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Manifestantes a favor de la oficialidad del asturianoEFE

El debate sobre la oficialidad del bable divide a los asturianos

La manifestación a favor en Oviedo y la recogida de firmas en contra en Gijón protagonizan el último capítulo tras el impulso por la cooficialidad del presidente socialista Barbón

Mientras ayer en Oviedo más de 30.000 personas, según los organizadores, demostraban su apoyo a la oficialidad del bable, a la misma hora, en Gijón, la Plataforma contra la Cooficialidad recogía firmas «contra la imposición lingüística».

El «momento histórico» al que se refería la consejera de Cultura, Berta Piñán, pancarta a favor de la «oficialidá» en mano, contrasta con la opinión de los detractores de la misma, un 66% de los asturianos, según una encuesta encargada en septiembre por Ciudadanos.

La historiadora y escritora gijonesa Pilar Sánchez Vicente, en la actualidad archivera del Tribunal Superior de Justicia de Asturias, defiende la cooficialidad como «una cuestión de derechos de los «asturfalantes». «Es más importante que nunca reivindicar la pluralidad y diversidad, humana y lingüística, pero sobre todo proteger nuestra historia, y la llingua asturiana es parte sustancial de la misma, como el arte de la monarquía asturiana o las pinturas rupestres de Tito Bustillo (...) Desde el siglo X esta lengua tiene expresión escrita y se utiliza para documentos notariales, correspondencia, literatura, etc. El propio Jovellanos reclamaba una Academia que la fijara, puliera y consolidara...», afirma.

Lengua «inventada»

Por el contrario, la mayor parte de los opositores tachan la llingua de «inventada» por la diversidad de pueblo en pueblo. Una infinidad de matices imposibles de uniformizar «por decreto, atentando contra la riqueza cultural», lo que pretende el último impulso político por la cooficialidad realizado por el presidente socialista Adrián Barbón.

El respaldo a dicha oficialidad está en manos de los 26 diputados a favor (PSOE, Podemos y Juntos), uno menos de los necesarios para reformar el Estatuto de Autonomía. El voto que falta podría llegar de Adrián Pumares, de Foro Asturias, que después de la refundación del partido y la ruptura con su fundador, Francisco Álvarez-Cascos, apoya la oficialidad por primera vez. PP y Vox abanderan el no a la «imposición». Los populares están dispuestos a apoyar la reforma del Estatuto si se abandona este punto. 

El debate está en el «parlamentu», quizá muy lejos de la calle, cuyo costumbrismo asturiano describía como pocos el escritor de Llanes, Ignacio Gracia Noriega, fallecido en 2016, «aunador de la Asturias culta y la popular». 

En un artículo publicado en La Nueva España el 11 de julio de 2015 (antigua es la cantinela reavivada, pese a lo que parece una mayoritaria indiferencia popular), el columnista escribía con popular y nada política revelación, casi a modo de sentencia irrebatible: «...no pretendo reconocer, ni mucho menos, que los asturianos hablamos otra lengua distinta de la española. Nada más absurdo que plantearlo, salvo que tenga una justificación política demasiado evidente. 

«En cualquier caso, acepto que existe una diferencia entre la lengua hablada habitualmente y la lengua inventada, y buena prueba de ello es un programa de la televisión regional, en el que unas chicas urbanícelas monísimas y vestidas de "boutique” cara se acercan a las aldeas intentando hablar lo que seguramente solo ellas suponen que es la lengua que se habla en lugares rústicos y apanados. De manera que se acercan a la casa de un aldeano y le dicen con campechanería de veraneante que demuestra lo adaptado que está al medio entrando en los "chigres" pidiendo sidra a voces. Estas chicas televisivas nunca dicen sidra sino "sidrina". Y dirigiéndose al paisano de turno, le preguntan:

-Paisanín, ¿dónde “ta” la “muyer”?

Y el paisano a lo mejor contesta:

-Mi mujer está en la cocina o en Gijón en casa de la hija o dando un paseo y no tardará en volver».