
Joan Estévez, protagonista del documental Mercenario
Televisión
'Mercenario', el documental de un soldado español en la guerra de Ucrania: «Está más seguro allí que aquí»
El documental de Movistar+ acompaña a Joan Estévez, un combatiente catalán conocido por su nombre de guerra, Espinosa, y muestra su estrés postraumático
El documental Mercenario es un desgarrador y crudo relato que explora la vida de José Espinosa, un mercenario español que decidió unirse al conflicto en Ucrania, ofreciendo un testimonio en primera persona de su experiencia en las trincheras. Este impactante documental de Movistar+, dirigido por Juanma Arizmendi y con el guion de Anna Surinyach, revela la aterradora realidad de la guerra, y lo hace a través de los ojos de un hombre que, con formación en unidades de élite del ejército español y la legión extranjera francesa, ha luchado en el frente para contener la invasión rusa. A lo largo de casi dos años, no solo vivió los horrores del combate, sino que se convirtió en una pieza clave en el complejo y oscuro negocio de los mercenarios, donde la vida humana tiene un precio, y el estrés postraumático se convierte en su peor enemigo una vez que abandona el frente.
Tras regresar a su hogar en el valle de Arán, Espinosa, de 39 años, lucha por reconstruir su vida, enfrentando tanto sus propios demonios como una sociedad que lo observa desde la distancia. En el documental también revela el salario que recibía como mercenario: 3.500 euros por misión, con una bonificación extra por estar en una zona peligrosa. No duda en denunciar la corrupción dentro de las Fuerzas Armadas ucranianas, lo que añade una capa de complejidad al conflicto. Con un tono directo y sin filtros, son 92 minutos que hacen un retrato visceral de la violencia, la desesperación y el sufrimiento que persiste mucho después de que la guerra termine.

Joan Estévez, en el documental Mercenario
Las palabras de Joan desnudan la desgarradora realidad de su experiencia en el conflicto ucraniano. «Yo, cuando llegué a Ucrania, vi que tenía un don para hacer este tipo de trabajo. Me da miedo dejarlo y no ser feliz», revela, mostrando la inquietante adaptación de un hombre que, al lanzarse a la guerra, descubrió en ella una habilidad macabra. En esta producción audiovisual no solo expone los horrores inmediatos del campo de batalla, sino que también profundiza en las cicatrices emocionales que los mercenarios llevan consigo mucho después de que la guerra termine. En medio de un feroz asedio de cuatro días por parte de soldados rusos, cuando la muerte estuvo a su lado, se encontró al borde del abismo. En un instante de desesperación, hizo algo que desafía la lógica: sacó su teléfono móvil y grabó un mensaje de despedida para su familia, consciente de que no podría regresar. Asegura, sin temblarle la voz, haber matado a entre 12 y 16 soldados rusos, una cifra que subraya la brutalidad de lo vivido.
Sin embargo, la guerra no solo es la violencia palpable; también deja marcas profundas en el alma. Él mismo habla abiertamente sobre el estrés postraumático que lo persigue, aunque aclara que no es solo esa razón la que lo lleva a cuestionarse su futuro en este oscuro trabajo. «A este nivel, esta profesión no se puede compatibilizar con la vida familiar», afirma, mostrando el precio personal que ha pagado por una vida marcada por el conflicto, donde la familia y la guerra no pueden coexistir. «Para él es más seguridad estar allí que estar aquí porque no se tiene que enfrentar a sus propios miedos», asegura su madre en el documental.Divorciado y con un hijo pequeño, Joan recuerda cómo, tras casarse, dejó la vida militar, solo para regresar a ella tras su separación. Las noches son su momento de mayor dolor, cuando sus pensamientos lo arrastran hacia los compañeros que perdió en la batalla. A lo largo de su paso por la Legión Internacional de Ucrania en el 49.º Batallón de Infantería Carpathian Sich, donde compartió momentos con sus compañeros, en su mayoría hispanoamericanos, Espinosa reflexiona sobre cómo la vida y la muerte se entrelazan a cada segundo en un entorno donde la guerra no solo consume cuerpos, sino que engulle almas.