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José Luis Garci, durante su discurso de agradecimiento en la gala de los Premios Forqué 2024

José Luis Garci, durante su discurso de agradecimiento en la gala de los Premios Forqué 2024EFE

Cine

Garci y su magistral discurso en el homenaje de los Premios Forqué: «Hoy me he levantado reivindicativo...»

José Luis Garci completó un discurso para el recuerdo al recibir, de manos de Enrique Cerezo, la Medalla de Oro de EGEDA en la gala de los Premios Forqué

El de este frío sábado 14 de diciembre por la noche, sobre el escenario de los Premios Forqué 2024 y como ganador de la Medalla de Oro concedida por EGEDA, era su momento, merecido como nadie para una figura trascendental en la historia del cine español como director, guionista, escritor, divulgador y productor. Y también ahí, a sus 80 años, con camisa blanca, chaqueta y pantalón vaquero, Garci fue Garci, que quizá es lo mejor que se puede decir de una persona, de una leyenda, tan grande como humilde, una virtud que eleva aún más esa grandeza. Y eso que, de entrada, en su magistral discurso de agradecimiento, José Luis Garci advirtió que por la mañana se había despertado reivindicativo y que, en ese momento, se disponía a realizar tres peticiones.

«Muchas gracias –comenzó Garci–. La cosa es que hoy me he levantado reivindicativo. Hacía décadas que no me pasaba eso a mí. Lo que tenía pensado decir, las palabras habituales en una ceremonia, las he cambiado. Entonces voy a hacer tres peticiones. La primera es que me parece inaudito que no le hayan dado todavía el Premio Nacional de Cinematografía o la Medalla de Oro de las Bellas Artes a Enrique Cerezo. Porque no hablo de Enrique productor, que es uno de los mejores sin duda que hemos tenido. Hablo de un Enrique restaurador que ya ha estado jugando en la liga de Fructuoso Gelabert, Segundo de Chomón, Juan Mariné... Porque ha salvado entre el 10% o 12% del cine español. Ha sacado negativos que parecía imposible que pudieran revivir, secuencias estupendas de los años 20...», aseguró José Luis Garci.

Las palabras y las ideas fluían como es habitual en él, como si las acompasase con la claridad y la delicadeza del movimiento de cámara en sus películas. «Si tenemos ese reconocimiento con Martin Scorsese, que se lo merece, por sacar adelante sobre todo los colores del technicolor en media Europa, o Michael Powell con Escalera al cielo o Los cuentos de Hoffman, ¿cómo no vamos a reconocer el trabajo gigantesco que está haciendo Enrique Cerezo? Hay películas que las vemos como no las vieron sus autores tan bien como nosotros. Surcos, Los tramposos... Jamás Pedro Lazaga o Nieves Conde soñaron con ver esas películas como las vemos. Por eso me parece increíble que una persona como él no tenga ya la Medalla de las Bellas Artes porque, insisto, es un restaurador del cine. Es uno de los tipos más importantes que ha tenido la historia de España desde hace muchos años», explicó Garci para resaltar la figura de Enrique Cerezo y su también decisiva contribución al cine español.

«Segunda queja: en ningún lugar del mundo, ni en la Academia de Hollywood ni en la Academia española, nadie ha premiado nunca al cameraman. En España tenemos un error que eso que le llaman el segundo ‘quién va de segundo en tu película? Segundo operador y es absurdo porque es el primer espectador de la película. Es la mirada y los ojos del director, tanto fija como móvil. Es el tipo que dice al maquinista: cuidado con el travelling porque al llegar ahí justo a ese momento tienes que hacerlo mucho más suave. Cuando está el tipo de la grúa arriba es el que le indica la velocidad exacta a la que tiene que hacer las panorámicas… Me parece asombroso que gente como Félix Mirón, Enrique Navarrete, Salvador Gil, Eduardo Noé, Miguel Agudo no hayan tenido un premio y se nos hayan ido. Salvador Gil es el que encuadró Marcelino Pan y Vino, que es una maravilla; Navarrete, toda la obra de Edgar Neville; Agudo es Plácido, que sigue igual de fresca, maravillosa, espontánea y divertida. Y los últimos que también se han ido sin premio: Manolo Velasco (Los santos inocentes), Roberto Fernández… Ojalá los próximos Premios Forqué premien al cameraman de la película porque todos sabemos que es algo imprescindible», reflexionó el cineasta.

Quedaba una de las tres peticiones que había anunciado Garci al inicio de su magistral discurso. «Y esta no es una queja, es un ruego a los exhibidores de España y del mundo: hace un frío tremendo en los cines, coño. Más que en los aviones. Es terrible. Con el confort que tenemos en casa con los plasmas, encima de que salimos a ver una película… Hay gente que parece que va al Everest. Por favor, poned los pases a 22 grados, que será mucho más confortable».

Después de su toque de humor, llegó la parte más emotiva de su discurso. «Ahora sí, quiero desde lo más profundo de mi corazón quiero dar las gracias por esta medalla porque es el premio que recibo y que tiene el nombre de un amigo con el que compartí bastantes aventuras cinematográficas. Quiero mandar besos a Andrea, a Eva, a Norma; besos y abrazos a tantas amigas y amigos como tengo que me han ayudado, me soportan y me enseñan cada día; y a los que no están, empezando por mis padres, que es una pena porque a ellos les debo estar aquí; a tantos amigos que se han ido, supongo que estarán arriba en el Cinema Paradiso viendo unas películas estupendas en 12K o 14 K; y a vosotros daros las gracias por los aplausos. Somos una familia la del cine. Somos frikis de las películas. Me gustaría daros un abrazo y las gracias uno a uno. Como decía Bugs Bunny, el único conejo ganador de un Oscar, ¡that’s all Folks'. Eso es todo», concluyó Garci, enorme una vez más desde la sencillez, entre la ovación del público. Que tomen nota de los Premios Forqué, ejemplares con José Luis Garci, quienes siguen sin concederle el otro gran homenaje que merece.

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