
Fotograma de ¡Gloria!
Crítica de cine
'¡Gloria!', la película que es un canto a la amistad y a la música no exento de delirios
Algo caótica, bastante irregular y, en cierto sentido, surrealista
La actriz italiana Galatéa Bellugi (La aparición, A fuego lento) protagoniza esta cinta de Margherita Vicario ambientada en la Venecia de 1800. Encarna a una joven muda, Teresa, que trabaja como criada en un orfanato en el que las internas han formado un coro y orquesta bajo la batuta del sacerdote Perlini (Paolo Rossi).
Teresa tiene una sensibilidad musical especial, y hace lo posible por estar cerca de las chicas de la orquesta. Tendrá oportunidad de hacerse amiga de ellas cuando descubra que Perlini esconde un magnífico pianoforte de reciente fabricación. Lucia, Marietta, Prudenza y Bettina serán sus cómplices en sus sesiones clandestinas de creación musical. Pero ocurrirá algo que cambiará sus vidas: el recién elegido Papa Pío VII va a ser coronado en Venecia, ya que Roma está ocupada por Napoleón, y ellas tendrán que ofrecerle un concierto.
Hay que partir de la base de que estamos ante una película algo caótica, bastante irregular y en cierto sentido surrealista. Pero si se acepta esta premisa, la película nos ofrece algunas cosas interesantes. El tono es moderadamente feminista; mejor dicho, lo que hace el film es denunciar algunas situaciones que sufría la mujer de aquella época, especialmente recrudecidas si era pobre. Pero no estamos ante la típica película actual que maltrata al varón por ser varón. De hecho, hay hombres buenos en el film —y malos, muy malos, también—.
Lo que sí es más elocuente es un resabio anticlerical. Perlini es un cura rudo, desagradable y corrupto, aunque también es un hombre que reza y no oculta su vulnerabilidad. Y el Papa, que sale poco, tampoco queda bien retratado —y eso que Benedicto XVI inició su proceso de beatificación. Pero lo interesante del film, más allá de su relativa irreverencia, es que exalta la solidaridad y la amistad entre unas mujeres desclasadas, huérfanas, alguna madre involuntaria soltera, y que encuentran en la música una forma de expresar sus sentimientos, de sanar sus heridas y de introducir un factor de luz y alegría en sus oscuras vidas.Aunque el final es luminoso y ofrece salidas positivas y esperanzadas para nuestras protagonistas, hasta llegar a ese momento la película es un rosario de sinsabores y situaciones dolorosas, con aderezos de sordidez.

La puesta en escena está vestida de época con mucho esmero, y las actrices transmiten gran vitalidad y energía, haciendo más fácil al espectador comulgar con ruedas de molino. Lo más chocante es el tipo de música y las canciones que crean Teresa y sus compañeras, claramente del siglo XX, con evidentes planteamientos jazzísticos, canciones propias de un cantautor reciente y ritmos étnicos poco creíbles en una escolanía de la época napoleónica.
En definitiva, no es una película que se pueda recomendar a todo el mundo. Es para espectadores que gusten de la creatividad musical, o que busquen un cine libérrimo que no esté preocupado por el realismo de la historia. Lo que está claro que es que la directora ama a sus heroínas y eso se transmite por todos los poros del filme.