijo mostrándolo desde una ventana; y se publicó una foto de su cuerpo en el tanatorio.

Antes de morir llamó a su hermana: Irene: «Llamo para despedirme. Me voy a escapar del hospital ya». «Soy consciente de que me estoy muriendo» revista Pronto; «Me llamó diez días antes de morir —cuenta su exnovio Fede Castaños— y vi como una especie de despedida».

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