Cine
Las 5 exigencias que le puso Francis Ford Coppola a Paramount para hacer 'El Padrino. Parte II'
Se cumplen cincuenta años del estreno de la secuela mejor valorada de la historia del cine
Existen dos tipos de cinéfilos. Sólo dos. Los que prefieren El Padrino y a los que les gusta más El Padrino. Parte II. Con motivo del estreno en diciembre de 1974 de la segunda entrega de la trilogía sobre el inquietante y oscuro Michael Corleone, recordamos algunas de las claves de una película en la que muchos no creían.
Después del éxito de El Padrino en 1972 que, costando 6 millones de dólares recaudó 248, Paramount se reunió con Coppola para ofrecerle hacer una secuela, pero a este no le interesaba. «Los grandes directores —explicaría años después— no rodaban secuelas de sus propias películas».
Sugirió a la productora que la rodara su amigo Martin Scorsese, pero lo rechazaron. Después de meses de insistencia, de tentarle con la idea de que pudiera demostrar que El Padrino no había sido fruto de la casualidad o de la suerte y de ofrecerle, prácticamente un cheque en blanco, Coppola acabó aceptando. Pero con sus exigencias. Primero, que le dejaran terminar el rodaje de La conversación y el guion de El gran Gatsby, es decir, que le esperaran.
Segundo, que le pagaran un millón de dólares de salario y un porcentaje de la taquilla. Tercero, que el productor Robert Evans no formara parte del proyecto dada terrible experiencia de la primera película. Cuarto, que el productor fuera él mismo con lo que su control sobre el diseño de producción, el plan de rodaje, el casting y, sobre todo, el montaje fuera total.
Y, quinto, que el título, obligatoriamente, incluyera el «Parte II», algo que la Paramount había rechazado inicialmente. Demasiadas condiciones y demasiadas reticencias que el producto acabó aceptando, incluida la exigencia del título que tanto miedo les daba y que dio a la futura trilogía un aura de epopeya épica fatalista hoy fuera de toda duda.
Como en el guion de la primera película Coppola no había podido incluir la infancia y juventud de Vito Corleone que sí estaba presente en la novela de Mario Puzo, el director decidió contar en esta entrega esa parte de su vida que se centraría, por un lado, en su llegada a Estados Unidos en 1901 y su posterior ascenso en la escala de violencia y, por otro, el imperio criminal de Michael en 1958 que le acaba llevando a su propia degradación. Algo que la Paramount miró con reticencia porque no entendía esta especie de secuela de El Padrino que era también una precuela de El Padrino.
Con un presupuesto de 13 millones de dólares, la película fue rodada en Nueva York, Nevada, Italia y la República Dominicana. Al Pacino, Robert Duvall, Diane Keaton, John Cazale y Talia Shire repetirían en sus papeles de Michael Corleone, Tom Hagen, Kay, Fredo y Conie Corleone, respectivamente, entrando en el reparto Lee Strasberg, maestro de actores y líder del famoso Actor’s Studio y Robert De Niro en el papel del joven Vitto, que había audicionado para Sonny Corleone en la primera parte y que se lo quitó en el último momento James Caan.
Coppola pidió a este último y a Marlon Brando que participaran en la segunda parte en la escena crucial del flashback final en que queda de manifiesto el doloroso contraste entre los sueños del joven Michael del pasado y su advenimiento hacia el mal en el futuro. Pero el día de filmación, Brando no se presentó en el estudio con lo que Coppola tuvo que reescribir la escena en la que los hermanos charlan en una desenfadada comida y se levantan para ir a recibir Don Vitto que está fuera del plano. James Caan, por su parte, exigió por un único día de trabajo el mismo salario que había percibido por El Padrino.
El éxito fue total, no tanto como el apoteósico triunfo de la primera, pero recaudó 93 millones de dólares en todo el mundo y, sobre todo, más premios, pues estuvo nominada a once Oscar de la Academia llevándose seis, el de mejor película, director, guion, actor secundario —De Niro—, dirección dé arte y banda sonora. Ya entonces, escandalizó a todo el mundo que la Academia, que había nominado a Al Pacino como mejor actor, premiara en su lugar a Art Carney por Harry y Tonto, una película hoy olvidada. Ganó, eso sí, el BAFTA por su interpretación y la película estuvo además nominada a seis Globos de Oro y cuatro premios del Círculo de Críticos de Nueva York.
La crítica estuvo inicialmente dividida, pero hoy está fuera de toda duda que El Padrino. Parte II no solo es la mejor secuela de la historia del cine y una de las dos o tres mejores películas sobre el mundo criminal, sino que además es una historia fatalista y épica sobre un hombre en su particular descenso a los infiernos. Todo ello narrado con un montaje paralelo y una belleza plástica fascinante y perturbadora. Lo que es innegable, es que detrás de una aparente historia sobre la Mafia y sus tentáculos en la política y los negocios, hay uno de los más grandes y desgarradores retratos sobre un hombre abocado a su propia destrucción y que es gracias a El Padrino. Parte II que conocimos la verdadera naturaleza de uno de los personajes más fascinantes de la historia del cine. De Michael Corleone.